España se sacude los miedos del estreno. Con el más que presumible acogotamiento del anfitrión en su debut y con el agravante de la precaución que podía suponer el antecedente de tres amistosos cercanos resueltos en un cara o cruz, la selección de Lucas Mondelo resolvió de forma positiva su puesta en escena en la Copa del Mundo de Tenerife. Una encomiable primera parte en lo defensivo, y una aportación global en ataque casi inmejorable permitieron a las rojigualdas irse al descanso 18 arriba (21-39).

Una renta que luego le permitió maniobrar con mayor margen de error contra un rival que, en la segunda parte, fue mucho más reconocible pero que no llegó a inquietar a las hispanas, que ya vislumbran, sin tantos obstáculos, los cuartos de final por la vía directa.

En el guion más básico estaba escrita una salida atropellada de España. Y las de Mondelo no se salieron de él. Precipitadas y aceleradas, en especial una Torrens que solo acertó a la tercera. Mientras, la niponas se aprovechaban de las penetraciones a aro pasado para tomar la delantera (6-3). En cuatro minutos el combinado hispano solo había anotado una canasta en juego. El peaje del estreno.

Sacudidos los nervios y la tensión, España empezó a defender con mayor solidez. Férreas en el uno contra uno para evitar los triples (0/3 en el primer cuarto) y piernas con el fin de negar las penetraciones rivales. Así le fue más sencillo a las de Mondelo controlar el rebote y dar oxígeno a sus ataques, ya menos acelerados. Con una buena circulación aparecieron las muñecas de Cruz y Xargay para liderar un parcial de 2-13 culminado por una penetración de Ouviña (8-16). Las acciones al poste de Gil y un reverso de libro de la propia Ouviña para la decena (10-20).

Llegó a ser la ventaja española de 12 con una canasta de Arrojo nada más iniciarse el segundo acto (10-22), si bien ahí el partido se metió en una espiral de errores, toda vez que las locales no dieron continuidad a su acierto desde la media distancia, pero también porque su actividad defensiva seguía siendo notable. Mordiente que quedó patente tanto cerca de su aro (forzó a su adversario varias pérdidas de 24 segundos) como lejos de él (robo en saque de fondo de las niponas) para doblar a su oponente. En 15 minutos las de Mondelo habían logrado cortocircuitar el ritmo de Japón y ahogar por completo su caudal de producción exterior (0/6) para dejarla en solo 14 puntos (14-30).

Sobre ruedas

Todo sobre ruedas para una selección que había aparcado por completo los nervios el comienzo en un ejercicio coral. En la parcela defensiva (provocando 13 pérdidas al descanso a las asiáticas) y en la ofensiva (en 16 minutos ya habían anotado las 10 jugadoras que habían saltado a pista). España apenas había gastado cuatro faltas, y delante comenzaba a ver aro con facilidad (triples de Palau y Xargay) para dejar el marcador en un clarificador 21-39 al descanso.

Sin la garra de los minutos previos al intermedio, España permitió que Japón empezara a estar más cómoda en ataque. Las niponas comenzaron a ver aro (26-39), bien corriendo o bien desde el perímetro (3/4 frente al 1/9 de los dos primeros cuartos). Con 19 puntos recibidos en poco más de seis minutos, las de Mondelo lograron al menos (y bajo el magisterio de Palau) contener la hemorragia aceptando un intercambio de canastas que si bien de entrada pareció un tanto pernicioso (40-51 con la zona visitante) acabó valiéndole (con un 0-7) para mantener a buen recaudo la renta amasada (40-58) e incluso ampliarla (42-61).

Suficiente para que Japón claudicara. Pero las niponas no se rindieron (48-61, 30'), corrieron cada vez que pudieron, fueron más incisivas debajo del aro y olvidaron, con un 5/7 su pobre registro exterior hasta el descanso (52-63). Ouviña asumió unas responsabilidades (cinco puntos seguidos) en las que ayudaron Gil y Cruz para mantener a salvo un colchón superior a la decena (59-73). Pese a la presión nipona a toda pista y alguna que otra prisa innecesaria, España evitó un nuevo final de infarto (71-84). Hoy espera Puerto Rico.