El esfuerzo y las ganas de superación brillaron este domingo en la piel de los más de 50.000 corredores que participaron en el maratón de Nueva York, la prueba de larga distancia más populosa del mundo.

Arropados por millones de espectadores, a pie de calle o desde sus casas, atletas profesionales y aficionados recorrieron bajo un apacible sol de otoño los 42 kilómetros y 195 metros de esta carrera que discurre por los cinco distritos de la ciudad, y que parte de Staten Island y culmina en Central Park (Manhattan).

Algunos lo hicieron en tiempos casi récord, como la atleta keniana Mary Keitany, de 36 años, que se llevó su cuarta victoria en 2h22:48, a tan solo 17 segundos de la plusmarca lograda por su compatriota Margaret Okayo en 2003 (2h22:03).

Cincuenta y seis segundos más lejos de romper el resultado histórico del certamen en la categoría masculina (Geoffrey Mutai, 2011) estuvo el etíope Lelisa Desisa, de 28 años, que se estrenó como líder del podio en 2h05:59, una rapidez que le sorprendió.

En silla de ruedas, lograron hazañas la atleta suiza Manuela Scharr, de 33 años, que repitió medalla de oro por segunda vez consecutiva con una marca de 1h50:27, y el estadounidense Daniel Romanchuk, de 20 años, primero de su país en coronarse, a los 1h36:21.

Tras las liebres del maratón, fueron cruzando la meta hasta caer la noche corredores de unos 140 países, la mayoría estadounidenses, italianos y franceses, aunque los españoles no se quedan atrás: es la octava nacionalidad que más participa, con 1.036 inscritos, según la organización. Los mexicanos son décimos, con 961 inscritos.

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Maratón de Nueva York

El maratón de Nueva York, en imágenes

Todos tienen alguna historia que contar, como el ex esquiador paralímpico español Ramón Bailón, quien explicó a Efe que corría con un brazo en cabestrillo y un bypass humeral en un alegato "a la medicina española y a hacer deporte para tener una vida mejor".

Bailón, como muchos otros corredores, aprovecha el escaparate que supone la carrera para defender causas benéficas, en su caso con el apoyo a la organización Ayudame3D, que diseña prótesis de brazos con impresoras 3D para niños sin recursos en todo el mundo.

Entre el pelotón que aboga por las buenas causas y las prácticas saludables suelen observarse, además, rostros famosos: hoy se pudo ver a la actriz Teri Hatcher ("Mujeres Desesperadas"), a los chefs de restaurantes con estrellas Michelin Daniel Humm y George Mendes, e incluso a la presidenta de Estonia, Kersti Kaljulaid.

Pero sobre la pista, no hay distinción más allá del número: hasta 10.000 voluntarios insuflaban ánimos y asistían a los corredores tras la línea final, incluido el director de la carrera, Peter Ciaccia, que se retira este año, y algunos atletas de élite.

La estadounidense Shalane Flanagan, que dio el oro en 2017 a EE.UU. tras una sequía de 40 años y este año quedó tercera, señaló a través de la organización que uno de sus momentos favoritos es "felicitar a los últimos corredores con Peter, a las 9 de la noche", ya que el entusiasmo es el mismo se tarde lo que se tarde.

El maratón premia con 100.000 dólares a los campeones masculino y femenino y con 20.000 a los de silla de ruedas, pero para la mayoría de los que llegan a la meta, el mayor reconocimiento es saber que han sido capaces de abrirse paso hasta allí.

Una vez descansado tras un esfuerzo de 3 horas y 49 minutos, y dispuesto a celebrarlo, Jason Huang, un neoyorquino de 30 años, dijo a Efe que su mayor premio era sentir una "alegría interminable con una dosis sana de dolor".

El interés por la prueba se ha disparado en los últimos años, y eso se refleja en el número de solicitudes para acceder por sorteo, que para esta edición ascendieron a una cifra nunca vista de 105.000 cuando el cupo para esos corredores es de 15.500 dorsales.

Ante la expectación que suscita el evento, las autoridades de la ciudad siempre aumentan las medidas de seguridad, cortando calles e incrementando los efectivos de policía, algunos de ellos armados y otros de incógnito entre la multitud.

El alcalde, Bill de Blasio, ya indicó que se reforzaría por el reciente envío de paquetes con explosivos de fabricación casera a figuras públicas, algunas en el área de Nueva York, pese a que el sospechoso está detenido, para que uno de los mayores eventos locales transcurriera sin incidentes.