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Fútbol Selección española

La primera piedra de Aragonés

La selección se estrenó con 'el Sabio de Hortaleza' en Gran Canaria, donde batió a Venezuela (3-2) en una era que acabó con el título de la Eurocopa de 2008

La primera piedra de Aragonés

La selección, para variar, andaba deprimida. En el verano de 2004, España se la había vuelto a pegar. Había empezado bien, con victoria por 1-0 ante Rusia con gol de Juan Carlos Valerón. Sin embargo, llegaron dos bofetones que mandaron a la selección de vuelta a casa: el primero, un empate contra Grecia (1-1); el segundo, la derrota frente al anfitrión, Portugal (1-0). El resultado: España se volvía a casa.

Iñaki Sáez, seleccionador en aquel torneo, se marchó en una dimisión forzada tras aceptar seguir en el cargo. La Real Federación Española de Fútbol abrió una comisión para elegir al sucesor. En el casting final, tres nombres: Víctor Fernández, Benito Floro y Luis Aragonés, hasta entonces entrenador del Mallorca. El sabio de Hortaleza se hizo con el puesto. Era el prólogo del salto definitivo del fútbol español.

La primera parada de la era Aragonés con la selección española fue el Estadio de Gran Canaria. El 18 de agosto de 2004, el combinado nacional tumbó a Venezuela por 3-2 en el recinto de Siete Palmas. El partido fue todo un acontecimiento: hacía 8 años que España no se dejaba caer por la Isla. Además, la UD Las Palmas había vuelto ese verano a Segunda División y había ganas de fútbol de categoría. Todo se alió con España.

"Recuerdo la semana previa a la llegada a Canarias porque fue la primera de Luis Aragonés. Tuvo un aterrizaje muy influyente para nosotros. Lo primero que hizo fue que nuestra dinámica cambiase, como si fuésemos un equipo. Estábamos acostumbrados a trabajar una sola sesión y él nos puso mañana y tarde, algo que después fue habitual en la selección".

La frase la coloca Juan Gutiérrez, Juanito, ilustre central del Real Betis Balompié y un fijo en la convocatorias de Luis Aragonés. El central gaditano sobrevió a la Eurocopa de 2004, al manotazo en el Mundial de 2006 y tocó la gloria en la cúspide de la vida de Luis en la selección: la Euro 2008 de Austria y Suiza. "A Luis te lo tenías que ganar con tu trabajo, más allá que le pudieras caer mejor o peor. Veía que si trabajabas bien con él, no solo en tu club, iba a tenerte en cuenta. Eso y que supieras interpretar el rol que te tocaba", rememora.

Un efecto vital

El impacto de Aragonés fue inmediato. "Proyectaba una imagen hacia el exterior, pero después tenía un trato distinto con el jugador. Se entregaba en cuerpo y alma con el jugador aunque a veces pareciera tan serio. Era su papel, lo hacía e interpretaba a la perfección", recuerda el exfutbolista.

Y desde aquel día en el Estadio de Gran Canaria a la gloria en el Estadio Ernst Happel de Viena, mil batallas con Aragonés. "Recuerdo la que le montó a Joaquín por un comentario de risa que él entendió mal. Lo levantó por el cuello y le dijo que se metiera con él en un cuarto a darse hostias. A los cinco minutos estaba ya de risas con él", apunta. O como trataba de convencerles en la Euro 2008 de que el ruso Andrey Arshavin, rival en 'semis' empinaba el codo. "Decía que tenía informes de que estaba todo el día con el vodka encima", sentencia Juanito sobre el hombre que puso la primera piedra de la era dorada de España aquí, en Gran Canaria.

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