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Del varapalo contra Yugoslavia a la época dorada de La Roja

Dos de los seis partidos de la selección en Gran Canaria fueron oficiales, con empate con Yusgolavia y la última importante victoria sobre Irlanda del Norte

Del varapalo contra Yugoslavia a la época dorada de La Roja

En seis ocasiones la selección española absoluta de fútbol ha visitado Gran Canaria, dos para partidos oficiales y otras cuatro para amistosos de preparación. Ladislao Kubala, Miguel Muñoz, Javier Clemente y Luis Aragones han sido los seleccionadores que nos han visitado y el próximo será Luis Enrique Martínez, el único de todos que lo hizo también en su momento como jugador internacional.

Han sido citas excepcionales que siempre contaron con el respaldo del público canario y que se han repartido entre el Estadio Insular y el Estadio de Gran Canaria, de forma especial cuando se disputaron los partidos de clasificación para el Mundial de 1974 y la Eurocopa de 2008, donde la selección española pasó de la decepción por un empate a dos contra Yugoslavia a la ilusión por ver a España clasificada como primera de grupo de un evento del que salió campeón en Alemania.

Todo empezó en el año 1972. España nunca había venido a Canarias. La RFEF, presidida por José Luis Pérez-Paya, estaba en deuda y la ocasión parecía propicia con el primer partido del grupo VII de la fase de clasificación para el Mundial 74 de Alemania, con Yugoslavia y Grecia como rivales. La selección española, dirigida por el hispano-húngaro Ladislao Kubala, eligió el Estadio Insular para sorpresa de la Federación Yugoslava, que se quejó del calor que podía hacer en Gran Canaria, creyendo que por estar junto al continente africano las temperaturas iban a ser elevadas. Lo cierto es que los yugoslavos se temieron una encerrona. Y en cierto modo así fue. Un largo viaje y un pequeño recinto deportivo para 22.000 espectadores casi encima de los jugadores. Yugoslavia pidió a la FIFA controles antidopaje para todos los partidos y su presidente, Sir Stanley Rous, también vino a Gran Canaria por primera vez. La selección española se concentró una semana antes del partido en el Hotel Santa Catalina.

Optimismo y decepción

La expectación iba en aumento y, dado el optimismo que mostraba Kubala y el equipo que trajo, todos daban por favorita a España, que volvió a contar con la presencia del central aruquense Antonio Afonso 'Tonono' con el honor de ser el capitán en su casa y la convocatoria de Germán Dévora 'El Maestro', que estaba en un espléndido momento de forma.

De Yugoslavia se sabía poquito. Llegó con el entrenador Vujadin Boskov al frente y un portero llamado Maric. Eran una incógnita que pronto se iba a despejar para dar paso a unos duelos épicos que engrosan la historia del fútbol.

En el Estadio Insular la fe en la victoria el 19 de octubre de 1972 fue inquebrantable. Iríbar, Sol, Tonono, Asensi, Pirri, Amancio, Marcial y Valdez estaban en ese equipo, entre otros que eran un resguardo de garantía pese a que desde antes del Mundial de 1970 la selección daba tumbos.

El partido parecía plácido. Amancio, tras hacer una gran jugada, con remate de Valdez y otro de Marcial que se le escapó a Maric, marcó sin oposición.

El ritmo del partido fue lento, al uso de la época, pero en la segunda parte todo cambió cuando los yugoslavos tomaron el mando, y a base de mover el balón encontraron el acierto de su delantero Bajevic que, en dos ocasiones y aprovechando errores de la defensa española, se puso 1-2 para estupor de la afición. España perdía en todo y menos mal que ya en tiempo de descuento surgió la figura del azulgrana Juan Manuel Asensi con un remate de los que ya no se ven a centro de Amacio. El mediapunta cabeceó un balón en el área que, tras picar cerca de la portería se coló sin que el meta Maric pudiera hacer algo, aunque un defensa se lanzó y casi saca el balón del 2-2. Un pequeño alivio para tanto sufrimiento.

No sentó nada bien ese 2-2 y tuvo sus consecuencias porque hubo cambios. También hubo un feo detalle: Lora, el fino mediapunta del Sevilla, entró por Sol tras el descanso, y 18 minutos después fue relevado por Ufarte. Kubala se equivocó al alinear a Sol, que se resintíó de su lesión y, con el cambio, nos dejó sin ver a Germán ante su público, un jugador capacitado para resolver cualquier partido con su calidad técnica y potencia en el disparo. Tonono había jugado su vigésimo segundo partido internacional y ya no fue convocado más.

De ese varapalo España se rehizo y tras empatar sin goles en Belgrado, venció en dos duelos a Grecia, y tras una victoria 2-4 de Yugoslavia en Grecia hubo un inusual desempate en Francfort, donde España se quedó fuera del Mundial 74 por el célebre gol de Katalinski. Se decía y se repetía que Kubala ganaba batallas pero no guerras.

Ese 2-2 en el Insular fue como un castigo porque hasta 1986 no regresó la selección española. José Luis Roca presidía la RFEF, que pactó un partido amistoso con la ahora extinta Unión Soviética, un rival de enjundia y una buena pieza de toque para el combinado del que era máximo responsable el mítico Miguel Muñoz, muy querido en Gran Canaria tras haber entrenado con éxito a la UD Las Palmas. Era un partido con máximos atractivos y grandes jugadores sobre el campo para preparar el Mundial de México, cita en la que España llegó a los cuartos de final con un gran fútbol.

España volvió a presentarse en la Isla con todo un equipazo, la base del que había sido subcampeón de Europa en 1984. Maceda, Calderé, Víctor Muñoz, Butragueño y Julio Salinas, que debutaba junto a Chendo, entre el elenco de privilegiados. También Quique Setién estaba entre los convocados y jugó medio tiempo en el Insular.

De la URSS se conocían al portero Rinat Dasaev y al extremo ucraniano Oleg Blohkin, la estrella soviética, que estuvo siempre bien controlado. Y otros jugadores de gran nivel como demostraron después como lo fueron Zavarov, Bessonov, Kusnezov y Protasov, aunque este último no participó. Eduard Malofeev era el seleccionador soviético, combinado que vino a Gran Canaria para preparar el Mundial 1986 de México y que también intervino en el desaparecido Torneo de Maspalomas.

España ganó ese partido, que dominó y fue como una fiesta. El público se divirtió y celebró los goles de Julio Salinas y del asturiano Eloy Olaya a falta de cinco minutos para el final. La URSS, con la que se habían compartido duelos de máxima competencia, caía en el Insular y también lo hizo en Maspalomas, donde fue derrotada por el modesto Saarbruken alemán de Dieter Müller. La gira canaria le costó el cargo a Malofeev y al Mundial de México fue como seleccionador el prestigioso Valeri Lobanoski, que había hecho campeón al Dinamo de Kiev de Blohkin.

Un amistoso ríspido

El tercer partido internacional en el Insular fue el España-México del 27 de enero de 1993. Por la época y para un amistoso el mejor sitio era Gran Canaria. El polémico Javier Clemente era el seleccionador tras la decisión de Ángel María Villar, presidente de la RFEF desde el 29 de junio de 1988.

De nuevo gran ambiente festivo en el Estadio Insular y eso que México en principio no tenía mucho tirón. El licenciado Miguel Mejía Barón -que por modestia acaba de renunciar a estar en el Salón de la Fama- vino al frente de la 'tricolor', y entre sus futbolistas destacaban el portero Campos y los atacantes Lucho Flores y Luis García, futuro goleador del Atlético de Madrid.

Fue un partido duro, con nueve tarjetas y un ambiente que al parecer no le gustó nada a Clemente. Y es que el aficionado se animó y se puso a cantar el "canta y no llores", popular canción mexicana para acompañar la fiesta. Mejía Barón habló posteriormente de un partido ríspido, término inusual en nuestro vocabulario y que resumió lo que pasó esa noche.

A España se le atragantó el fútbol de su adversario y se vio con el marcador en contra con el gol de Suárez al filo del descanso. España lo intentaba y no podía. Sólo el lateral Toni Muñoz, al convertir un penalti, pudo lograr el empate. A la selección le quedaba mucho trabajo antes de acudir al Mundial de 1994 en Estados Unidos.

El cierre de los partidos internacionales en el Estadio Insular tuvo como fecha el 7 de febrero de 1996 y el rival era Noruega, el de menor entidad de los que han venido. Era un partido para hacer pruebas y España volvía de la mano de Javier Clemente yera primera de grupo para la Eurocopa de 1998. Fue un 'bolo' con devolución de visita a Oslo y el único gol lo marcó Kiko. Cañizares fue el portero por lesión de Andoni Zubizarreta.

Estrenos en el Gran Canaria

La Roja volvió a la Isla ocho años y medio después. Iba a debutar en el Estadio de Gran Canaria y Venezuela fue el rival elegido para el 18 de agosto de 2004. De nuevo gran ambiente y Raúl González sobre el campo en el debut de Luis Aragonés como seleccionador ante una Venezuela que jugaba por vez primera en España.

Victoria por 3-2 sin apuros gracias a los dos goles de Tamudo y muchas pruebas. Entre ellas, los aficionados pudieron ver en acción a Juan Carlos Valerón.

El siguiente y último fue el segundo oficial. Irlanda del Norte fue el adversario el 21 de noviembre de 2007. La selección disputaba la fase de clasificación para la Eurocopa de 2008 en Alemania y se la jugaba en el Gran Canaria después de unos tropiezos iniciales, como el 3-2 en Belfast con triplete goleador de Healy.

El ambiente fue de gala y si bien el juego no fue brillante por culpa de la defensa extrema de los norirlandeses, en la segunda parte Xavi Hernández rompió el empate con un disparo que tras dar en un defensor batió a Taylor. El 1-0 era suficiente para garantizar la primera plaza del grupo.

También fue la ocasión de ver a David Silva en acción en Gran Canaria. Su aportación fue a más desde ese momento y así brilló en los grandes eventos en los que triunfo la selección. Lo mejor estaba por llegar, el 'tiki-taka' y esa exhibición que les llevó a ganar la final de la Eurocopa 2008 tras el gol de Fernando Torres a Alemania.

Podíamos hablar de un séptimo partido, el tercero de competición. El España-Eslovaquia que se iba a disputar el 5 septiembre del 2015, válido para la la Eurocopa 2016. Pero no se pudo contar con el Estadio, que se encontraba en obras para retirar las pistas de atletismo y ampliar las gradas. La renuncia fue necesaria y ese partido se jugó en el Carlos Tartiere de Oviedo.

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