La vida sin Silva es un tormento. La España de la transición pasó sin pena ni gloria por el Gran Canaria. La lluvia fue el llanto del creador.Si Luis Aragonés presenciase esta herejía... El toque del Chino de Arguineguín, desde el corazón del partenón de Siete Palmas, en el centro de todo, fue el mejor tributo a la edad de oro. Un oasis en el desierto de la vulgaridad. El talento es eterno y carece de fecha de caducidad. No es un yogur.

El mediapunta grancanario de 32 años anunció el pasado 13 de agosto su renuncia a la Roja. Más allá del marco de esta petición, ayer, ante su público, merecía jugar. Básicamente por la depresión de este combinado sin mordiente. Faltan ingredientes, se añora el mando y equilibrio de un Silva. Isco lo intentó, y quedó retratado. Dos acciones de PlayStation y rumbo a Barajas. De igual manera, en este nivel de vulgaridad, se manifestaron Ceballos, Asensio e incluso Morata. Solo la batuta de Rodri aportó algo de suspense. España, con menos de 89 internacionalidades, no estuvo a la altura de la grandeza de Silva.

El homenaje y la nada

David Jiménez Silva, la nota cálida de un pulso en Alaska. Con apenas 15.000 almas en el Gran Canaria, el homenaje al grancanario del Manchester City, con su hijo Mateo en brazos, fue el plato fuerte de la velada. Se podría decir que el único.

Sentimiento, mirada al cielo, ovación y saque de honor con mensaje en el proceso de transición. Más allá del gol del debutante Brais Méndez y de la ola del recinto de Siete Palmas por batir a Bosnia (1-0), la mirada del monarca de Arguineguín tuvo una carga humana para la historia. Igual que su golpeo de balón. En el mismo estadio, donde el 21 de noviembre de 2007, con Luis Aragonés en el banquillo, lució su magia eterna en el verde, ayer se añoró su elegancia. Su capacidad de derribar murallas medievales con una facilidad pasmosa. Qué travesía más compleja sin el Chino.

Faltó Silva en el verde en un 'planeta Luis Enrique' sin desborde y de tarifa plana. Luis Rubiales, presidente de la Real Federación de Fútbol (RFEF), y Antonio Suárez, presidente de la Federación Canaria, le entregaron la camiseta conmemorativa de sus 125 partidos con la Roja. También se llevó un ídolo de Tara plateado. Y no es para menos. Tiene una estatua junto a la puerta de la Sur, como símbolo de su talante creativo, el mismo que llevó a España a conquistar Europa y el mundo.

Mateo, el hijo del héroe, llevaba una camiseta de España y el dorsal '21' de su padre inmortal.Con un gorro de lana, fueron coronados por el Gran Canaria. Hubo lágrimas, proclamas y el vacío. Suso, Brais, Fornals...Un castigo para el espectador. "Pagar 40 euros para esto; si lo sé no vengo y me quedo en mi casa con mi mujer", pregonaba un aficionado isleño. Y Busquets, en el banquillo. Menuda ofensa al latir barroco del Chino, dueño del balón y lo imposible. Se retiró Mateo con su boina, saludo de Dzeko -coincidió con Silva en el Ettihad Stadium- y comenzó el soporífero baile con Prosinecki.

El mandatario Rubiales confirmó que habrá más homenajes a los históricos del triplete como Silva. "La Federación quiere dar un tributo a todos los jugadores que participaron en la mejor etapa de España y en el futuro habrá sendas muestras de cariño hacia Iniesta, Torres, Puyol y el resto". Es lo que queda de la sinfonía de Aragonés y Del Bosque. Un carrusel de homenajes. Eliminada de la Final Four de la Liga de las Naciones, tras la victoria de Inglaterra a Croacia (2-1) en Wembley, Luis Enrique tiene trabajo. España no enamora, y el Chino de Arguineguín se merece 100 homenajes. Es único. Lo dice su palmarés y el vacío que deja.

Germán sí fue al palco

Germán Dévora, presidente de honor de la UD y jugador internacional, que aseguró que no acudiría más al Gran Canaria, estuvo ayer en el palco de autoridades junto a Rubiales,Suárez, Augusto Hidalgo, Ángel Víctor Torres o Carolina Darias. El Maestro no acudía a la zona de privilegio desde 2016, pero ayer regresó por el partido de España.