El ultrafondista italiano Luca Papi demostró en esta edición de la Transgrancanaria que está a otro nivel. El corredor no solo gano por segunda vez la edición 360º, una prueba que recorre la Isla por sus senderos en 264 kilómetros, sino que completó seguidamente la prueba reina de 128 kilómetros. "Fue muy duro, pero tenía la espina clavada del año pasado", reconoció Papi, quien incluso pensó en retirarse en los kilómetros finales. "La playa final fue durísima".
El italiano ya ganó la Transgrancanaria 360º en 2017 y el año pasado se propuso el reto de intentar completar la 360 y correr después la de 125 kilómetros. Quedó tercero en la prueba de 264 kilómetros y salió desde Las Canteras para tratar de cumplir con el reto. El año pasado la carrera se corrió bajo una tormenta que dificultó el avance de muchos corredores, todo lo contrario que en esta edición donde las altas temperaturas hicieron mella en los participantes.
No pudo completarlo. A su paso por Teror Papi tuvo que desistir ya que la fatiga acumulada y el cansancio llegaron a su límite. "Me fui con una espina clavada", señaló. Pero el italiano, que en su vida cotidiana es operario de atracciones en Disneyland París, siguió corriendo durante todo el 2018 con la mente puesta en tratar de completar el reto que se había propuesto. "Sé que era una cosa difícil, pero mi virtud es correr a un ritmo fijo durante mucho tiempo, y creía que tenía posibilidades de correr 400 kilómetros", señaló.
Este año llegó como la figura representativa de la carrera. Debido a su carisma y su pelo peculiar, la Transgrancanaria parece que tira del personaje de Luca Papi como si fuese su mascota oficial. El italiano ya advirtió en la presentación oficial de la Trans que venía con más fuerzas y con el objetivo del doblete en mente. "Quiero terminar lo que no pude hacer el año pasado", dijo en la rueda de prensa.
Papi cumplió y superó cualquier expectativa, pese a los escépticos. No sólo logró el doblete, al que también aspiraba el canario Iván Galván -quien desistió tras completar la 360-, sino que ganó la prueba de 264 kilómetros. Fiel a su estilo, Papi fue de menos a más, remontando posiciones de forma progresiva hasta alcanzar la primera posición.
"Me sentía muy bien. Sabía que los de cabeza iban muy rápidos y que yo los podía coger más adelante", declaró Papi, quien reconoció que durante la prueba más larga no quiso pensar en la que tendría que correr después. Atravesó la línea de meta de Expomeloneras el viernes a las 11.00 horas parando el crono en 50.14:13. Tuvo exactamente 12 horas para recuperarse y tomar la salida de la 128 kilómetros, la cual partió a las 23.00 horas del mismo viernes desde Las Canteras. "Entre las carreras no pensé mucho, me repuse lo que pude, comí y dormí tres horas", detalló.
Papi completó una proeza al alcance de casi nadie en este planeta. Llegó a la meta en Expomeloneras a las 02.21 horas, completando la segunda carrera en 27.23:07. "Fue un momento muy feliz de poder terminar lo que me propuse el año pasado, me siento realizado", explicó. El italiano corrió en total 392 kilómetros en 77 horas y media, superando además un desnivel positivo de 20.756 metros. "Los últimos 20 kilómetros en la playa los pasé muy mal. Al llegar a la arena se me hizo muy duro, estaba muy cansado, me plantee retirarme", reveló Papi, que ya se recupera para volver a París y preparar su próximos retos, entre los que se encuentra otro doblete. "Primero la prueba de los glaciares y luego una doble de 200 kilómetros más la de 75 kilómetros", subrayó este corredor de otro planeta, que prometió volver el año que viene.
