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El día soñado de Andrea y Misa

Las grancanarias del Atlético de Madrid reviven el ambiente del Metropolitano en el choque ante el Barcelona | El estadio batió un récord europeo: 60.739 espectadores

Misa Rodríguez (a la derecha, con coleta y de lado), hace piña con sus compañeras del Atlético, el domingo en el Wanda. lp/dlp

Andrea Falcón y María Isabel Rodríguez, de 22 y 19 años, respectivamente, ya forman parte de la historia. Y lo hacen porque pertenecen al equipo cuya afición estableció el récord mundial de afluencia de público a un estadio para ver un partido de fútbol femenino entre clubes. El flamante Wanda Metropolitano registró una asistencia de 60.739 espectadores el domingo para ver el choque entre su equipo y el Barcelona. El Atlético perdió (0-2) y ninguna de las grancanarias jugó, pero ambas fueron testigo de un hito que demuestra que algo ha cambiado en este deporte.

"Se me pusieron los pelos de punta, fue una experiencia increíble. Ni en nuestros mejores sueños podíamos imaginarnos vivir algo así", relata Andrea, que vio el partido justo detrás del banquillo de su equipo, en la primera fila. Lleva un mes sin poder jugar por culpa de una fascitis plantar en el pie izquierdo y la fecha de su regreso dependerá de la evolución de su dolencia, pero vivió el duelo de otra manera.

"Eres más consciente de todo cuando estás fuera. Por ejemplo en San Mamés -donde la afluencia fue de 48.121 espectadores para ver el partido de Copa entre el Athletic y el Atlético- no estaba lesionada, tuve la oportunidad de jugar y lo viví distinto porque en el campo estás a lo que estás. Vives el ambiente los dos primeros minutos y al final del partido, pero en el caso del domingo, ya que estaba sentada en la grada, te fijas en todos los detalles, la gente, las pancartas... Es algo que jamás olvidaremos", comenta.

Lo mejor, el inicio

María Isabel, Misa, sentencia con una frase rotunda lo que para ella significó estar presente el domingo en el Metropolitano: "Me sentí futbolista de verdad". Acostumbrada a ver los partidos de la sección masculina en el graderío, asegura haberse sentido como uno de ellos, aunque prefiere no distinguir el fútbol por sexos.

Ambas coinciden en que lo que más les impresionó fue la salida al campo de las 22 protagonistas y el trío arbitral. "La gente se volcó con nosotras desde el minuto 1 hasta el final. Está claro que el resultado no fue el que queríamos, pero aún así, al acabar el partido, la afición del Atleti, que está a muerte con su equipo en las buenas y en las malas, nos animaron", señala Andrea.

"Empezó a sonar el himno del Atleti y todo el mundo estaba cantando para ti, para el fútbol femenino. No sabría explicar lo que sentí, pero me quedo con ese momento, con todo la gente animando, cantando, con pancartas con nuestros nombres... Cuando tú eres pequeña ni te imaginas que en un estadio pueda haber una pancarta con tu nombre ni que la afición coree tu nombre. Fue increíble", sostiene, por su parte, Misa.

Incluida entre la gente, aunque siempre cerca de las suyas, Andrea pudo comprobar lo que verdaderamente mente vive un aficionado que acude a verlas al Metropolitano. "Detrás había dos niños pequeñitos, que tendrían cuatro o cinco años más o menos, y conocían a todas las jugadoras. Yo les escuchaba hablar y le decía a una compañera que tenía al lado: 'Pero tía, mira cómo se conocen a todas y saben quién es cada jugadora", recuerda con cierta emoción.

Objetivo, la Liga

"Es algo que te hace ver que esto está creciendo, que ya nos conocen por ahí y que hasta los niños pequeños, que quizá están más habituados a pensar en Griezmann, Messi o Koke, nos conocen también a nosotras", indica.

Tanto Andrea como Misa, al igual que sus compañeras, están centradas en conseguir su tercera Liga consecutiva con el Atlético, cada una desde su papel en el equipo. "Desde que llegué al Atleti sabía cuál era mi rol. Empecé como tercera portera y este año, en mi tercera temporada, soy segunda. En todos los entrenamientos aprendo de Lola -la titular-, comenta María Isabel. La extremo, de su lado, concluye con un sentimiento común del vestuario rojiblanco: "Nos ha marcado a todas".

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