¿Qué significa para usted esta distinción institucional por su trabajo de investigación y estudio de la Vela latina?
Se trata de un reconocimiento muy bonito al trabajo que he realizado. Y más que en lo deportivo, en lo accesorio: el reglamento técnico que se elaboró en 1994, el libro Los botes y su campo de regatas, una aproximación técnica, que fue un trabajo que vio la luz gracias a Moisés Morán; o la memoria que sirvió para que años más tarde este deporte fuese declarado Bien de Interés Cultural
Y para este deporte vernáculo en general, ¿qué representa?
Eso no lo puedo decir yo. Es la segunda edición de los premios y soy la primera persona física a la que se le da un galardón. Y entiendo que en el futuro, seguramente, se valorará a alguien que ha hecho algo en beneficio de este deporte tanto en lo deportivo como en la divulgación, que es el apartado por el me han concedido a mí el galardón
¿De dónde le viene su amor por la Vela latina?
Mi padre, que era muy aficionado y un enamorado de todo lo relacionado con el mar y los barcos, me llevaba con ocho años a ver los botes los fines de semana; aparte, él hacía maquetas en mi casa. Con todo eso me entró el gusanillo por este deporte. Después, con 12 años, me embarqué en el Gran Canaria y hasta ahora.
¿Estos premios ayudan a preservar nuestras tradiciones?
Hoy en día la Vela latina no debe ceñirse exclusivamente a lo que es la competición. Para bien o para mal, es un Bien de Interés Cultural y por ello tienen que valorarse todos los aspectos relacionados con este deporte, desde la protección del campo de regatas hasta las profesiones relacionadas con él, como la carpintería de ribera o la velería. Entiendo que la Vela latina ya es
más que un deporte.
¿Cree que este deporte está perdiendo tirón con las ausencias de cascos históricos?
Hay que ayudar a los clubes para que se produzca el relevo generacional que tiene que haber y que así crezca el número de botes. La Federación tendría que ajustar su visión para fomentar la entrada de nuevos clubes en la competición durante los próximos años, e intentar que la inversión privada sostenga la llegada de esos nuevos botes, porque la Vela latina actual es más cara que la de hace varias décadas.
¿Es suficiente tener el reconocimiento de Bien de Interés Cultural para que este deporte vernáculo centenario continúe perdurando muchos más años?
Es suficiente, y con lo único que podemos contar en estos momentos. Ahora sólo nos falta que las empresas privadas inviertan en este deporte y vean en él un valor para no depender únicamente de las instituciones públicas; algunas de ellas hacen lo que pueden apoyando la competición. Las aportaciones de los esponsors que está buscando la Federación deberían revertir primero en ayudar a nuevos clubes para que estos puedan entrar en la competición -ahí por ejemplo está el caso del Porteño que es sangrante- y luego en ayudar a los botes durante la competición.
¿Cómo valora el trabajo de divulgación de la Vela latina que se está llevando a cabo?
Hubo una época en que no se hacía absolutamente nada en este apartado de la divulgación. Ahora desde la Federación se está invirtiendo en la Escuela, un trabajo que está bastante apoyado por los diferentes organismos públicos. Creo, y es una opinión personal, que el tramo de edades tendría que ser otro y que los alumnos deben salir directamente a navegar. Por otra parte, se podrían hacer más actividades para intentar acercar a la ciudadanía a nuestra base náutica.
