Rocasa Gran Canaria: Silvia Navarro; Melania Falcón (3), Haridian Rodríguez (2), Lisandra Lussón (2), Manu Pizzo (1), Sayna Mbengue (6), María González (2), Tiddara Trojaola (2), Dara Hernández, Gleinys Reyes (1), Arinegua Pérez (1), Carmen Toscano (1), Vika Macedo (4), Slavica Schuster (4), Yraya Machín (2) y Yuli Quevedo.

Godoy Maceira Porriño: Fátima Ayelén; Ana Cerqueira (2), Bárbara Cerqueira, Inés Hernández (2), Cecilia Cacheda (2), Begoña Otero, Aitana Santomé (1), Fátima Suaré (7), Alba Dapena, Sarai Samartín (2), Sandra Fernández (1), Alba Silva y Iasmin dos Santos (1).

Parciales: Cada cinco minutos: 2-0, 6-2, 8-3, 10-3, 14-5, 16-6; 18-8, 20-10, 24-12, 27-15, 30-16 y 31-18.

Árbitros: Álvaro García Vico y Juan María Sanmartín Almazán (Comité de Andalucía).

Incidencias: Juan Carlos Hernández (Jinámar, Telde). Lleno total con unos 800 espectadores.

Quedaba un minuto y el Juan Carlos Hernández se desató. Lo había hecho ya antes por momentos, pero no con lo que tantas veces soñó el Rocasa escuchar: el 'Campeones, campeones' con cientos de voces al unísono. Explotó ahí Jinámar, rebotó la felicidad y el éxtasis se adueñó del ambiente. Hacía ya varios minutos que el equipo teldense se sentía campeón, conquistador de una Liga Guerreras Iberdrola que se le había escurrido demasiadas veces, muchas. Y no, esta vez, cuando más cerca la tuvo, no la dejó marchar. Abrazó la Liga, un campeonato que dignifica y enorgullece a un club con más de 40 años de historia que vivió ayer su día más grande.

Porque aunque ya tenía cinco títulos en sus vitrinas del Antonio Moreno -el hombre del 'cachorro' que emprendió esta aventura en Las Remudas hace cuatro décadas-, el Rocasa voló con la Liga. Se coronó para siempre en el deporte canario, con una página brillante. Apabulló desde el inicio al Porriño, apartó la tensión, los nervios y los malos recuerdos para sentenciar la Liga por la vía rápida, con un partido extraordinario. Nunca vio peligrar el campeonato, nunca sufrió.

Eso de sufrir sí está en la genética del Rocasa Gran Canaria, liberado ayer de cualquier mal augurio. Reventó al Porriño (31-18) y disfrutó. Y es que lo del Rocasa con la Liga era puro magnetismo: cuando parecía que podían conquistarla, cuando se acercaba a ella, los polos se repelían. Ayer, después de toda una vida, de unos últimos años de coqueteo eterno con el título liguero, esos polos se unieron, se pegaron por primera vez para la eternidad.

El Juan Carlos Hernández de Jinámar bombeó desde el inicio. Ni un trozo de cemento libre desde las presentaciones de los equipos, con gente de pie en el recinto. El calor de las gradas presagiaba algo grande esa tarde para el deporte de Las Remudas, de Telde, te toda Canarias.No aparentó en todo ese momento que el peso de la historia recayera sobre las jugadoras de Carlos Herrera, que sonreían, se abrazaban, disfrutaban del inicio de su día de gloria: a un punto de ganar la Liga Guerreas Iberdrola por primera vez para la entidad, tras más de una vida en la División de Honor, tras casi 30 años en la élite del balonmano femenino nacional.

Inicio épico

Sí, el ambiente era el idóneo, pero faltaba lo que da de comer de verdad: el nivel sobre la pista. En ese aspecto, el Rocasa Gran Canaria no falló y siguió un guión idílico para caminar sin temor hasta el título en la última jornada. El encuentro arrancó de la mejor manera posible: con Silvia Navarro parando. Negó la internacional Sandra Fernández en su primer intento, algo que no pudo hacer Fátima Ayelen cuando María González encontró su espacio central en el primer ataque.

Esa fue la tónica de los primeros cinco minutos de partido: Silvia Navarro de muro, intimidando cada acción en ataque de las gallegas, siempre bien arropada por la defensa del cuadro grancanario, dura, conocedora de lo que tenía entre manos -la guardameta se marchó hasta las 11 paradas en la primera mitad-.

Abrió trecho el Rocasa desde que Sayna Mbengue sacó su látigo a paseo (4-0). Las de Carlos Herrera tenían el partido donde querían, agarradas a su poderos 6-0 y con cierta eficacia en el ataque. Corrió a su favor la renta hasta los cinco tantos cuando María González, la gran capitana, volvió a encontrar el interior de la portería de Ayelen (7-2).

Ese trecho que labraba el Rocasa no hizo más que crecer en los siguientes minutos. Haridian Rodríguez y Melania Falcón siguieron a lo suyo: aumentar el tanteo de su equipo (8-3). Algo a lo que se unió Tiddara Trojaola -tras su tercer intento- para disparar al Rocasa hasta los seis goles de distancia (9-3).

El Rocasa levitaba ya. Se vació. Peleó cada balón como el último y, tocado, en ataque y en defensa para para marcharse definitivamente en el marcador. Nadie quería dejar sin poner su rúbrica en el día más grande del Rocasa. Se animó Manuela Pizzo, goleó Slavica Schuster, Arinegua Pérez Risco, Gleynis Reyes... Carlos Herrera había empezado a rotar a sus jugadoras. Todas merecían vivir el júbilo de la Liga Guerreras, de un día inolvidable para la memoria colectiva del deporte canario.

Un tanto de la brasileña Vika Macedo, que disfrutó en la pista en su última día con el Rocasa Gran Canaria, dejó la distancia entre ambos equipos en diez goles. Una decena de razones para pensar que la Liga, ahora sí que sí, estaba solo a 30 minutos (16-6).

Desenlace y fiesta

El descanso desató la fiesta: aparecieron Los Gofiones sobre la pista. Primero, emocionaron con el 'Gran Canaria'; descorcharon la euforia con el 'Somos costeos', con el Juan Carlos Hernández en pie, con el himno más popular de la tierra, ya con parte de las jugadoras saliendo a escena.

La entrada del segundo acto no dejó un Porriño entregado. De hecho, en los primeros compases puso el primer parcial a su favor de todo el partido, con un 1-2 ,que contrarrestó sin problemas el Rocasa. Nada ni nadie iba a apartar al equipo de Carlos Herrera y Roberto Santana de la Liga, su Liga.

Ni siquiera el empeño de la lusa Fátima Suaré, poderosa cada vez que sacaba el brazo, hizo temblar a un Rocasa que se olvidó de todo para gozar con el balonmano, un deporte que les ha dado mil alegrías, mil anécdotas, mil lágrimas y sonrisas, y una velada inolvidable. Y las que vendrán. Porque Yraya Machín o Yuli Quevedo también tuvieron su momento para demostrar que al Rocasa no le falta material más abajo.

La vieja guardia, la que más sabe qué es eso de ver cómo se escapa una Liga, entró de nuevo para disfrutar de los últimos minutos de un encuentro donde el Rocasa llegó a doblar al Porriño en el marcador. Se gustó ahí de nuevo el cuadro de Las Remudas hasta el final. Un desenlace apoteósico que se marcha directo al edén del deporte canario.