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Zidane, el camping de Salinetas y una promesa por Rubén

El entrenador Carlos Herrera desmenuza, desde su caravana donde pasa el verano, sus sentimientos después de conquistar la Liga Guerreras Iberdrola con el Rocasa

Carlos Herrera, en el banquillo durante la finalísima por la Liga Guerreras, entre Slavica Schuster (18) y el médico del club, Miguelo Montes. j. pérez curbelo

"Yo no soy Zidane, yo soy un tío de Las Remudas". La frase la dice el artífice desde el banquillo del día más grande del Rocasa Gran Canaria. Cuando acabó el partido y el pabellón Juan Carlos Hernández se desalojó, Carlos Herrera, técnico principal del cuadro teldense, tenía tarea. Junto con el gerente del club, Yubal Moreno, hijo del patriarca Antonio, empezó a descolgar todas las pancartas publicitarias que engalanaban el recinto deportivo. Esos soportes publicitarios debían estar en el Antonio Moreno de Las Remudas, la casa original del Rocasa, colocados esta mañana para la disputa de un torneo de categorías inferiores.

Herrera aplazó la celebración para la noche de ayer. El día siguiente para el campeón empezó bien pronto: su hijo Rubén tenía partido de fútbol con Las Huesas -club con el que también colabora-. Después, la desconexión en el club de camping y caravanas de Salinetas, donde pasa los veranos acompañado de sus amigos y familia. Una familia que, como casi todo en su vida, también huele a deporte, también huele a balonmano. Y es que Rita, su mujer, estuvo a sus órdenes sobre la pista.

El viernes, Herrera nunca dudó. "Lo teníamos en mente. Era un objetivo tan complicado como alcanzable, con el grupo de chicas que teníamos y sabiendo que la liga estaba tan difícil, sabíamos que se podían perder puntos en muchas canchas. Y justo eso fue lo que pasó", resume el preparador teldense.

Un triunfo que dejó un reguero de mensajes de felicitación para Herrera, por mil vías. "Hay gente a la que ni conozco personalmente de la que me han llegado mensajes al móvil o a Facebook. Es algo emocionante. También de mucha gente que no está relacionada directamente con el balonmano, que fueron por primera vez a ver al Rocasa... No solo hemos conseguido el objetivo de ganar la Liga sino también de enganchar a gente a este deporte", apunta.

Los otros Herrera

Si el Juan Carlos Hernández rugió durante todo el partido fue en parte por el empuje de la gente que nunca falla a Las Remudas. Entre ese grupo, la 'peña Herrera', con los hermanos del entrenador a la cabeza: Toño, Javi y José. "Ellos lo pueden disfrutar. Creo que la gente que acudió al pabellón se lo pasó de lujo porque los hicimos disfruar con el partidazo que nos echamos. Yo nunca había visto en un partido de balonmano el 'Hola Don Pepito, hola Don José'. Fue un día para el recuerdo", sentencia.

Porque si algo tenía claro el técnico era que sus jugadoras eran las primeras que debían disfrutar sobre la pista, vivir el momento sin miedos y sin tensión. "Se los dije claro: si había alguna jugadora que estuviera con miedo, que se quedara en casa. Y ninguna se quedó así que estaba todo dicho. Si este partido nos llega a tocar con el nivel de juego que teníamos a principio de la temporada ellas mismas hubiesen dudado, pero tal y como estábamos no había ni un porqué para hacerlo", sentencia el preparador.

Antes del partido, inspirado en el técnico de balonmano Xesco Espar -como reflejó la exjugadora del club Alba Albaladejo en un artículo publicado ayer en LA PROVINCIA-, Carlos Herrera se dirigió a sus jugadoras para darles la última charla motivadora. Todo seguro de sí mismo, de su capacidad de convencer. Porque cuando Herrera desmenuza cuál ha sido una de las claves para que el equipo haya conseguido este título liguero mira a un aspecto de su colectivo: el respeto hacia su persona.

"Ellas querían que yo estuviera aquí y yo también lo quería. Somos una familia. Tenemos nuestros problemas, nuestras historias, lo tenemos que resolver nosotras: si no, es imposible. Teníamos que llegar a un entendimiento. Soy un amigo y daré siempre la cara por ellas, peleó por ellas. Pero ellas también entendieron cuál era mi papel este año. La comprensión fue mutua y al final todo ha salido muy bien", agrega.

Un final de partido donde Herrera se acordó de todos los suyos: de sus jugadoras, su familia y sus amigos. Entre todos sus compadres, sobresale en sus celebraciones uno que ya no está de manera física, pero que siempre le acompaña en cualquier gran gesta de este Rocasa. Ese amigo es Rubén, fallecido junto a su esposa en el accidente del JK 5022 en Barajas, en aquel avión que se tragó la vida de 154 personas. "Todo lo que ganara en mi vida se lo iba a ofrecer a él", narra.

Carlos y Rubén, natural de Ingenio, se conocieron en el mundo del balonmano. Ese verano de 2008, Herrera acudió a Madrid para la boda de su amigo con su pareja. El "grupo de Ingenio del balonmano" volvió para Gran Canaria un día antes; en el JK 5022 regresaba él con su mujer, a la que le faltaba algunos exámenes que completar de sus estudios.

"Mi hijo se llama Rubén por él", contesta el hombre que llevó a la gloria al Rocasa Gran Canaria junto a Roberto Santana. La promesa de compartir con Rubén cualquier día de júbilo con el balonmano siguió firme en Jinámar, donde sacó la camiseta con su foto y con el lema de 'Siempre juntos'. Ese es Carlos Herrera, un tipo tan normal como extraordinario.

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