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De la caña al volante

José Mari Ponce, patrón del 'Guanche' que debuta el domingo como piloto de coches, explica que su hija Martina "apretó a mi padre para que me diera la oportunidad"

Ahora le llega el turno al hijo de experimentar lo que se siente llevando un coche de carreras en una competición. LP

José Mari Ponce Fernández (Las Palmas de Gran Canaria, 1978), por unos días, ha cambiado la caña de su bote de Vela latina, el Pueblo Guanche, por el volante, el de un Seat 600 JRT. Al experimentado y laureado regatista le ha llegado el momento de poder emular a su progenitor, José María Ponce Anguita (Las Palmas de Gran Canaria, 1955), afamado piloto grancanario que le cede su montura para que su vástago se estrene en una competición de motor. Será en la tercera reunión del Campeonato Regional de Velocidad, a celebrar el domingo en el Circuito de Maspalomas.

El protagonista explica que este reto surge por el empeño de su hija Martina, la mayor. "Ha sido la que ha apretado a mi padre para que me diera la oportunidad, porque a mí en la vida se me ha ocurrido ni siquiera decirle que tenía ganas, ni que si me lo dejaba ni nada", apunta.

"Le tengo un enorme respeto a lo que él hace, porque sé perfectamente lo difícil que es poder llevar un coche de carreras", explica José María hijo, que reconoce los problemas que se pueden tener si se le pide la montura a su progenitor, "aunque sea únicamente para dar una vuelta".

Martina, según el patrón del Guanche, le espetó a su abuelo: "¿Tú sabes que a mi padre le encantaría algún día poder probar el coche?". Y de ahí surgió la idea: "Fue un regalo que me hizo las pasadas navidades".

José María hijo reconoce que sus padres "siempre intentaron separarme del mundo de las carreras". "De pequeño hacía motrocross y en un momento dado vendí la moto; me compré un optimist con el dinero que sacamos de la venta y me puse a navegar", relata el regatista metido por unos días a piloto.

Recuerda que, incluso, algunos amigos de su progenitor le ofrecieron correr en karting, "pero él no me dejaba". Cuando comenzó a navegar en competiciones nacionales con buenos resultados, lo tuvo claro. A partir de ahí cada uno iba por su lado en cuanto a la trayectoria deportiva.

Ponce Fernández espera con ilusión la cita del domingo, porque ha mamado desde siempre el automovilismo dentro de su familia -su tío Toñi ha forjado también una carrera exitosa en este deporte-. "Me gusta de toda la vida y lo he compartido siempre en mi casa. Cuando mi padre me lo propuso ni me lo pensé, lo agarré rápido", señala.

Ya ha hecho el aprendiz algunas pruebas con el Seat 600 JRT: "Estoy más o menos en los tiempos previstos. Lo verdaderamente difícil será correr con tantos coches alrededor; hay que tener cuidado en la salida, sobre todo, y saber mantener el ritmo todas las vueltas, no puedes cometer errores".

Reconoce el neófito que ha recibido "treinta mil consejos" de su padre. "Tengo que filtrar algunos de ellos, ya que él quiere que lo haga lo mejor posible y que me encuentre cómodo en el coche". Ya ha probado diferentes reglajes y variables, tantos que su respuesta a todo esto fue "esto tiene más velas que un barco", cuenta sonriendo.

Explica José María hijo que su progenitor ha insistido "en hacer bien las trazadas en el circuito". "Aunque parece sencillo, resulta complicado. Al final, con ello colocas el coche, te permite salir rápido de las curvas y frenar más tarde para entrar en ellas". La teoría está bien, "pero a 200 por hora la dificultad se eleva hasta la enésima potencia".

El patrón de Pueblo Guanche ha realizado dos pruebas "en serio" en el circuito, "y ya hemos cambiado de todo y no hemos salido dos veces iguales". Mañana tiene previsto hacer el último test previo a la carrera "para decidir las cosas con las que nos vamos a quedar definitivamente de todas las que he probado".

Cogía el Seat 600 JTR a principios del año pasado, pero haciendo rodaje, es decir, "no podías pasar de cinco mil vueltas; realmente era como ir en tu coche sentado y dando giros". Dando vueltas en serio, ha dado tres, "el resto ha sido montarme con mi padre al lado y recibir consejos, poco más".

Más allá de hacer un gran resultado, Ponce Fernández sólo pretende disfrutar: "Lo único que deseo es no tener ningún problema con otros coches y que no rompamos nada, ya que mi padre tiene una carrera una semana más tarde en Tenerife. Pensando que supone un riesgo y una responsabilidad, me lo tomaré con calma e intentaré hacer las tres pruebas (entrenamiento, clasificación y carrera) sin tener ningún problema".

La ilusión del papá

El hijo reconoce que le está sorprendiendo mucho lo ilusionado que está viendo a su padre con la experiencia: "Más que preocupación, pienso que tiene ilusión en que las cosas me salgan bien, y supongo que también por verme detrás de un volante. Igual ahora se arrepiente de no haberme dado la alternativa antes (risas). Me acordaré de mis padres seguramente poco antes de la salida". Pero así y todo, no cambia absolutamente nada de lo vivido en el mundo de la vela durante todos estos años por el automovilismo.

Y llega la gran pregunta, ¿qué es más complicado, llevar la caña de un bote o un volante?: Creo que es más difícil llevar un barco. Al final un coche lo conducimos todos, casi a diario. Lo complicado es saber hasta dónde lo puedes llevar. Lo que resulta complicado verdaderamente es llevarlo rápido".

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