"Sé que primero llamaron al club para informarles, pero a mí me llamó José Ignacio [Fernández, director técnico femenino de la Federación Española de Baloncesto]. Entonces va y me dice que estaba seleccionada para esta convocatoria. No me lo esperaba para nada, me sorprendió muchísimo. Nada más colgar, fui al grupo de wasap de la familia, donde están mis padres y mis hermanos y lo escribí allí. Ya después los llamé. Es un orgullo poder estar aquí porque no me lo esperaba, es un sueño conseguido".

Esta es la última muesca que ha firmado Maite Cazorla (Las Palmas de Gran Canaria, 1997) en unos meses donde su vida y su carrera deportiva no ha hecho más que derribar muros. El pasado mes de abril, en su último año con las Ducks de la Universidad de Oregon, consiguió ser la primera española en lograr pisar la Final Four de la NCAA. Poco después fue seleccionada en el draft de la WNBA y solo unas semanas después había debutado en la mejor competición de baloncesto femenino del planeta de la mano de Atlanta Dream. Volvió a España para jugar en el Perfumerías Avenida de Salamanca y hoy puede cerrar el círculo: está econcentrada con la selección absoluta, con la que tiene la oportunidad de debutar frente a Francia en Zamora (20.30 horas, Teledeporte).

"Ha sido un año en general superocupado y lleno de éxitos. Ojalá pueda seguir así. Es que es imposible quedarte con algo, con un momento, la selección española es un sueño más. Cada cosa que he logrado sé que es fruto de mi esfuerzo y solo puedo estar agradecida por poder vivirlo así", resume la base grancanaria, que lleva desde los 14 años lejos de la Isla, cuando dejó el CB Islas Canarias para firmar en el Segle XXI de Barcelona.

Ahora, con 22 años, Cazorla vive su primera experiencia en la absoluta con jugadoras como Laia Palau, que, con 40 años recién cumplidos, ya era profesional del baloncesto cuando la grancanaria no había nacido. "Es una oportunidad increíble. Ya le gustaría a todo el mundo que se dedique a esto tenerla al lado. Había jugado contra ella, pero compartir un vestuario es otra cosa", explica la isleña, que tiene en Leonor Rodríguez una guía en este grupo. "Se porta genial conmigo. El espíritu de familia que tiene la selección es tremendo", resalta.

En el horizonte, con la camiseta de la selección, Cazorla guarda más sueños que cumplir, más metas que alcanzar. Y el próximo que tiene el combinado nacional es estar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. "Sé que será difícil estar ahí y en el preolímpico. Solo van 12 y con el grupo de jugadoras buenísimas que hay estará complicado. Soy joven y no me pongo plazos, así que ya se verá", recuerda.

Porque si algo define la carrera de Cazorla es cómo le ha dado siempre una vuelta más. Por ejemplo, con esa histórica Final Four de la NCAA. "Cuando llegué el primer año, me dijeron que para mi tercer o cuarto año tendríamos opciones de llegar. Después te ves allí y sabes que es muy difícil ese objetivo. Lo conseguimos, lo viví con los míos cerca y fue espectacular el ambiente", apunta. "Después llegó lo del draft, que sabía que podía tener alguna mínima posibilidad, porque había tenido una entrevista con la entrenadora de Atlanta, pero no era seguro", rememora Cazorla. De ahí a la élite mundial. "Tener la oportunidad de jugar contra las mejores y con las mejores, en sitios como la cancha de los Lakers es increíble, casi inexplicable", sentencia. Y lo que le queda.