La Provincia - Diario de Las Palmas

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BARRACA Y TANGANA

El frío

Asunto común es quejarte por lo que tienes y añorar lo que un día perdiste, aunque también te estuvieras quejando entonces. Resulta que hace frío, ha llegado el frío y algo habréis oído, hace frío y no puedo evitar pensar lo bien que estaba en verano sin encender el calefactor para entrar en la ducha, sin acumular capas de ropa estúpida y sin preparar un kit de supervivencia polar para ir a sufrir al estadio.

Resulta que hace frío y resulta que echo de menos el verano aunque en verano fuera al revés y crecieran en mí las ganas de frío, porque qué pereza en verano tanto calor y tanta playa, que no se puede ni estar en la calle, que menudos horteras nos volvemos todos en verano, que no se puede vivir con el sol pegando en la cabeza, que por favor llegue el frío que con chaqueta estamos más guapos. Resulta que hace frío y ahora echo de menos hasta la Copa de África, de lo poco que recuerdo del pasado verano: Madagascar iba pasando tantas eliminatorias que por un momento pensé que se cruzaría con Ice Age o Zootropolis en cuartos.

En el fútbol, la Liga no empieza de verdad hasta que has de ponerte el abrigo para ir al estadio. Lo anterior son fuegos de artificio, restos de pretemporada, comedias ligeras de verano. Del mismo modo, la Liga no se decide de verdad hasta que te quitas otra vez el abrigo en primavera para ir al campo, es más o menos así el ciclo con permiso del cambio climático. Los equipos saben bien esto, los grandes sobre todo, y practican de entrada el dejarse llevar, no se preocupan aún por nada demasiado. No hay pánico mientras sobrevivan, mientras estén a tiempo de todo. La duda surge entre el querer y el poder, como siempre, como poco.

Cuando eres joven, cuando tienes toda la Liga por delante, hay cosas que no haces porque no te apetece, porque no quieres. Vivir en otra ciudad, estudiar otra carrera, acercarte al partidillo del entrenamiento de los jueves para saber antes que nadie los titulares y los suplentes. No lo haces porque no quieres. Pero cuando envejeces, cuando te estás jugando la Liga, esas mismas cosas no las haces porque no puedes. Es un matiz que duele, no mucho pero duele, un pinzamiento real y tenue. Se puede vivir con él pero asumes que eres menos libre: antes aunque no quisieras hacerlas, tenías la posibilidad de hacerlas.

Yo veo al Barcelona ahora hacerse el remolón y encadenar partidos mediocres, asirse a la temporada colgado al gancho de Messi, y dudo si no quiere o si no puede hacer más de lo que hace. Desde luego, si no quiere lo disimula muy bien, pero quién sabe. Por mucho pronóstico aventurero que se lance, recién llegado el frío, para conocer la respuesta habrá que esperar, sin abrigo, hasta la primavera que viene.

Por el momento, la intuición conduce al viejo chiste. Un hijo está mirando el cielo y le pregunta al padre qué está más cerca, si la Luna o Teruel. El padre le contesta si está bobo, si acaso desde ahí ve Teruel. Diría yo que al Barça le pasa algo parecido, porque ve la Luna, que es Messi, pero no el problema que tiene más cerca, Teruel, pero el problema está y existe, como Teruel también.

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