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Miguel Ángel Ramírez, un campeón inesperado

El entrenador grancanario conquistó la Copa Sudamericana con el Independiente del Valle ecuatoriano tras seis meses en el cargo

Miguel Ángel Ramírez (en el centro de la imagen), entrenador de Independiente del Valle, junto a la Copa Sudamericana y un grupo de niños de categoría sub 12 pertenecientes al club ecuatoriano. lp / dlp

Transcurría el mes de abril del presente año cuando tobo iba bien para Independiente del Valle. Era, nada más y nada menos, que el líder de la Liga ecuatoriana. Sin embargo, su estabilidad empezó a tambalearse cuando Ismael Rescalvo, entonces el entrenador, renunció al cargo para marcharse a otro equipo del país, el Emelec. El sustituto, durante unos partidos, fue Yuri Solano, ascendido desde el filial, hasta que una oportunidad inesperada, ya en mayo, se le presentó al grancanario Miguel Ángel Ramírez, que llevaba algo menos de un año como director formativo del club.

Fue una sorpresa para él. "No me sentía preparado todavía para el mundo profesional porque también entendía que, cuanto más arriba, menos fútbol y otras cosas que no me gustan. Pero luego en el día a día me ayudó el grupo que teníamos, y me dije: 'Esto no es diferente a lo que venía haciendo. Igual tuve más problemas con los cadetes de Las Palmas que con esto'. Me sentí cómodo y sí que empecé a sentirme preparado. Y ya me enganché", recordó ayer durante una comparecencia en su isla natal.

Tanto fue así que ya no piensa en dejar los banquillos. Con contrato hasta 2021, ya se siente un entrenador profesional. Y además con prestigio, porque en apenas seis meses llevó a su equipo a conquistar la Copa Sudamericana, el torneo equivalente a la Liga Europa. Un éxito tremendo a la par que inesperado que convirtió a Ramírez en el segundo entrenador canario en conquistar un título continental, junto a Luis Molowny, que ganó la extinta Copa de la UEFA con el Real Madrid en 1985 y 1986.

Empezó a darse cuenta de que Independiente del Valle podía quedar campeón a partir del cruce de cuartos de final contra otro Independiente, el de Avellaneda, el argentino. "Cuando fuimos capaces de ir a un estadio como el Libertadores de América, lleno de gente, apretando, y pudimos eliminar a un equipo como ese, aunque allá perdiésemos (2-1, mientras que la vuelta fue 1-0), empecé a creerlo, sobre todo porque nuestro funcionamiento colectivo estaba siendo superior al de los demás".

Antes, con él mismo en el banquillo, había dejado atrás al Universidad Católica de Chile. Luego, en semifinales, al Corinthians de Brasil. Hasta que llegó el gran día, el 9 de noviembre, cuando estalló la locura en Asunción. Fue allí donde el cuadro ecuatoriano se impuso (1-3) a Colón de Santa Fe (Argentina) y se convirtió en el segundo equipo del país en ganar un título internacional, junto al LDU de Quito.

Lo hizo con un equipo basado en gente joven, de la casa, lo que elevó todavía más su trabajo anterior como captador y formador. "Lo que tiene Ecuador es que hay muchas razas en el mismo país. Un porcentaje muy alto de los que tenemos nosotros son de raza negra; físicamente muy fuertes, rápidos; técnicamente aceptables, bien; y tremendamente alegres. No paran de cantar, de bailar...", describe el grancanario.

Algo que, por otra parte, llevan hasta el último extremo. "En semifinales, yendo a reconocer el estadio del Corinthians, entraron bailando, con la música a tope, y yo decía: 'Estos cabrones, ¿no están cagaos, que juegan mañana contra el Corinthians?", recuerda con Gracia.

'Estilo Guardiola'

Con Guardiola, Quique Setién o Gabi Milito como referentes en los banquillos, Miguel Ángel Ramírez se hizo a sí mismo como entrenador con el paso de los años, sobre todo desde que se marchó de Gran Canaria hace ocho años, después de nueve como técnico en las categorías inferiores de la UD Las Palmas.

"El entrenador canario tiene que saber que no nos van a venir a buscar aquí. No nos van a venir a llamar a la puerta, porque hay muchos y muy buenos. Somos nosotros los que tenemos que salir. Aquí hay una competición muy endogámica. Todo es aquí y todo es entre nosotros. Para poder dar un paso más, superar esas barreras, hay que salir", lanza como reflexión.

En su caso, pasó seis años en Catar con la Academia Aspire y uno en el Alavés hasta que cruzó el charco, atraído por el proyecto de una entidad sin mucha afición, pero querido en todo el país por ser referencia a nivel de captación. "No es un club como tal, sino un desarrollador del talento ecuatoriano", sostiene.

Conquistada la Copa Sudamericana, ahora Ramírez ve a su equipo capaz de ganar la Liga. Confiesa que ve a la UD Las Palmas cada vez que puede, y que ni siquiera se ha planteado dirigir al cuadro amarillo. Porque lo que busca de momento es volver pasear la bandera canaria.

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