La selección española sub-18 dominó en la segunda jornada de la Copa del Atlántico y se impuso 2-0 a Japón gracias a los tantos de Slavi y de Robert Navarro, de falta directa. España acaricia el título al sumar seis puntos de seis posibles y de sacar un punto como mínimo mañana contra México (18.30 horas) será campeón.

No tardó en abrir la lata la selección de Pablo Amo. Con un juego más ordenado que conjunto nipón, la circulación de balón de La Rojita permitió que Slavi recogiera el esférico en el costado izquierdo del área de Sasaki, se orientase el cuero hacia la meta rival y con un zapatazo cruzara el balón al palo contrario.

La superioridad española se hizo patente a través del balón. Como si se tratase de la Absoluta, el combinado juvenil plasma los conceptos de dominio de la pelota y con ella construía sus ocasiones de gol sobre el arco rival.

En esa filosofía de amor por el balón, la brújula de Aitor en la sala de máquinas y la determinación de Róber en la mediapunta para descodificar el entramado defensivo de Japón resultaron clave en la victoria española. Los asiáticos no podían hacer otra cosa que esperar el fallo de los locales para intentar salir al contraataque en su intento de igualar la contienda ayer.

La primera ocasión asiática llegaría en el minuto 25. Hasta entonces el área de Iván Martínez fue un páramo en el que no hubo presencia de ningún Óliver Atom, que ayer fueron los jugadores españoles. El primer uy del medio centenar de aficionados nipones que se encaramaron sobre la valla de la grada del Anexo lo provocó Tanabe, que culebreó por la banda derecha para tumbar a Javi López y plantarse delante del marco y mandar su disparo por encima del travesaño.

Al descanso se llegó con un ambiente pausado sobre el césped en cuanto a los continuos intercambios de posesión del balón entre los dos equipos.

Regresaron con ganas de cambiar las tornas los nipones con centros desde las bandas para que sus delanteros cazara alguna, pero sin conseguir éxito.

Yéremi del Pino quiso que sus botas cogieran protagonismo. El grancanaria, desde su banda derecha trazaba diagonales con a intención de desequilibrar la línea defensiva japonesas descubrir sus grietas.

Pero fue su compañero en la mediapunta, Rober, el que puso el definito 2-0 en el minuto 60 con un toque maestro a la ejecución de una falta a 20 metros de la portería contraria. Acarició el balón y con una rosca sutil superó la barrera para batir a Sasami.

No hubo más emoción en el Anexo del Estadio de Gran Canaria que la que pusieron los aficionados japoneses, que no dejaron de animar a su equipo hasta el minuto 90.