Sitapha Savané siempre fue un jugador diferente, que rompía el tópico de que deporte y política no se podían mezclar. No le viene de nuevo a este hijo de diplomáticos senegaleses, que desde pequeño supo de la importancia de la política para lograr victorias sociales. Su madre le decía “lo que hagas, será un reflejo para mucha gente como tú. Tú, quieras o no, eres un embajador”. Una máxima que ha seguido durante su trayectoría deportiva y ahora, dos años después de retirarse, el expívot del CB Gran Canaria, entre otros, y comentarista televisivo aprovecha su proyección mediática para sumarse al movimiento antirracista mundial generado tras el asesinato de George Floyd. Hijo adoptivo de Gran Canaria y de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, actúa como portavoz de la Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente en España, creada con el impulso de las protestas en Estados Unidos.

Estoy encantado de poder ayudar a gente con más trayectoria. Como tengo una cierta relevancia mediática, y se conoce a Sitapha, quizás puedo llegar a más sitios, aunque me lleve algunos chascos”.

Savané reivindica que los deportistas tienen el mismo derecho que cualquiera a posicionarse política y socialmente. Eso sí, les pide lo mismo que al resto: que se informen antes de hablar. “Es una locura o una tontería decir que los deportistas no pueden opinar como cualquier otro. Pero se ataca si no sabes de esta cosa. Todos tenemos en mente casos de deportistas que opinan una cosa y luego lo contrario. No hay que hablar de política y de temas que no controlas. En ese caso, mejor cállate y juega con tu balón. Si hablo de política es porque toda mi vida me ha interesado. El deporte puede ayudar mucho a concienciar”, explica el licenciado en Económicas, que actualmente cursa un MBA y habla seis idiomas.

Recuerda cuando llegó hace 20 años a España para jugar en Menorca y le sorprendieron los gritos racistas de aficionados. ”Palabras gruesas, como el negro de mierda de toda la vida”. No solo hacia él de aficionados rivales, sino de seguidores de su equipo a contricantes. “Cuando escuché a alguien de mi afición, me giré para llamarle la antención. Al día siguiente se disculpó y le dije ‘tío, ¿pero cómo haces eso? Le gritas eso y tienes a otro en tu equipo”.

El expívot de Tenerife, Gran Canaria, Estudiantes y Joventut cree que en los estadios el cambio tiene que venir no de los jugadores víctimas de racismo si no de sus compañeros: “Si en lugar de decírles, ‘tú pasa, quédate’ todos los compañeros dejan de jugar, se acabaría pronto el problema”.

De todas formas, señala que lo que sufren los deportistas es “una gota de agua comparado con el vaso entero que se tienen que tragar otros. Pero si solo hablamos de experiencias personales siempre podrá salir el autodenominado negro de Vox diciendo que a él no le ha pasado”.

Por eso, más allá de relatos personales, Savané considera que se necesitan datos. Como el que señala el informe de la ONU que explica que en España un negro tiene 42 veces más opciones que un blanco de que le pare la policía: “Ya he dejado de contar las veces que me han parado con mi coche, llama la atención que un chico negro conduzca un Audi. Y cuando pregunto ‘hay alguna razón para que se me haya parado’, me dicen ‘ninguna, puede marcharse’. Mi mujer, que es blanca, dice que la proporción no es normal. Por eso hacen falta estadísticas oficiales”.

Aunque organizaciones antiracistas recopilan estas agresiones, el ex del Granca defiende que debería ser el Gobierno el que las recoja y publique. Desde plataformas como la suya ven con preocupación el “sentimiento de impunidad” de las agresiones racistas ha aumentado desde el auge de Vox, de la misma manera que ocurrió en Estados Unidos con el ascenso de Trump: “No hay políticos que planten cara al discurso de extrema derecha y el resultado son este tipo de agresiones”.

Savané explica que durante 18 años había estado orgulloso de que la extrema derecha no estuviera en las instituciones en España, pero “por desgracia ya acabó”. “Como demócrata respeto a todos los partidos, pero estos votantes no aparecen de la nada”, apunta.

Que no salga gratis

Reflexiona que el racismo está mezclado con clasismo y aporofobia (fobia a los pobres): “El trato que yo recibo nada tiene que ver con el que recibiría un senegalés que fuera un clon mío. Cómo cambia la película cuando no saben quién eres y cuando sí”.

Apunta que “la educación es clave y que el racismo se aprende y se puede desaprender”. Y reclama que las leyes permitan que “no salgan gratis las situaciones de dicriminación”. Por eso interpela al Estado a tomar medidas para acabar con las diferencias salariales, facilitar el acceso a la vivienda y hacer cambios en la ley de extranjería: “No puede haber un mantero que esté 10 años en España sin poder tener papeles. Nadie es mantero porque le apetece o quiere defraudar. Lo es para poder comer y sobrevivir. Los que defraudan millones lo hacen desde oficinas y con ayuda de abogados. Se necesita un proceso claro para regularizar, no un limbo de administraciones. Parece que quieran tener fantasmas, no sabemos cuántos ni en qué condiciones”.

Confía Savané en que el fenómeno mundial generado sacuda los cimientos del “racismo estructural, institucional y social”. “Es increíble lo que pasó con Floyd pero no vemos lo que pasa aquí. Hace dos meses no se hablaba de racismo en España y la situación no era diferente. Es el momento de lograr algo concreto ahora que la sociedad escucha”, argumenta. Pide “cambios reales y concretos”, que no sean solo “cambios cosméticos” y que “de algo malo salga algo bueno”.

El expívot, que se declara feminista desde pequeño, considera que el “movimiento antirracista está ahora en España como el antimachista hace 25 años”. “Es justicia contra discriminación, no es blancos contra negros, de la misma manera que feminismo no es mujeres contra hombres. Si yo cobro más por ser hombre que una mujer eso es discriminación. No es una guerra de color. La inmensa mayoría del país no es racista”, concluye.