Cuando Andrés Iniesta marcó en el minuto 116, ya en la prórroga, el gol que proporcionó a España su primer y único Mundial, un estallido de euforia se propagó por todo el país y las portadas de los periódicos se hicieron monográficas.

El mundo futbolístico ciertamente se rindió al juego desplegado por la Roja durante aquel Mundial. La furia había dejado paso al toque. Jugadores bajitos pero rebosantes de talento se adueñaron del balón y derrotaron a una selección detrás de otra. No jugaron en la final tan bien quizá como en la semifinal ante Alemania, abatida con un cabezazo tremendo de Carles Puyol, pero fueron a lo largo de todo el torneo un combinado muy competitivo, dirigidos con la mano sabia y el discurso sereno de Vicente Del Bosque.

Iniesta se ganó el protagonismo en todas las portadas -este diario ofrece la oportunidad de recordar algunas de las más espectaculares del momento- un chico humilde que venía de un año terrible, golpeado por una depresión, una lesión traicionera y la muerte de un amigo íntimo, Dani Jarque. Fue héroe sin estar forjado por las hechuras clásicas de los héroes.

Un futbolista que juega aún como una bailarina, deslizándose por el césped, suave, con elegancia, con una técnica depuradísima, pero que aquel día en Sudáfrica, en el minuto 116, chutó con todas las fuerzas de su musculatura. No existían ni existen las manos capaces de parar toda la determinación de aquel disparo. Todo un país, desde aquel instante, salió a la calle a celebrar el éxito inusitado.... una década después El Periódico de Catalunya pone en marcha un serial especial, que se extenderá durante la próxima semana, y que en distintos formatos digitales y papel analizará en profundidad la relevancia deportiva de aquel momento histórico, además del fenómeno emocional y social que significó para prácticamente todo un país.

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