El plan de José Mourinho estaba trazado a la perfección. Los cambios en el sistema de juego, con Pepe como centrocampista en el partido de ida, habían quedado en el olvido. La derrota por 1-2 y la necesidad de una victoria devolvían el esquema del Real Madrid a sus orígenes. A Mesut Özil en la mediapunta y a Kaká en el trivote. Nada de experimentos. Todo por la victoria. Juego agresivo y ninguna concesión.

El Real Madrid leyó el libro a la perfección durante los primeros 43 minutos, aunque se saltó un capítulo: la efectividad en la pegada. Fue algo extraño, algo finalmente devastador.

El zambombazo de Özil a la cruceta de la portería defendida por Pinto hizo temblar los pies del gigante azulgrana, pero sus extremidades inferiores aún no son de barro. No se amilanó el conjunto de Guardiola ante el acoso blanco. Y llegó Pedro. Fue la primera ocasión seria del FC Barcelona y fue el primer gol. Nadie lo esperaba.

La debacle fue veloz. Como si de Özil se tratase, Alves pescó un rechace en la frontal del área cuando se paladeaba su disparo y su gol. Fue así. En dos jugadas, el Barça había imitado y cuadrado la mejor característica del Madrid: su pegada.

El dominio de la pelota de un equipo desconocido, sus llegadas al área catalana y sus intentos, infructuosos uno tras otro, pasaron factura. Cristiano Ronaldo en dos ocasiones, Özil en su disparo e Higuaín no aprovecharon sus oportunidades en la primera parte.

El Real Madrid demostró ayer que le puede jugar de tú a tú, cara a cara, al FC Barcelona. El resultado del partido, que no de la eliminatoria, así lo atestigua. Un empate que sabe a la peor de las derrotas por lo que sucedió en la segunda parte.

Los azulgranas salieron cómodos al campo. Un 2-0 avalaba su tranquilidad. Cuando peor jugaba el Madrid, casi dando por perdido el partido, llegó el inicio de la remontada inacabada. Reapareció la efectividad blanca. Y dos goles hicieron temblar al gigante catalán, pero sus pies aún no son de barro. Ronaldo y Benzemá acongojaron a los aficionados en el Camp Nou.

Luchó el Real Madrid sin nada que perder; se defendió el Barcelona como gato panza arriba. Hubo más ocasiones para que la victoria se decantase hacia uno u otro lugar, aunque se llegó a oler el miedo entre la hinchada catalana y la gloria entre los blancos.

La falta de efectividad en la primera parte, sin embargo, no perdonó. Triunfó el Barcelona el día en que hasta los recogepelotas se asustaron y los de Guardiola mostraron que también son humanos.