En la cancha no hay democracia, mando yo". Bozidar Maljkovic (Otacec, Croacia, 1952) siempre intenta suavizar sus palabras recias con una leve sonrisa. Sin embargo, a Boza le gustan los monólogos frente a sus jugadores. Traza una línea inquebrantable con el profesional, lo pone en otro plano. "Solo quiero oír mis órdenes", comenta el técnico, que siempre ha dotado a sus equipos de un extenso baño de disciplina. "A mí me gusta el diálogo, pero solo cuando es conveniente", remarca el entrenador, que lleva sentado en los banquillos de media Europa desde que tenía 19 años, cuando una lesión le retiró de manera prematura de las pistas.

Ya sea en los cuatro grandes de España: FC Barcelona, Real Madrid, Baskonia y Unicaja de Málaga o en su actual equipo, el Lokomotiv Kuban, el balcánico se aferra con determinación al orden castrense. El Centro Insular de Deportes anoche fue testigo de ello. Maljkovic nunca muda su rostro. En las victorias y en las derrotas se muestra imperturbable. Si acaso arruga la frente y las cejas cuando se produce una mala defensa, una acción fallida. Huraño, sin medias tintas, lanza palabras y miradas como auténticos proyectiles al culpable.

Maljkovic bebió de las mismas fuentes que otros sargentos de hierro como Zeljko Obradovic, Bogdan Tanjevic o Dusko Ivanovic. Todos ellos se inspiraron en el recordado Aleksander Nicolic, en su escuela, cuyos mandamientos caminaban por el campo semántico del sacrificio. Método, carácter y trabajo, solía repetir.

Mano firme

Nadie se le resiste a Maljkovic. En el Real Madrid se le cuadraron veteranos como Alberto Herreros o Elmer Bennet, con mil batallas encima; y en el Barça, Manuel Flores, entonces auxiliar, revelaba que nadie le había dicho tantas cosas malas, pero con tanta verdad.

En cientos de entrevistas confiesa un lugar común: "Nunca he estado contento con nada". Maljkovic enfatiza que, a pesar de ganar Copas de Europa con la Jugoplastika (1989 y 1990), Limoges de Francia (1993) y Panthinaikos (1996), nunca se sintió satisfecho del todo. "No puedes hacer una gran obra de teatro sin grandes actores", dice. Anoche, visto el espectáculo frente al Granca, Boza no pudo conciliar el sueño.