No es nuevo en la plaza Juan Manuel Rodríguez, que conoce al detalle cada recoveco de la Unión Deportiva Las Palmas. La etapa que el entrenador de La Isleta emprendió este domingo, para sustituir en el banquillo a Paco Jémez, será su quinta experiencia a bordo de la entidad de Pío XII, tras dirigir al juvenil (89-90), al filial (95-96) y hasta en tres ocasiones al primer equipo amarillo (durante las primeras jornadas del curso 03-04, entre noviembre de 2007 y diciembre de 2008 y la que inicia ahora).

Tampoco es Juan Manuel Rodríguez bisoño en el arte de apagar varios incendios que han acorralado, a lo largo de su historia, a la UD Las Palmas. En 1996, como técnico ayudante de Pacuco Rosales, colaboró en iluminar la huida tras cuatro años de condena en Segunda B; en 2003 asumió toda la responsabilidad de encabezar un proyecto de cantera marcado por la ruina económica para acabar despedido prematuramente, sin margen para el progreso, por Manuel García Navarro; y en 2007 tomó las riendas de un equipo abatido, colista acreditado tras sumar sólo cinco puntos en las primeras 10 jornadas de liga con Juanito al mando, para lanzarlo hacia la excelencia con futbolistas como Santamaría, Christian Fernández, Trashorras, Nauzet Alemán, Márquez o Adrián Colunga.

Con esos condicionantes, versado en la causa de la UD Las Palmas y avezado en situaciones de extrema urgencia, expuestos de manera reluciente en la hoja de servicios del entrenador, Miguel Ángel Ramírez no titubeó a la hora de señalar a Juan Manuel Rodríguez como el apoderado para salvar al club de una situación caótica: con el equipo sumergido en una dinámica tan negativa que acumula tres meses consecutivos sin ganar, racha que amenaza a ruina total. Y en esa designación presidencial ni siquiera pesó el motín que organizó la plantilla, en su anterior etapa, para forzar su despido ni tampoco ha influido que siete futbolistas, presentes en aquella rebelión y componentes del actual grupo, no vieran con agrado su vuelta.

Juan Manuel Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria; 1958) regresa a su casa, a la UD Las Palmas, porque no hay reto que le estimule más que ese, el de ayudar y liderar a su equipo. Habitual, cada 15 días en las gradas del Estadio de Gran Canaria armado con una Moleskine repleta de notas y de apuntes, de movimientos y de sistemas, de problemas y de soluciones, el técnico siguió hasta el más mínimo detalle, durante las últimas semanas, cada movimiento del equipo amarillo.

Consciente de la delicada situación de la UD Las Palmas y advertido desde el propio club como posible solución de urgencia, el propio Juan Manuel Rodríguez se retiró con un discreto movimiento del mercado de entrenadores libres no hace mucho. Ni siquiera desvió su atención sobre el equipo amarillo cuando su nombre se presentó al CD Tenerife como posible alternativa para sustituir a Juan Carlos Mandiá. No, en sus planes sólo aparecía, como un asunto innegociable, prestar su plan de rescate para una Unión Deportiva incapaz de remontar el vuelo en medio de una Liga Adelante salvaje, donde no se perdona la candidez.

Tres ascensos a Segunda B

Figura siempre considerada por buena parte de la afición, la relación entre la UD Las Palmas y Juan Manuel Rodríguez ha mezclado bien, durante las últimas décadas, con otros proyectos. Es el preparador de La Isleta uno de los entrenadores canarios con mejor currículo en el fútbol profesional, expediente donde relumbran tres ascensos a Segunda B con tres equipos canarios: la UD Lanzarote, el Vecindario y el Villa de Santa Brígida.

Apasionado de la cantera, fervoroso defensor de los futbolistas formados en la base, a sus órdenes han jugado jugadores tan ilustres como Juan Carlos Valerón o Rubén Castro. Tan firme es su apuesta por la gente joven que, por ejemplo, en 2003 no dudó en aceptar un desafío de apariencia suicida al frente de una UD Las Palmas asolada a nivel financiero y desmantelada en el plano deportivo con la marcha de activos como los brasileños Alvaro y Baiano, Mario Cotelo o el delantero argentino Gustavo Reggi.

Juan Manuel Rodríguez asumió el reto y lo hizo a su manera, con valentía y sin cortapisas. No dudó el entrenador en elevar la jerarquía de futbolistas como Orlando Quintana, Javi Martel, Rubén Castro o Carmelo dentro de una plantilla a la que incorporó, sin temor, a jugadores imberbes como David García, Aday, Jotha, Adrián Martín, Nauzet Alemán o Momo.

Aquella aventura duró 16 jornadas, el tiempo que tardó Manuel García Navarro en recuperar la presidencia -tras derrocar a Ricardo Ríos- y en cerrar la gravosa contratación de David Vidal. Aquel movimiento acabó, meses después, con otro descenso a Segunda B y con un proyecto basado en la cantera desmantelado.

Su regreso, en 2007, a la UD Las Palmas resultó triunfal. Salvó al equipo amarillo de un descenso que en noviembre aparecía como un hecho casi consumado. También redobló su apuesta por jugadores jóvenes, como Santamaría, Adrián Colunga, Francis y Sergio Suárez. Y, sobre todo, encendió los ánimos de una afición melancólica con un fútbol de alto nivel.

Aquella hazaña, además, reveló su capacidad para levantar los ánimos y multiplicar la energía de una plantilla moribunda. Al ritmo de canciones como Resistiré, del Dúo Dinámico, o Tu Oportunidad, de Taxi, el vestuario empezó a creer en los métodos de un entrenador supersticioso hasta el extremo, capaz de obligar al conductor de la guagua a repetir posteriormente un recorrido erróneo rumbo al Estadio de Gran Canaria si, horas después del despiste original, la UD Las Palmas lograba una victoria. O, en los desplazamientos, exigir una habitación con numeración creciente (123, por ejemplo) y nunca un alojamiento con una alineación de cifras decrecientes (321, por ejemplo).

Cristiano devoto, Juan Manuel Rodríguez siempre va acompañado en los banquillos por un pequeño cofre con imágenes y símbolos religiosos. Reclamado otra vez en una situación de urgencia, revestido de nuevo como apagafuegos, a Juan Manuel Rodríguez le toca obrar otro milagro con la UD Las Palmas.