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El cosquilleo

El cosquilleo

Hay algo que no cambia, que siempre se mantiene cuando el calendario llega al primer partido de la temporada. Entran matices, muchos, pero la esencia se mantiene. Da igual que tengas ocho años y juegues en minibasket o alcances ya los treinta, ya rodado en el mundo profesional. Es una mezcla de sentimientos que van desde la adrenalina que entra cuando empieza la competición hasta la ansiedad por alcanzar ese momento donde el balón salta al aire, donde se acaban las pruebas, donde empieza la competición. Eso es el cosquilleo.

Un cosquilleo, unas mariposas en el estómago, que refleja la ambición de volver a empezar una temporada. El primer partido es un momento más que especial: dejas atrás la carga de la pretemporada; pasas de entrenar a competir, lo que más le gusta a un jugador. Es el momento de reivindicarse a título personal, pero sobe todo para reivindicarse como equipo. Es el momento de mostrar la mejoría adquirida en verano, de estabilizarse, de poner al servicio del grupo tus propios retos personales. Es el momento de demostrar por qué estás ahí.

Seguro que ese cosquilleo recorre a todos los equipos de la Liga Endesa, entre ellos, al vestuario del Granca. Delante tendrán una buena piedra de toque para saber en qué momento está el equipo, frente a un Bilbao Basket que firmó una temporada notable el pasado curso en su regreso a la élite. Todo con un equipo renovado que acumula una combinación entre gente joven y veteranos que saben ya de qué va esto.

Ellos son los encargados de reflejar sobre el parqué el espíritu de Porfi Fisac, de demostrar ese juego divertido y alegre que ha firmado en otros lugares donde ha entrenado. Ahí estoy convencido que logrará sacar lo mejor de hombres como Stan Okoye, triste durante toda la temporada pasada. Con fichajes como el de Jacob Wiley o Andrew Albicy, el carácter y la entrega del equipo está asegurado.

Eso es lo primero para conseguir que la química aparezca. Es algo que se adquiere, que crecerá con las jornadas mientras los roles se definan porque no es lo mismo entrenar que competir. Y ahí vuelve a aparecer la figura del entrenador en la gestión.

La ambición la tienen. El Granca, durante las dos últimas temporadas, no lo ha pasado del todo bien. Volver a tocar las cotas de antes pasa por recuperar esa química, en pista y vesuario, en el grupo. Creo que los mimbres están, pero no tengo una bola de cristal para saber qué ocurrirá. Eso sí, la historia pinta bien. Eso también es el cosquilleo.

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