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Ocho días, mil tareas... Y Araujo

La UD, según lo que expuso como objetivo, debe acometer las salidas de Mantovani, Srnic, Raúl y Rivera en una semana | El ‘Chino’, a disposición del club, es pretendido

Ocho días, mil tareas... Y Araujo

Quedan ocho días para que cierre el mercado de fichajes y la UD Las Palmas tiene muchas tareas que resolver antes de que el lunes de la semana que viene dé paso al martes. Su caso no es nuevo ni el único, pues sucede todos los veranos y a casi todos los equipos, que esperan a los últimos días para terminar de confeccionar sus plantillas acorde a las normas y los límites salariales impuestos por LaLiga desde hace ya unos años.

Las tareas de la entidad amarilla consisten fundamentalmente en desprenderse de jugadores que tienen contrato, básicamente porque no hay sitio para todos. Ni siquiera para Cristian Cedrés, que pese a haber tenido ficha la temporada pasada –aunque la tiene garantizada a partir del 6 de octubre, salvo que salga, algo improbable– todavía no ha entrado en una convocatoria por haber tenido que dejar su lugar a otro mientras el club resuelve el entuerto.

Cabría esperar que esas bajas las protagonizaran los que aún permanecen de los señalados el primer día de la pretemporada por el presidente Miguel Ángel Ramírez como descartes por motivos sobre todo económicos, es decir: Martín Mantovani, Slavoljub Srnic, Raúl Fernández y Christian Rivera –ya salieron Deivid Rodríguez, al Atlético Paso, y Alberto de la Bella, al Cartagena–.

Pero en las últimas semanas ha aparecido un nuevo nombre en esa lista, aunque en este caso el club nunca lo reveló: Sergio Araujo. La entidad amarilla trabaja para buscarle una salida en forma de cesión con el único objetivo de ahorrarse su ficha, la más alta de todo el plantel –a la UD le cuesta alrededor de un millón y medio de euros– y que supone una losa demasiado grande.

Ni siquiera Pepe Mel ni el propio Araujo dio por segura su continuidad hace diez días. “Me quiero quedar. Se lo he dicho a Luis Helguera. Entiendo que las circunstancias que existen en el club puedan hacer otra cosa. De mí no saldrá otra cosa. Quiero quedarme. Si el club necesita que me vaya no pelearé. Haré lo que crea conveniente para el equipo”, declaró el argentino.

En resumen, se puso a disposición del club. Varias informaciones surgidas en los últimos días en Israel apuntaban a un interés del Maccabi Tel Aviv –el miércoles juega la vuelta de la última ronda antes de la fase de grupos de la liga de Campeones– en incorporar al delantero, lo cual sería visto con bueno ojos por la UD siempre y cuando el acuerdo significara el ahorra total de los emolumentos del Chino esta campaña.

Su salida, además, daría un respiro a Las Palmas porque podría permitirse el lujo de quedarse con alguno de los cuatro futbolistas que pretende sacar, por si finalmente no alcanza con ellos un acuerdo para que abandonen la plantilla.

A ocho días de que cierre la primera ventana de fichajes, Mantovani, Srnic, Rivera y Raúl carecen de ofertas que les satisfagan y no tienen prisa pese a la presión que le ejerce el club –apartados en la mayor parte de los entrenamientos– porque saben que, si quieren, tendrán ficha –salvo Rivera, por haber estado cedido el curso pasado, aunque igualmente la UD tendría que pagarle–.

Así sucedió el año pasado con Javi Castellano o Tomás Pekhart, señalados como descartes y que finalmente se quedaron. En todo caso, la entidad confía en poder cumplir su objetivo, aunque no lo tendrá fácil. De momento hay 26 futbolistas –Jonathan Silva, Clau y Álex Domínguez, que estarán en dinámica del primer equipo, tendrán ficha del filial– y sólo hay espacio para 25.

Como mínimo, la UD necesitaría hueca para cumplir con otro de sus deberes pendientes: la incorporación del delantero Pietro Iemmello, con el que existe un acuerdo cerrado para traerle cedido –pertenece al Benevento–.

Además, el club trabaja también en la llegada de un centrocampista, tal y como reveló Mel el pasado viernes, pero todo dependerá de que logre primero abrir hueco en la plantilla. Se aventuran ocho días de frenesí en las oficinas de Siete Palmas.

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