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Adiós a un mito

El ’Puma’, el ‘Pelusa’ y Boca

Carlos Morete, el delantero centro que deslumbró en aquella UD Las Palmas de los argentinos, recuerda los momentos gratos que compartió con el Maradona ‘xeneixe’

Carlos Morete, a la izquierda, junto a Diego Maradona, ambos con la camiseta de Boca Juniors cuando coincidieron en 1981.

Carlos Morete, el que fuera delantero de la Unión Deportiva desde 1975 a 1980, recuerda sus días compartiendo vestuario con Diego Maradona cuando ambos coincidieron en Boca Juniors por el periodo de nueve meses en la campaña 1981-82. Ambos ganaron un torneo Metropolitano, en el que para el ‘Puma’, el responsable fue Brindisi.

Hubo una época dorada en la historia de la UD en la que el club insular era capaz de hacerse con los servicios de jugadores contrastados en el panorama mundial. El tramo de la década de los 70, la denominada, ‘Las Palmas de los argentinos’, nombres como los de Daniel Carnevali, Quique Wolff, Miguel Brindisi, Teodoro Fernández y el killer del área, Carlos Morete, apodado El Puma.

Morete dejó 80 goles al servicio del equipo amarillo que deslumbraba en La Liga. Una dupla de kilates con Germán Dévora en la etapa final de su carrera, y posteriormente con Crispín Maciel, provocaron que el cariño que tenga la afición insular por el Puma perdure hasta el presente.

Cinco temporadas en la Isla sirvieron para que Morete se consagrara como uno de los delanteros más mortíferos de la competición nacional y que en 1980, cuando “ya había empaquetado todo para volver a Argentina en dos containers llenos de muebles y ropa”, Miguel Muñoz telefoneó al ariete para que le acompañara en una última aventura en el Sevilla después de que ambos coincidieran en Las Palmas.

Desde esa época Morete ya había oído hablar de ese pibe que estaba despuntando en Argentina en las filas de Argentinos Juniors, aunque tal y como reconocía ayer, “no sabía que Las Palmas tuvo la oportunidad de ficharle en 1977”.

Ambos ganaron un título liguero en la 1981-82, pero el delantero le da el mérito a Brindisi

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Tuvo que esperar hasta 1981 para que Maradona y El Puma defendieran los intereses de Boca Juniors. El Pelusa acaba de recalar en el conjunto xeneixe y Carlos había emprendido el camino final de su trayectoria para disfrutar del fútbol de su Argentina natal y jugar como local en La Bombonera.

Un Diego “infernal”

Fueron nueve meses los que Morete y Maradona coincidieron con la elástica azul y amarilla –gracias a aquel barco sueco que llegó a Buenos Aires y quiso el destino que compartiera los mismos colores de la UD– del equipo emblemático del barrio de la Boca.

Y allí se encontraron con el que había sido galardonado como el segundo mejor jugador de Sudamérica por detrás de Pelé: Miguel Brindisi. Y si el equipo bonaerense salió campeón del Metropolitano en aquella temporada 1981-82, según Morete no fue por el impacto de Maradona, de quien dice que: “sí, tuvo pinceladas y fogonazos mágicos de la calidad que tenía como jugador, pero el campeonato se lo debímos a Brindisi”, resalta el punta sobre la jerarquía xeneixe hace 40 años.

Boca ganó el torneo después de vencer a Ferrocarril del Oeste en la penúltima fecha, ante “un equipo súper poderoso, que al año siguiente salió campeón también”, después de un tanto del Mono Perotti y que consiguieran sacar un punto en la última jornada frente a Racing de Avellaneda al perder el penúltimo con Rosario Central.

De ese torneo Metropolitano, Morete recuerda que “no es lo mismo verlo cada jornada por la televisión que entrenar todos los días con un tío que era capaz de estar en el campo de preparación con las botas desabrochadas, por mucho que los cordones fueran enormes, y hacía todo lo que hacía, ahí ya se veía a un Diego infernal”, recuerda el delantero.

Morete, con 29 años y Maradona con 21, compartieron muchos momentos entrañables entre tanto viaje por Argentina. “Él era un pibe jóven, siempre cariñoso, que estaba de novios con Claudia Villafañe y siempre nos preguntaba a los más viejos cosas de la vida, cosas personales, de la familia, era muy cercano”, describe el que fuera portador del dorsal 9 en la UD.

“No es lo mismo verle por la tele que entrenar todos los días con un tío que no se ata las botas”

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Fueron nueve meses en un vestuario, en hoteles, en la cancha, para que ambos forjaran una amistad que perduró hasta que Diego dijo adiós el miércoles pasado después de sufrir una parada cardiorespiratoria en su casa de Tigre. “Ahora me siento triste, como pienso que lo está toda Argentina ante esta pérdida”, añade.

Carlos prefiere optar por una reflexión más filosófica ante el fallecimiento del 10 por antonomasia del mundo del fútbol. “Personalmente prefiero creer que está en paz, que se fue cuando quiso porque últimamente le noté que estaba sufriendo mucho”, expresa.

Aun así, el delantero, conocedor de todas las gestas de Maradona dentro del campo y fuera de ellas, pensó que “incluso cuando en los últimos meses cuando se le notaba que estaba deteriorado, llegué a pensar que como salió de tantas años atrás y que te hacían creer que este no se muere jamás, también se iba a librar de esta ultima”, reflexiona el argentino.

Siempre atento a la UD

Morete, a pesar de vivir a 9.000 kilómetros de Barranco Seco, no se pierde la actualidad del equipo al que defendió durante cinco campañas y se muestra crítico con el club. “Con los campos esos que tienen ahora, que es una Ciudad Deportiva de maravilla, que ojalá hubiéramos tenido nosotros, no entiendo lo mal que lo está pasando Las Palmas, la Segunda A le está castigando mucho”, subraya el killer histórico de la UD.

Aun así, no pierde la esperanza, “ojalá vuelva pronto al lugar que le merece en la Liga”, sentencia.

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