En Girona, hace ya un par de semanas, la UD rascó un punto y Pepe Mel un nuevo orden en su equipo. Le gustó lo que vio, lo que encontró a través de un cambio que le dio cierto equilibrio a Las Palmas, cierto empaque en su centro del campo, pero le restó movilidad a su fútbol. Esa jerarquía tenía a Fabio como pivote, acompañado de Sergio Ruiz por delante y otro volante como complemento. Un orden que ayer saltó por los aires.

Después de insistir en esa idea, Pepe Mel volvió a aportar por más de lo mismo. Esta vez, las chapas en el once tenían las caras de Fabio González y Javi Castellano. Un bloque en el centro del campo que cortocircuitó el partido, como hizo hace solo unos días atrás con Sergio Ruiz y el gemelo en el centro del campo. Las Palmas se aventuraba a un partido plano, sin capacidad para sortear líneas, para dejar de ser imprevisible. La pena por ello era mayor aún: se llevaba un 0-2 al descanso.

Mel se vio obligado a reaccionar y dispuso dos nombres sobre el campo nada más empezar la segunda mitad: Kirian Rodríguez y Enzo Loiodice. Fue la clave de la resurrección de la UD. Con un pivote único y dos hombres por delante, la UD empezó a carburar, en gran parte por el partido excelso del futbolista tinerfeño, que firmó, probablemente, su mejor partido con la camiseta de la UD Las Palmas. Se le esperaba desde hacía tiempo y, por fin, se golpeó el pecho para dar ese paso adelante que reclamaba Mel hace unos días en sala de prensa. “Tienen que entender que ya no son unos niños”, aseguró el técnico madrileño de hombres como Kirian.

La respuesta fue sublime. El de Candelaria asumió el balón y empezó a mover a Las Palmas, a descolocar a Javi Fuego, cómodo durante toda la primera mitad. Con Loiodice cerca, la UD ganaba en calidad. Óscar Clemente intervino más y mejor en un tramo donde Las Palmas voló pronto gracias a la pillería de Rober en el área.

Un buen movimiento del bético encontró una acción magistral de Kirian, asistente de oro. El desmarque del futbolista de Mérida fue respondido con un pase de esos que duelen: rebasó dos líneas, anuló a siete hombres y encontró un control excelso. Remontada a la vista con Kirian mandón, pero sobre todo, eficaz. Porque si hay algo que necesita el futbolista tinerfeño para convertirse en elemental en esta UD es pulir esos aspectos de su juego que le hacen pasar de estético a fundamental. Si además es capaz de unir las dos cosas, mejor.

Si su asistencia a Rober en el empate amarillo tenía un aroma ‘laudrupdiano’, con esa mirada hacia abajo y un efecto capaz de despistar a toda una zaga, en su última acción definitiva del partido guardó, volvió a repetir con un toque de mérito.

Para hacer volar a Clau Mendes, Kirian se sacó una volea más propia de un remate a portería que de una asistencia. Cabalgó el lanzaroteño, se tropezó y desde el suelo le brindó la remontada a la UD gracias a la eficacia de Edu Espiau de cara a la portería. Kirian, Espiau y Clau. Una jugada creada desde el banquillo.

Lo que demostró la UD es que le va mejor jugar para ganar que jugar a la especulación. Así, el camino hacia los puntos parece más seguro que con otro tipo de planteamientos. Tres puntos que dan aire a una UD que empezaba a impacientarse en una racha oscura, de poco fútbol y soluciones que no resolvían ningún problema.