Si se hace una encuesta entre entrenador de baloncesto –extensible esto a cualquier deporte– y se les cuetiona sobre qué es una de las cosas más importantes para poder evolucionar como jugador, seguro que una de las respuestas más usadas será jugar y competir. Tiempo en cancha para aprender a base de aciertos y errores soobre el parqué y con fuego real.

Diez meses, una absoluta eternidad, es lo que ha tardado en regresar a la competición Santi Aldama. El grancanario, uno de los mayores talentos del baloncesto nacional, acaba de iniciar su segundo año en la NCAA con los Greyhounds de Loyola Maryland. Un parón condicionado por el final de la competición de la temporada pasada unido a las restricciones por la pandemia. Ahora, Aldama inicia su año de sophomore con ganas de demostrar por qué es uno de los mayores talentos nacionales emergentes.

De momento va dando pinceladas de ello. La campaña pasada también fue dificil para él. Se perdió los primeros 22 partidos de la competición por culpa de una lesión de rodilla en el tendón rotuliano. Llegó listo para el final de la competición, sin prisas, como se ha labrado toda su carrera. Su impacto en el equipo fue inmediato: 5.2 puntos, 7.6 rebotes, 2.1 asistencias, 1.7 tapones y 0.9 robos por partido. Números de líder.

Su récord de anotación quedó clavado entonces en 23 puntos. Una marca que casi supera en su segundo encuentro de la actual temporada que arrancó este fin de semana para los Greyhounds. Aldama firmó 22 puntos (9/12 en tiros de campo), 7 rebotes y 4 asistencias frente a Lafayette. Nadie en su equipo lo hizo mejor, aunque su actuación no sirvió para que Loyola cayera (72-70). Un día antes contra el mismo rival dejó 11 puntos y 5 rebotes. Loyola también perdió, pero Aldama brilla.