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A la muerte no se la espera sentado

Con casi 95 años, Paco García se divierte batiendo récords de España: “No soy de esas personas que se quedan postradas en casa aguardando a que le llegue su hora”

A la muerte no se la espera sentado

Francisco García Betancor (Las Palmas de Gran Canaria, 1926) ha pasado a ser casi en un fenómeno social en estos últimos días. No es para menos cuando se ha convertido en el primer nadador español en cubrir, en su categoría de +95 años, las distancias de 50 metros libres, y 50 y 100 espaldas. Un logro al alcance de muy pocos afortunados, casi privilegiados. Solo un ejemplo de lo que, para Don Paco –como lo conocen cariñosamente en su club, el Tenerife Masters–, significa la vida. “Si yo lo de competir y batir récords ya lo venía haciendo todos estos últimos años; la novedad es todo el tinglado este que están montando con las entrevistas; me tienen loco”, comenta el veterano nadador confina ironía.

Y es que un rato de charla con Don Paco significa descubrir una manera particular de afrontar la vida. Disfrutarla día a día. Sin miedo a lo que pueda suceder. “Mi porvenir es mañana, con mi edad ya no tengo futuro y por eso solo pienso en vivir al día y de la mejor manera que pueda”, asevera García, todavía más rotundo en una argumentación algo más detallada. “¿Quieren que me quede en casa, sentado y postrado, hasta que me llegue la hora? Yo no soy de esas personas. Mientras tenga cuerda seguiré, y cuando se me acabe, pues se acabó...Pero sentado no”, apunta con firmeza.

Precisamente una de las grandes detractoras de esta filosofía de vida la tiene Don Paco en su propia familia. Una visión muy opuesta no exenta de cierta lógica, ya que Francisco sufrió un infarto hace apenas unos meses. Pero él hace oídos sordos. De manera figurada... y no tan figurada: “Tengo mucha oreja, pero poco oído, en las entrevistas por teléfono no me entero de nada”. En el cara a cara ya es diferente. “Yo le agradezco al cardiólogo que me intervino porque gracias a él estoy aquí, pero no me voy a quedar quieto. Mi hija me dice ‘¿Y si te da el infarto mientras estás nadando?’ Pues me dio y me morí, ya está; de algo hay que morirse”, comenta García con grandes dosis de sorna. Lo mismo sucede con la vacuna de la Covid-19. “Ellos no quieren que me la ponga, ¿pero acaso no lo hago todos los años contra al gripe?”, se lamenta.

Ese tira y afloja familiar tuvo su penúltimo episodio hace solo poco más de una semana. El día en el que Don Paco estableció los registros nacionales en la Piscina Acidalio Lorenzo. “Cuando fui a nadar en esta última competición tuve que hacerlo a escondidas de la familia. Salí de casa sin decirles nada”, relata como si de una pillería infantil se tratara. El por qué, con su explicación, parece irrefutable: “Si se los digo antes cojo una calentura con la que no puedo ir a nadar”. Eso sí, García admite que luego, “cuando se enteraron por el periódico, se enfadaron”. “Mi hija ni me hablaba”, reconoce.

Grancanario en Tenerife

Es precisamente por sus hijas, “que se casaron con dos chicharreros”, por lo que Don Paco recaló en Tenerife hace ya “22 años”, cuando se quedó viudo. “Más adelante, cuando abrieron la piscina de El Polvorín de Taco, que está cerca de casa”, comenzó su relación más firme con la pileta. “Aunque desde que tengo uso de razón me acuerdo de estar todos los días de remojo en Las Canteras, ya que me crié a solo unos metros, en La Isleta”, rememora. “Luego, un compañero me propuso apuntarme en su equipo, me convenció y me metió en este rollo”, comenta sobre lo que ha supuesto para él un su giro fundamental en estos últimos años. “Esto es vida para mí y lo que me mantiene; el mejor ejercicio para mi edad porque las piernas ya no van bien; y también lo es el fantástico compañerismo que existe en el grupo”, reconoce García.

Cuestionado por si se siente un super hombre o algo similar, Don Paco reniega sobre la marcha. “Solo soy un hombre que no quiere morir sentado”, afirma rotundamente. ¿Quizá sí un ejemplo para algunos? “Eso tal vez sí, pero no para los jóvenes, que no hacen caso, sino más bien para los jubilados. Que no se queden postrados en casa esperando a que les llegue la hora. La vida hay que seguirla viviendo y entretenerse con lo que a uno le gusta... hasta que se acabe la cuerda”, repite como idea grabada a fuego en su forma de ser diaria.

También jugó al baloncesto

Tampoco sabe concretar Don Paco sobre los secretos para haber llegado a esta edad y además hacerlo en un estado envidiable. “¿Qué sé yo? Quizá sea algo genético, ya que tuve un tío paterno que murió a los 95, mientras que mi madre lo hizo a los 93”, expone. Hace décadas, la juventud de Francisco tampoco es que haya sido muy calmada. “Fui forjador, luego me fui a Brasil y trabajé como matricero, también ejercí como mecánico ajustador, y como contable”, recuerda García, que igualmente revela haber hecho sus pinitos en el mundo de la canasta. “Fui uno de los pioneros del baloncesto en Canarias allá por la década de los 40; jugué en el San Pedro y en el Victoria, e incluso recuerdo haber venido a Tenerife a disputar algunos partidos”, rememora sobre aquella época.

Ahora, su rutina tampoco es que tenga mucho de particular. Los días que se entrena en la piscina se levanta “a las 8” y lo primero que hace es “comer un batido de fruta y luego una taza de leche con cereales”. “Almuerzo lo normal, y lo que sí es verdad es que ceno poco”, añade, mientras que en el resto del día trata de “estar entretenido con el ordenador”. “Siempre he sido muy inquieto y antes me dedicaba a la artesanía y a un montón de cosas más, pero ahora las piernas no me ayudan a estar tantas horas de pie”, concluye. Así seguirá Don Paco hasta que la vida se lo permita. La vida y la pandemia. “Por su culpa solo puedo ir a entrenarme tres días a la semana, y además, yo pensaba ir a Japón [en relación a los Juegos Olímpicos], pero con todo esto...”, añade con ironía, otro de los motores que hace su “cuerda, aunque ya esté bastante rumbrienta, todavía gire”.

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