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El Real Club Náutico, un caladero inagotable

El Real Club Náutico de Gran Canaria mantiene su lustre en las competiciones internacionales y Juegos Olímpicos

El caladero inagotable | ARCHIVO LP

Vilamoura, situada al sur de Portugal, a unos 25 kilómetros de Faro, acoge desde hoy el Campeonato de Europa de la clase 470. Justo ahí, en esa localidad turística enclavada en el Algarve, el caladero infinito del Real Club Náutico de Gran Canaria coronó por última vez el mundo. Patricia Cantero, junto a la catalana Silvia Mas, levantó el título como campeona del Mundial de la misma clase. Ahora buscan el ‘doblete’ antes de los Juegos Olímpicos de Tokio. Casi nada.

El caladero inagotable

Pero el mar y el viento de Vilamoura también ha colocado a Joel Rodríguez (ILCA 7) y a Ángel Granda (RS:X) en la cita olímpica del próximo verano. Rodríguez ganó la plaza para España en el evento clasificatorio para Tokio y Granda acabó noveno en el Europeo. Dos hechos que confirmaron su posición para los Juegos Olímpicos, un lugar que para el Real Club Náutico de Gran Canaria es su hábitat natural. En total, en Tokio, tendrán un trío de regatistas que ampliarán la nómina de olímpicos del club capitalino a los 22 participantes.

El caladero inagotable

El título de Patricia Cantero de hace solo unos meses significó el oro mundial número 53 para la centenaria entidad. Su nombre ya figura en las paredes de las instalaciones del club, que empiezan a pedir más hueco. El palmarés de la entidad es casi inabarcable, algo que convierte al equipo de regatas del Real Club Náutico de Gran Canaria en uno de los más potentes del mundo. En total: 53 títulos de campeones del Mundo, dos medallas de oro de la ISAF, 34 campeonatos de Europa y 329 campeonatos de España. Todo redondeado con la flor de la tarta: siete medallas de oro olímpicas. El sueño de cualquier club.

El caladero inagotable

La semilla de los títulos

“Creo que aquí la vela tiene un gran porvenir. Cada vez hay más afición y se nos va teniendo en cuenta”. Esas palabras las firmó Tony Navarro en 1974. Con 15 años se convirtió en el primer campeón del mundo del club en la clase Moth-Europa. Su resultado en aquel campeonato del Mundo en Palamós fue la confirmación de que el Náutico estaba en el camino. Joaquin Blanco Roca había sido campeón de España unos meses atrás y Gustavo y Manuel Doreste –a la postre, todos olímpicos y campeones del mundo– también destacaban en aquel grupo, fruto de la iluminación de dos hombres: Joaquín Blanco Torrent y Manolo Pazos.

El caladero inagotable

La pareja revolucionó la vela ligera en Gran Canaria y cambiaron la metodología de entrenamientos de la entidad. Puerto Rico y Balito se convirtieron a principios de los años 70 en el campo de regatas de las promesas del Náutico. Las casetas de la Organización Juvenil Española fueron el campamento para un grupo que cambió el paso de la vela en Canarias.

Los títulos mundiales empezaron a caer, con la saga Doreste Blanco a la cabeza. En 1976 llegaron los primeros olímpicos para el club, con Joaquín Blanco y José Luis Doreste. Eso en vela. Porque en piragüismo se asomó por allí Fernando Henríquez en una sección del club que se mantiene a día de hoy. Desde entonces, el escudo del Real Club Náutico de Gran Canaria ha estado siempre presenten en la cita de los cinco aros. En total, doce ediciones de manera consecutiva si se cuenta Tokio. De Canadá a Japón; de Rusia a Estados Unidos; de Australia a China.

El oro

Moscú dejó la segunda cita para Jose Luis Doreste y el debut de su hermano Gustavo. Era la antesala de la explosión del Real Club Náutico de Gran Canaria en los Juegos Olímpicos, que llegó de la mano del menor de los hermanos: Luis Doreste.

La bahía angelina de Long Beach coronó el 7 de agosto de 1984 a Luis Doreste y Roberto Molina como campeones olímpicos. Era el tercer oro de la historia de España en los Juegos Olímpicos, un país que empezaba a dejar atrás años de retraso y cuyo deporte sacaba la cabeza cada vez más a menudo en las citas internacionales. Nadie contaba con la pareja canaria del 470 que, a bordo de Sancocho, trajeron al Archipiélago la primera medalla olímpica. Recibidos como hérores tras una cita donde la vela canaria tocó la gloria, Doreste y Molina son leyenda viva del deporte canario.

Barcelona en oro

En los Juegos Olímpicos del 84’ se fraguó la leyenda del mejor deportista olímpico de Canarias y uno de los más laureados del país. Luis Doreste Blanco fue el primer español en conquistar dos oros, su voz sirvió para dar alma al juramento en los Juegos de Barcelona, portó la bandera de España en Atlanta...

En Barcelona Luis Doreste logró su segunda medalla olímpica, esta vez en la clase Flying junto a Domingo Manrique. Eran sus terceros Juegos. Cuatro años antes, José Luis también inscribió su nombre en la historia del Náutico y de los Juegos Olímpicos, con un oro en Seúl en Finn.

La cita olímpica en España, siempre señalada como la eclosión definitiva del deporte nacional, dejó tres oros para las vitrinas del club: Luis Doreste, Domingo Manrique y Patricia Guerra –junto a Theresa Zabell en 470–. Un hito que parece irrepetible para el deporte canario.

Fernando León apareció en Atlanta en la clase Tornado para que el idilio de oro se mantuviera con la vela y con el Real Club Náutico de Gran Canaria. En total, siete medallas de oro olímpicas, todas las que cuenta el club. No hay otro color. Todo es dorado.

Las siete preseas del Naútico son todas las del deporte canario en los Juegos. Ninguna otra disciplina ha llegado a la excelencia de la vela dentro del programa olímpico. Esas siete medallas suponen el 43,75% de los galardonados canarios (16 medallistas en total). Unas cifras deslumbrantes.

Por el camino, otros hitos para el deporte canario y nacional, como el que firmaron Adelina ‘Mimi’ González y Patricia Guerra en Corea del Sur. En los Juegos de Seúl, la pareja grancanaria del 470 se convirtió en el primer tándem femenino en llegar a las regatas olímpicas. Una barrera superada.

Un camino inseparable

El cambio de siglo dio igual. Los campeonatos del mundo y las presencias olímpicas siguieron cayendo para mantener el pedigrí del Naútico de Gran Canaria. Por ahí, los hermanos Gustavo y Luis Martínez Doreste o los también hermanos Dimas y Juan Luis Wood Valdivieso. Y de ahí a la era más actual, con Onán Barreiros y Aarón Sarmiento –doble participación olímpica–, los títulos mundiales de hermanas María y Pilar Caba o Joaquín Blanco Albalat, que tomó el relevo olímpico a su padre en Río 2016.

Ahora a Tokio se asoman Patricia Cantero, Ángel Granda y Joel Rodríguez. Los tres saben lo que significa ser campeón del mundo. Eso sí, Cantero es la única que lo ha hecho en la categoría absoluta. Granda se coronó en la isla japonesa de Enoshima como el mejor sub 21 en 2017. Por su parte, Joel Rodríguez cumplirá en Tokio el sueño olímpico tras una trayectoria espectacular desde su adolescencia, con cuatro cetros mundiales (Láser radial juvenil, sub 19 y dos veces sub 21).

De momento, Patricia Cantero vuelve a Vilamoura. El equipo español parte como gran favorito para la competición. El Europeo sería el colofón al largo camino de la preparación olímpica que les ha dejado con las mejores. Silvia Mas y Patricia Cantero figuran como segundas dentro de la clasifiación mundial de la World Sailing en categoría femenina. El antecedente de una campeona del mundo del Real Club Náutico de Gran Canaria en 470 que se presentó a unos Juegos Olímpicos acabó en doblete. La hazaña, de Patricia Guerra.

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