La Provincia - Diario de Las Palmas

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Karpov, 70 años de un genio

El legendario ajedrecista ruso, ligado a los mejores años del tablero

en Canarias con torneos históricos, llega a las siete décadas de vida

Anatoly Karpov, a la izquierda, estrecha su mano con el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria Fernando Ortiz Wiot. | | LP/DLP

Anatoly Karpov, uno de los mejores ajedrecistas de la historia, cumple hoy, 23 de mayo, 70 años (Zlatoust, Rusia, 1951). Su impresionante palmarés como campeón del mundo durante 16 años, sus cinco matches con 144 partidas disputadas con su sucesor, Gary Kasparov, con el título en juego, marcaron una época jamás igualada.

Los aficionados le sitúan junto a Bobby Fischer, Gary Kasparov y el cubano José Raúl Capablanca, en lo más alto del plimpo de la diosa Caissa como mejores jugadores de ajedrez de todos los tiempos.

Los viejos aficionados fuimos testigo de lo que significó para el ajedrez mundial el acertadamente llamado match del siglo, Fischer - Spassky 1972, con el irrepetible protagonismo del increíble, admirado y controvertido astro estadounidense, que acabó con 43 años de reinado soviético.

Para comprender qué significó para el prestigio y ego Unión Soviética la pérdida del título mundial de ajedrez en 1972, hemos de retrotraernos a la situación política existente con la guerra fría en efervescencia.

La recuperación para la URSS

Fischer fue un milagro y al mismo tiempo un sin sentido para el ajedrez, por el sorprendente e inesperado futuro que vivió este fabuloso campeón que no quiso defender el título en 1975, y que jamás volvió a sentarse ante un tablero, a excepción de lo que hizo en 1992 en Belgrado cuando se enfrentó con Spassky veinte años después de Reykjavik, al que derrotó por 10-5, desoyendo la prohibición de Estados Unidos, que le impedía jugar en un territorio víctima de una guerra civil.

En esas Karpov fue coronado campeón del mundo en la primavera de 1975 después de las reiteradas negativas del icono estadounidense en aceptar las condiciones que se le ofrecían en respuesta a sus desorbitadas peticiones económicas y de organización. La nueva esperanza soviética se había ganado el derecho a disputar el título al ganar el Interzonal de 1973 en Moscú, y el Torneo de Candidatos de 1974. Antes, su curriculum se llenó de actuaciones excepcionales: campeón del mundo juvenil, gran maestro con 16 años, campeón de la URSS, además de arrasar en los torneos magistrales.

Decepción con Fischer

La pena de todo el mundo por el inesperado comportamiento del gran ídolo de Illinois al no querer defender el título fue enorme. La opinión mayoritaria se inclinaba porque en la cada vez más debilitada estructura psicológica del genio americano: no cabía la posibilidad de perder una sola partida. Se creía invencible. Llevaba tres años sin sentarse a jugar de manera oficial, y su retador, ocho años más joven, se presentaba pletórico en la puesta al dìa de las últimas novedades teóricas. Karpov y Fischer se reunieron tres veces en 1976, Tokio, Córdoba y Washington, pero sin llegar a un acuerdo.

Anatoly Karpov, Tolia, como le llamaban sus amigos, tuvo que convencer al mundo de que su reinado era muy merecido, un campeón con corona, y vaya si lo consiguió. Ganó la friolera de 70 torneos del máximo nivel entre 1975-1985; defendió el título contra Victor Korchnoi, en 1978, y Merano en 1981.

Una vida contra Kasparov

Y en el periodo de 1984- 1990 disputó con su sucesor, Gary Kasparov, que le arrebató el máximo entorchado, nada menos que 144 partidas en cinco duelos (ganó uno, entablando otro y derrotado en tres). Todo con 19 victorias, 21 derrotas y 104 tablas, a lo largo de seis años, un mes, 28 días y 1.400 horas empleadas frente al tablero y en el análisis antes y depués de cada partida.

Sus confrontaciones con Gary Kasparov han pasado a lo más sublíme que haya visto el ajedrez, con la perspectiva serena y sosegada de lo que pudo ser y no fue, del rechazo frontal que ambos exhibían fuera del tablero con distintas ideologías políticas. Karpov, héroe de la vieja guardia; Kasparov, ídolo de la oposición.

Después de perder el título, Karpov continúo su ristra de resonantes triunfos, como el famoso Linares en 1994, aventajando en 2,5 puntos a su eterno rival y vigente campeón del mundo.

Su estrella como campeón mundial continuó. Kasparov creó un cisma al desligarse de las directrices FIDE y fundar la Asociación de Ajedrecistas Profesionales. La FIDE organizó un nuevo ciclo para saber quién sería nuevo campeón del mundo. Karpov fue el vencedor y titular durante seis años. Total: 16 años con la vitola de campeón del mundo.

Su paso por la Isla

Anatoly Karpov visitó por primera vez Gran Canaria en mayo de 1977 como flamante campeón del mundo y gran atractivo del sexto Torneo Internacional de Ajedrez Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a la sazón, uno de los mejores del calendario mundial por el que habían pasado todas las grandes figuras, a excepción del dúo Fischer-Spassky.

Karpov ganó el torneo sin despeinarse, cediendo solo tres tablas. Vino acompañado de una figura tan querida por los aficionados como era Miguel Thal. Desde el primer momento conectó con la organización ganándose la simpatía de quienes día a día abarrotaban la espléndida sala de juego del Hotel Santa Catalina, que marcó toda una época como inigualable escenario de las nueve ediciones celebradas en sus paredes.

Su s 26 años, en Maspalomas

He de confesar que como integrante del equipo de organización del torneo me tocó acompañar varias veces al joven campeón del mundo para visitar los lugares más emblemáticos de nuestra isla y capital. Ahí recuerdo de manera especial el agasajo que le hicimos en el Hotel Maspalomas Oasis donde compartimos con él un almuerzo en su ¡26 cumpleaños! Allí estuvimos, entre otros, Juan Marrero Portugués, Pierre Dumesnil, Juan Rafael Betancort, Eligio Quinteiro o Ildefonso Lasso.

Nuestra edad de oro

El ajedrez grancanario vivía una histórica edad de oro. Hitos como la celebración de un Torneo Candidatos, nueve internacionales Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, cuatro Isla de Lanzarote y tres Maspalomas Costa Canaria... y siempre con el ajedrez en las aulas de las islas como reto primordial. Algo grandioso.

En 1981 organizamos el Torneo Sextangular en el Hotel Reina Isabel, que tuvo como estrella invitada al ajedrecista más famoso de entonces: el apátrida Víctor Korchnoi. Ante él nombres como el de Bent Larsen o Jan Timman.

¿Y si...? El Golpe de Tejero

Su presencia fue aprovechada para contactar con él la posibilidad de que Las Palmas de Gran Canaria fuera sede de la disputa del Campeonato del Mundo en su su segundo enfrentamiento con Anatoly Karpov. Todo estaba perfectamente hilvanado.

A Karpov le encantaba la idea, por lo que concretamos su segunda llegada a nuestra capital para el mes de febrero de 1981, curiosamente para el día 24. Pero, un día antes, o sea, el 23, y horas después de que Antonio Tejero entrara pistola en mano en el Congreso, amenazando gravemente nuestro sistema democrático. Karpov me llamó y me preguntó si se trataba de una obra de teatro, de algo irreal. Estuvo una semana aquí negociando su acuerdo para enfrentarse a Korchnoi. Su predisposición fue total, pero al final fue Merano la sede elegida. Karpov aplastó a Korchnoi.

Seguimos en contacto y le invitamos a jugar en Gran Canaria un match con el chileno Iván Morovic y ofrecer varias simultáneas. Pero lo más importante para la historia de nuestro ajedrez, fue su incorporación a la plantilla del Club de Ajedrez de La Caja Insular, con el que jugó dos campeonatos de España absolutos los años 1995 y 1996.

Hay que recordar también que gracias a su gestión la Fide nos concedió la organización de la III Olimpiada Mundial Escolar en 1995, con éxito desbordante.

El caldo de pesado con Olarte

La última vez que Karpov jugó en nuestra tierra fue con motivo del Super Torneo Mundial de Ajedrez Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en diciembre de 1996, torneo que coincidió con el deseo de la afición mundial por ver nuevamente un Karpov- Kasparov por la supremacía mundial. Lorenzo Olarte, vicepresidente de Canarias, ejerció de maestro de ceremonias para tener a los dos genios satisfechos. En su casa, un caldo de pescado. ¡Cómo les gustó el gofio escaldado! Hay que puntualizar que nuestros protagonistas pusieron una condición para reunirse en casa de Olarte: prohibido las fotos.

Es dificil resumir la cualidades personales que adornan a una figura excepcional como ha sido y es Anatoly Karpov. Cuando visitó Lanzarote quedó maravillado del talento que César Manrique sembró en su isla, y aquí en Gran Canaria, no se cansaba de piropear la playa de Las Canteras, Maspalomas, nuestras medianías... Además visitó y comió varias veces en la casa de Pedro Lezcano en Santa Brígida en los años 90. Su última vez por la Isla, en 2004, pero en su memoria y cariño, Gran Canaria está en su corazón.

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