El Barça remonta al Galatasaray y se mete en cuartos de la Europa League

El Barça intentó aislarse, pero era imposible. Empezó con dudas, tembloroso, cada balón era una lotería. Ferran y Adama intentaban tranquilizar desde la banda, parando el tiempo, pero nada, imposible. Al otro lado del Bósforo, Gomis se plantó solo ante Ter Stegen. Miedo. Llegó Jordi Alba para tapar el disparo. Con cinco años menos, el francés no habría fallado. La respuesta fue Ferran Torres, con un disparo alto desde la esquina del área. El Barça, poco a poco, carburaba y De Jong agarró un pase en profundidad para hacer lo mismo que Gomis. En su caso disparó demasiado cruzado. Luego fue Babel quien probó a Ter Stegen. A todo esto, solo habían pasado doce minutos. Una locura a la que se unió Orsato en modo Mateu Lahoz y su jueguen, jueguen.

El paso de los minutos dejó claro cómo iría el partido. Domènec Torrent les dijo, renunciando a su credo: "Atrás juntitos, ni un metro, que y tendremos alguna". El plan le salía bien porque, como en la ida, el atasco no estaba solo en las largas avenidas y callejuelas de Estambul, sino en el fútbol blaugrana. Y llegó el gol. Córner provocado por Babel que acabó rematando Marcao con un cabezazo inapelable. No existe mejor adjetivo. El plan era perfecto.

Pedri, en plan yo me lo guiso yo me lo como, buscó la jugada individual. Disparó fuera. Al cabo de un minuto, sacó la varita mágica, recibió un balón interior de Ferran Torres y, tras echar a todo aquel que le salía al paso al césped, marcó ajustando el balón. ¡Qué golazo! Fue el único momento, y duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio, que el Ali Sami Yen quedó silenciado. Casi tanto cuando, en el último segundo del primer tiempo, Adama se la puso para que Aubameyang rematara de cabeza. Al travesaño. Descanso para todos, menos para la grada, que seguía a lo suyo.

Xavi aprovechó el receso para ajustar la maquinaria. Entró Dembélé y salió Adama. Con su amigo sobre el césped, Aubameyang, que estaba haciendo un partido horroroso, vio puerta tras una cesión de De Jong. Es lo que tienen los goleadores. Aparecen por instinto. Antes, Iñaki Peña, cada día más cerca, evitó el segundo de Pedri en la misma jugada. El Galatasary, con Akturkoglu al mando, buscaba reaccionar, pero el Barça salió intenso, fuerte, duro, bien plantado... Todo lo que le había faltado en la primera mitad.

El paso de los minutos (y los cambios de Domènec) apretaron el partido. Turkoglu estuvo a punto de destripar el área, pero se equivocóy, prácticamente solo ante Ter Stegen, prefirió ceder. Error. Faltaban diez minutos y, afortunadamente, Gavi ya estaba peleándose con cualquiera que buscara brega. Tocaba apretar los dientes y sufrir. Jordi Alba, en un saque de banda, y a falta de cinco minutos, empezó a caerle de todo desde la grada. Orsato paró el partido hasta que cesó la lluvia. El Barça, además, supo jugar los últimos minutos con inteligencia e intención. Sobrevivir al infierno y volver a casa con una sonrisa no es algo sencillo.