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Una figura histórica

Muere Lester Piggott, el jockey que lo ganó todo

Piggott falleció, a los 86 años, convertido en una de las personas icónicas para el mundo del deporte, reverenciado y admirado en los hipódromos, ganando 4.493 carreras

En esta fotografía tomada el 4 de noviembre de 1990, el jinete británico Lester Piggott monta a 'Phountzi'.

El dolor se ha apoderado del mundo de las carreras de caballos. La madrugada del pasado domingo ha fallecido en un hospital de Ginebra (Suiza) el inglés Lester Piggott, el mejor jinete de carreras de caballos de todos los tiempos. A sus 86 años de edad deja tras de sí una legendaria carrera trufada de inolvidables triunfos, increíbles récords y sorprendentes anécdotas. Un jockey, que como calificó el filósofo y escritor Fernando Savater, “estaba predestinado a la inmortalidad”.

Piggott era una persona icónica para el mundo del deporte. Reverenciado y admirado en los hipódromos, ganó tantas carreras en sus casi 50 años de competición, hasta 4.493, que faltaría papel para poderlas imprimir y repasar una a una. Entre ellas, un montón de Derbis, Guineas y Ascots desde que en 1948, a los 12 años, decidió subirse a un caballo de carreras, hasta que un día puso fin a su palmarés en 1995, a los 59 años de edad.

Un jinete de altura

Nacido en Newmarket, cuna de la hípica inglesa, en el seno de una familia que por línea paterna tenía tres generaciones implicada en el mundo de las carreras, siempre se caracterizó por su inalterable rostro serio y por su exagerada altura, de ahí su apodo de "The Long Fellow", hasta 1,73 metros, estatura que no le impidió ser el mejor jockey de todos los tiempos. Fue el gran jinete de la postguerra, con triunfos allá donde competía, incluso en el hipódromo de La Zarzuela, donde acudió en alguna ocasión para gozo de la afición española.

Piggott, al que nunca le faltó el dinero, tampoco escapó a los amantes de la literatura negra del mundo de las carreras de caballos. Fue encarcelado en 1985 por defraudar 650 millones de las antiguas pesetas y desposeído de todas las condecoraciones y títulos concedidos por la reina de Inglaterra, Isabel II. Su respuesta fue volver a las carreras y ganar, verbo que conjugaba con una ferocidad que ninguno de sus rivales podía igualar. “No diría que éramos amigos cuando tienes a una persona que es como una espina en tu costado. Es muy difícil tener amor por alguien que está golpeándote todo el tiempo”, ha afirmado el jinete Willie Carson a Sky Sports Racing, uno de sus grandes contrincantes en aquellos tiempos.

Estilo muy personal

Su imagen, como la de un “centauro” como calificaban los cronistas de sus tiempos, de pocas palabras y siempre envuelta en el humo blanco de sus puros, que utilizaba para perder el hambre y dar así el peso en la báscula, se asociaba a la delicadeza con la que trataba al caballo sobre la pista y a su peculiar forma de montar, con el estribo más corto y que generó un nuevo estilo de conducir. Por eso todos le copiaron, aunque para el jockey italiano Frankie Dettori, su clon actual en los hipódromos, “siempre hemos tratado de aspirar a ser como él, pero ninguno de nosotros ha podido hacerlo”.

Sobre todo, este Fangio, Cassius Clay o Maradona del mundo de la hípica, también fue un gran amigo de la familia real británica. A pesar del escándalo por fraude fiscal, siempre fue admirado y agasajado por Isabel II. Piggot la conocía bien y por eso se sintió especialmente reconocido cuando en 2019 la reina le homenajeó el día del Derbi de Epsom descubriendo una estatua en honor a toda su carrera hípica. La novena que adorna los hipódromos británicos y que hoy recuerda más que nunca a quien fue el mejor jinete de todos los tiempos.

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