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Leyenda ciclista

Muere a los 87 años, Julio Jiménez 'El Relojero de Ávila'

Considerado como uno de los grandes escaladores de la historia, ganó tres veces la montaña del Tour y en 1967 llegó a París en segunda posición de la general

El ciclista Julio Jiménez, conocido como 'Relojero de Ávila'. EFE

Iba para relojero, de ahí su apodo, pero le cautivó tanto, tanto el ciclismo, que se entregó en cuerpo y alma a un deporte, que mientras las piernas se lo permitieron, últimamente gracias a la bici eléctrica, practicó toda la vida. Julio Jiménez, ‘El Relojero de Ávila’, ha muerto esta madrugada en su ciudad natal, después de un accidente absurdo. Tenía 87 años y una trayectoria como corredor impresionante.

Julio, Julito, el tío Julio, como se prefiera, era mucho más que aquel ciclista que debutó de forma tardía en el Tour para ganar tres veces la clasificación de la montaña y llegar segundo a París por allá el año 1967. Jiménez era maestro de corredores, de la pequeña provincia de Ávila que también vio nacer a Ángel Arroyo, al ‘Chava’ Jiménez y Carlos Sastre, ganador del Tour de 2008.

Precisamente, Jiménez había ido con unos amigos al tren de lavado de Arroyo en Ávila y cuando salieron con el coche, no se sabe qué pasó, posiblemente un error con el pedal al ser un coche automático, el vehículo impactó contra una pared. Julio iba en la parte de atrás y fue el cinturón el que le causó las heridas que esta madrugada le provocaron la muerte.

La semana pasada, junto a Pedro Delgado. Archivo

Había sido testigo de la brillante época ciclista de los años 60. Creció como figura cuando Federico Martín Bahamontes daba sus últimas pedaladas. Sudó en el pelotón junto a Jacques Anquetil, luego su amigo, Felice GimondiRaymond Poulidor y finalmente Eddy Merckx. Lástima que todo el arte que exhibió en la montaña, de los mejores escaladores de la historia, quedase diluido en las contrarrelojes, porque seguramente, en caso contrario, tendría en su palmarés al menos un Tour, el de 1967, y un Giro, el de 1966, donde fue 11 días ‘maglia rosa’. “Deja que otro equipo lleve el liderato. No te desgastes tanto”, le repetía Anquetil. Pero Julio no le hizo caso y perdió la carrera.

Fue el mismo Julito que pasó primero por el Ventoux, en 1967, el día que las anfetaminas mataron a Tom Simpson, y el que ganó la etapa del Puy de Dôme de 1964, el día que Francia se entregó al memorable duelo entre Anquetil Poulidor.

Y era el ciclista que se convirtió en maestro de periodistas, tantos años conduciendo el Mercedes de la cadena SER, en el Tour, en el Giro y en la Vuelta. “¿Adónde vas?”, preguntó a un periodista novato que acaba de llegar a Lyon, que caminaba perdido por los alrededores de la meta tras la primera etapa del Tour de 1991, después de que Pedro Delgado y Miguel Induráin no entraran en el corte bueno y llegaran rezagados.

El Mercedes de la SER

Aquel Mercedes al que subió este periodista se convirtió en un hervidero informativo porque Jiménez también recogió a José Miguel Echávarri y lo llevó a su hotel mientras el entonces técnico del Banesto se quejaba y lamentaba el despiste de sus jefes de filas en la que luego sería la primera de las cinco rondas francesas de Induráin.

Y el que nunca olvidaba llevar encima las famosas Yemas de Santa Teresa, como cuando vino a Barcelona para asistir al funeral de otro contemporáneo y amigo suyo, Miquel Poblet, muerto en 2013.

El documental sobre Julio Jiménez que ha realizado Pedro Delgado Blanco. EP

Pasaba los inviernos en Alicante huyendo del frío de Ávila, pero había estado dando vuelltas, una vez retirado, por media España atendiendo sus negocios de hostelería. Hace justo una semana acudió a la llamada de Pedro Delgado, con el que estrecharon una gran amistad, sobre todo desde que coincidieron como comentaristas en la cadena SER. Pedro Delgado Blanco, el hijo mayor de Perico, estaba rodando un documental sobre Julito, con sus anécdotas y sus años de gloria en el ciclismo.

Y, para la posteridad, su increíble colección de ‘maillots’ con las marcas de Faema, Ford, Bic y Kas, leyenda viva de un ciclismo que Jiménez practicó como profesional entre 1959 y 1969 con cinco victorias de etapa en el Tour, cuatro en el Giro y tres en la Vuelta. Pero lo mejor, lo mejor de lo mejor, era escucharlo décadas después recordando las gestas de un relojero convertido en mito del ciclismo.

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