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ATAQUES DE ANSIEDAD

Entrevista | Valentina Berr: "Dejo el fútbol por la violencia estructural contra las transexuales"

La segunda trans en el fútbol femenino español renuncia, a los 29 años, harta de los ataques de ansiedad

Valentina Berr, en el Nou Sardenya, el estadio del Europa.

Valentina Berr se convirtió en 2018 en la segunda jugadora trans del fútbol femenino en España. A los 29 años la jugadora del Europa lo deja harta de la violencia estructural le había llevado ataques de ansiedad continuados.

-Dice que no cuelga las botas sino que se las cuelgan. ¿Por qué?

-Cuando instituciones, medios de comunicación y una parte (pequeña pero muy ruidosa) de la población ejercen violencia estructural contra las mujeres trans hasta asfixiarnos y destrozar nuestra salud mental y física, el hecho de retirarme no es una decisión que pueda considerar propia.

-Había llegado a sufrir ataques de pánico antes y después de los partidos. ¿En qué punto dijo basta?

-En enero de este año ya había tomado la decisión de que esta sería la última temporada, y así se lo comuniqué a mi entrenador, justamente porque estaba siendo una temporada idílica en lo deportivo y ni así yo me encontraba bien. Desgraciadamente, ni siquiera pude llegar al final de la temporada, ya que tuve que apartarme de las dinámicas de equipo cuando aún quedaban dos partidos. Dije basta porque habíamos ganado la liga y en lugar de quitarme un peso de encima, se estaban incrementando esos ataques de ansiedad. Desde ese partido, el que significó la consecución del título a principios de abril, no volví a entrenar.

-En un artículo le llegaron a decir que era un señor que se disfrazaba abusar de niñas.

-Fue un golpe más, como tantos otros que he denunciado públicamente.

-Denuncia violencia estructural. ¿Qué situaciones se ha encontrado en estos cuatro años?

-Estos cuatro años han sido una mezcla de momentos muy buenos en los que he disfrutado muchísimo de algo que me gusta hacer y un cúmulo de presión y violencias que he intentado aguantar sola para intentar proteger a mi entorno aunque ha acabado saliendo todo. Por un lado, el hecho de ser permanentemente sospechosa para las instituciones, en el sentido de estar obligada a cumplir un límite de niveles de testosterona que muchas compañeras que no son trans pueden sobrepasar de largo sin que, en principio, nadie les señale, a no ser que por su apariencia o condiciones físicas se crea que es una mujer trans sin serlo. Por otro lado, que haya cientos de mensajes en redes insultándome y humillándome. O tener que esconderle a mi familia esas barbaridades que hablábamos sobre la prensa.

Valentina, antes de debutar con el Terrassa en 2018.

-¿Cómo ha sido su experiencia en el deporte femenino desde que empezó su tránsito?

-Ha sido una experiencia llena de contrastes. Tanto a nivel exclusivamente deportivo, como también en relación a mi condición. El deporte de competición ya es así, no es todo alegrías. Sin embargo, a pesar de que mis compañeras y rivales siempre me han tratado como una persona más dentro de la enorme diversidad en la que convivimos dentro del fútbol femenino, la realidad es que siempre he estado un poco con la guardia alta, por miedo a que por ser una mujer trans pudiera recibir agresiones dentro del fútbol como las que he sufrido fuera. Por suerte no fue así, nunca ninguna compañera ni rival lo ha hecho, sino todo lo contrario. Pero eso no impidió que yo me condenara a cierto ostracismo por prevención. Me he perdido experiencias preciosas con ellas que ojalá algún día pueda recuperar de algún modo, porque me he cruzado con gente maravillosa.

-Aseguraba sentirse siempre bajo sospecha. ¿Es algo que le ocurre en el ámbito deportivo más o menos que en el resto?

-El deporte amplifica esa sensación, que no es tanto una sensación sino una realidad. En otros ámbitos también ocurre, por supuesto, y no solo por ser trans, sino por ser lesbiana. Recordemos que a día de hoy, si una pareja de mujeres tiene una criatura por un métodos de reproducción asistida y quiere inscribir a su criatura en el registro, muchas veces las obligan a casarse, o a adoptarla, en el caso de la madre no-gestante. Como si sospecharan de que realmente no son las madres las dos. Eso no ocurre con parejas heterosexuales (al menos, las que tienen papeles).

Valentina, en un partido contra el Espanyol.

-En su adiós afirma que el fútbol femenino es más abierto que el masculino. ¿Cree que más equipos deberían seguir el ejemplo del Europa y posicionarse contra la intolerancia?

-El posicionamiento público en contra de las discriminaciones es importante, por parte de todo actor que forme parte de la sociedad y del deporte en particular. Sin embargo, si esto no va acompañado de políticas internas de clubes y protocolos federativos que protejan y promuevan nuestro derecho a formar parte del deporte de una forma sana y acogedora, tampoco habrá un cambio sustancial. El apoyo del club para mí es muy importante a nivel individual y también es un mensaje muy beneficioso para la sociedad, pero a su vez no solucionará ninguna de las violencias que me han hecho abandonar.

-El Gobierno ha aprobado la 'ley trans' mientras varias federaciones deportivas empiezan a bloquear la presencia de transexuales en competiciones femeninas internacionales. ¿Qué criterio aplicaría para que pudieran competir?

-Creo que el error en la mayoría de planteamientos sobre deportistas trans es el propio enfoque. Si deberían participar o no, si adulteran de la competición, si habrá hombres que se hagan pasar por mujeres,... Es un error porque es la agenda que quieren marcar quienes odian a las mujeres, y consiguen que hablemos de ello y que no nos parezca tan absurdo como es. A todas las personas nos atraviesan mejores y peores capacidades físicas, que dependen de miles de factores que van más allá de nuestros cromosomas. Yo por ejemplo desarrollé de pequeña una escoliosis de 18 grados de desviación, tengo la espalda como una C, y cada dos por tres estoy lesionada, directamente no sé lo que es jugar sin dolor, por no hablar del miedo a chocar, a caer,... En cualquier golpe se me acaba el fútbol. Luego, si de verdad quisiéramos un deporte de competición más justo e igualitario, lo que tendríamos que hacer es acabar con el sistema capitalista, porque eso sí que provoca una gran desventaja que afecta a mucha gente. Pero curiosamente a nadie le parece una desventaja que alguien tenga que ir a entrenar destrozada después de 10 horas fregando platos o atendiendo llamadas en un 'call center', mientras que otra compañera ha dedicado su mañana a escoger su próximo Louis Vuitton y comer tostadas con aguacate y especias aromáticas importadas del sur caribeño. Por tanto, si algo nos debe preocupar de las mujeres trans en el deporte es, por ejemplo; ¿por qué hay tan pocas? ¿Por qué no llegamos a la élite? ¿Cómo hacemos para que romper ese techo de cristal? De eso no habla nadie.

-Dice que hay pocas mujeres trans que hagan deporte y menos en el deporte federado. ¿Cómo lo fomentaría?

-Primero, se debería estudiar por qué las mujeres no practican deporte y qué les impide hacerlo a nivel federado. Cuáles son sus barreras de entrada. Quizá son normativas, o quizá es simplemente que nadie se ha preocupado de transmitir la importancia que tiene el deporte en la salud de las mujeres trans. Hay que saber por qué no están en el deporte para poder diseñar políticas públicas que fomenten su participación. Y luego, se debería parar de difundir y amplificar discursos de odio contra las mujeres trans, así como bulos como el que se difundió sobre la nadadora Lia Thomas, que denunció la periodista Noemí López Trujillo, que solamente contribuyen a crear un entorno más hostil y, en consecuencia, disuadirnos de la práctica deportiva.

-En 2018 se convirtió en la segunda futbolista transexual en el fútbol femenino español, ¿qué consejos le daría a las que quieran seguir su senda?

-Bueno, acabo de abandonar el deporte, así que consejos vendo que para mí no tengo (ríe). Pero en todo caso, les diría que nadie les engañe, que el deporte también pertenece a las disidencias, que el fútbol femenino está construido por nosotras, las desviadas, las bolleras, las marimachos, las trans. No somos intrusas; somos el deporte femenino. Ah, y sobre todo: que se cuiden, y encuentren a aquellas personas en las que puedan confiar y dejarse cuidarse. Solas no podemos. Y no estamos solas.

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