LaLiga Santander

Mateu Lahoz, de récord en récord

Mateu Lahoz y Xavi Hernández, durante el derbi en el Camp Nou.

Mateu Lahoz y Xavi Hernández, durante el derbi en el Camp Nou. / Reuters

Albert Guasch

Discurría el derbi apacible como una tarde primaveral en una huerta valenciana en la que solo cabe recoger naranjas y de repente Mateu Lahoz, del colegio valenciano, se puso a exprimir tarjetas. Pero de forma mecánica y ruidosa. Como un poseso. La mano cogió vitaminas y en cuanto empezó, como que no pudo parar. Hubo un margen particularmente frenético, de seis minutos, en los que le dio tiempo de sacar siete cartulinas amarillas y dos rojas. "Por protestar una de mis decisiones", fue la coletilla que más usó a la hora de redactar el acta arbitral.

En general se le reprocha a Mateu Lahoz unas supuestas ganas de convertirse en novio en la boda, el bebé en el bautizo y el muerto en el funeral. Y ciertamente consiguió erigirse en protagonista en el tramo final del partido y en el tratamiento posterior que le dieron los medios de comunicación y los aficionados al derbi. No es una situación que le venga de nuevo. Su particular estilo de arbitrar ha dado de qué hablar desde siempre, sobre todo por mostrarse parlanchín con los jugadores durante la disputa del partido, por tutearles, llamarles por su nombre. Excentricidades de un tipo de colegiado, se pensó siempre. Un estilo con adeptos, como el propio Xavi Hernández, que premonitoriamente dijo antes del partido que a él le gustaba Mateu por aquello de que deja hablar. En cambio, a la vista del acta, no soportó que el sábado se le dirigiera la palabra. Si no perdió los papeles, lo pareció mucho. 

Mostró un total de 16 amarillas (incluido Xavi) y dos rojas por doble amonestación, récord en un partido de la Liga española. Pero es que Mateu Lahoz ya venía de establecer una plusmarca idéntica en el Mundial de Qatar. En el palpitante encuentro entre Argentina-Países Bajos, el colegiado español desquició a unos y otros con 17 amarillas y una roja (fruto de una doble amonestación). Nunca en un encuentro del Mundial se había visto tal frenesí. Leo Messi cargó duro contra él, como se recordará. "No se puede poner un árbitro que no está a la altura. Teníamos mucho miedo antes del partido porque sabíamos como era", aventó furioso, ignorando que ese día perjudicó ante todo a los holandeses, pese a que los argentinos fueron los que más airadamente protestaron. 

Frenkie de Jong lo ha sufrido, pues, en sus dos últimos partidos. Podía haber sido muy duro. No lo fue. "Creo que perdió el rumbo del partido", se limitó a decir el mediocampista en un acto de contención que debe ser valorado. Fue de los pocos que no recibió cartulina.

Elogio y reproche

A quien le complació el arbitraje del Camp Nou fue a Diego Martínez, técnico del Espanyol: "Es uno de los mejores árbitros del mundo", afirmó tras el empate. Justo lo que vino a decir Xavi antes del pitido inicial. Luego dijo que creía que la contienda se le había ido de las manos. "No le suele pasar", dijo a mitad de camino entre el elogio y el reproche.

Mateu Lahoz, de 45 años, ha ido dando entrevistas aquí y allá y hace unos años le preguntaron en el diario Las Provincias acerca de ese supuesto afán de protagonismo sobre el terreno de juego. En esta en concreto se hizo el sorprendido y el apasionado. "No tengo ningún protagonismo. Soy un enamorado del fútbol, lo vivo en primera persona. Lo puedo oler, oír, sentir. No voy a cambiar nada de cómo vivo mi profesión", aseveró. Nadie discute esta pasión, pero a la vez cuesta mucho no pensar en él como futuro concursante de un programa de reality, versión isla o versión cocina.

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