Fútbol

El Atlético se disfraza de perdedor y completa en Sevilla una pésima semana

El conjunto rojiblanco pierde en el Pizjuán, rendido ante su 'niño maravilla' Isaac Romero, autor del único gol del partido

Denís Iglesias

No vale remar para morir en la orilla. No sirve eliminar al Real Madrid en Copa del Rey si el Athletic impone su criterio en semifinales. No basta haber sido uno de los equipos más solventes en casa si en la fase clave de la temporada sufres un desvanecimiento. No es suficiente generar un inmenso caudal de ocasiones si no se culminan. Al Atlético no le alcanza con la versión que mostró en el Sánchez Pizjuán, donde perdió tres puntos -por un gol de Isaac Romero-, el tren de la Liga y culminó una pésima semana. Todo ello sin entrar en el macabro juego de la Champions.

El Atlético perdió en Sevilla, que fue un Carnaval. Los rojiblancos se pusieron el disfraz de la inoperancia para quedarse a 13 puntos del Real MadridPara completar la tragedia, Morata tuvo que salir sustituido por lesión. Sufre un "traumatismo con torsión de rodilla". Ni él ni el resto de sus compañeros en ataque pudieron tumbar a un Sevilla que es un caramelo envenenado. Está en un lugar impropio en la clasificación. Toda la cautela es poca.

Gol de Isaac Romero, el 'niño maravilla' del Sevilla

Qué regalo son las caras nuevas en la Liga, una competición necesitada de nuevos ídolos. Sobre todo cuando irrumpen con el descaro de Isaac Romero. Un talento madurado en la cantera de un Sevilla en crisis al que le ha quitado el aire de cadáver. El único disgustado con esta irrupción es Rafa Mir, desplazado y olvidado por un futbolista que consigue contagiar su emoción al resto de compañeros.

Isaac Romero anotó al cuarto de hora su tercer tanto de la temporada ante un Atlético que quiso ganar el partido por inercia. Como si el mayor talento de Griezmann bastara ante un equipo que fue pura agresividad desde el inicio. Ver al Sevilla es disfrutar del caos. Un conjunto asimétrico que cabalga con el corazón que le dan hombres como Acuña. Cualquier cosa puede salir de ahí. Los de Simeone no entendieron este lenguaje.

Debutó Paulista en la zaga, a la que regresó Hermoso, en lugar del señalado Reinildo por su actuación en la ida de la Copa del Rey. Arriba volvió a la titularidad Morata, que envió un remate al palo, pero en fuera de juego. Protestó a Iglesias Villanueva un penalti de Acuña. Lo mismo hizo En-Nesyri en el área contario. Aunque las quejas que más escuchaban eran las de un Simeone que buscaba un centro del campo que no funcionaba. Enfrente, clase magistral de un ex del Atlético como Óliver Torres.

Preocupación con Morata: se marchó del campo llorando

Tampoco rindió la defensa 'colchonera', a la que Oblak libró de una mayor carga en la primera parte donde el Sevilla era como una araña. Picaba, se escapaba y tejía una red desde la que lanzó ocasiones tan claras como la que tuvo el incansable Isaac Romero. Controló como pudo un balón caído del cielo y conectó un derechazo que a punto estuvo de convertirse en el segundo de un encuentro donde el Atlético compareció en el 40.

Tuvo un mano a mano magnífico Morata que desbarató Nyland. Ese era el camino a explorar por los rojiblancos. Al primer toque, con inteligencia, aprovechando los espacios que dejaba una zaga hispalense tendiente al error. Por desgracia para el Atlético, un golpe en el aire con Soumaré dejó fuera de combate al delantero de la selección española. Se fue llorando del campo y hasta los médicos vetaron a las cámaras de la retransmisión. De la Fuente, presente en el campo, se estremeció con la mala noticia.

Reacción insuficiente y polémica con el VAR

Morata fue sustituido al descanso y en su lugar entró Memphis. Nahuel también reemplazó a Llorente. Ambos protagonizaron la primera gran ocasión de la segunda mitad. Navas sacó bajo palos un remate de primeras de Griezmann y el despeje, que golpeó en la primera de Memphis, no se coló de milagro en la meta del Sevilla. El partido seguía por mismos derroteros. Un petardo tras otro y la pólvora corriendo por todo el campo.

El Atlético se cambió de traje y recuperó el ritmo. Acelerando podía superar a un conjunto hispalense donde la incógnita era la energía. Llovía en Sevilla y hasta se fue la luz por un segundo. Justo después de que Isaac Romero, en la enésima cabalgada, se quedase a una parada de Oblak de fundirle los plomos a los de Simeone. Sobreexponerse era necesario, pero los riesgos a la contra eran más que evidentes. Por centímetros no subió al marcador un gol de Ocampos.

Estaba encendido el Sánchez Pizjuán como en los viejos tiempos. El templo sevillista se echó encima del árbitro y del VAR por un empujón de Nahuel sobre su protegido Isaac Romero. Los colegiados no pitaron penalti en una acción que terminó con la expulsión del preparador físico hispalense. Se había salvado momentáneamente un Atlético que era incapaz de culminar sus ataques. Murió preso de su propio desacierto para cerrar una semana horrible. Tendrá que pasar página inmediatamente. El tramo de la temporada, con la Copa y la Champions en juego, no admite resacas.