Con el invierno llegan el frío, la lluvia, la nieve... Todos ellos elementos que complican la conducción. Te explicamos cómo conducir para evitar que te den un susto.

1. Con niebla.

Primero, conecta las luces cortas -nunca pongas las largas: se reflejan sobre la niebla y verás menos todavía- y, después, los antiniebla, pero sólo mientras la niebla sea densa -si no, deslumbrarás a otros conductores-. Si la niebla te sorprende en un puerto de montaña, ayúdate del reflejo de tus luces sobre las líneas de la carretera y las balizas que hay cada 50 metros para ver mejor por dónde tienes que ir. Además, no te confíes si la niebla desaparece de golpe; probablemente, te encuentres con otros bancos en cualquier momento.

2. Si comienza a llover.

Cuando las primeras gotas de agua se mezclan con la suciedad del suelo, se forma una fina película de barrillo que provoca que el coche patine mucho. Por tanto, reduce tu velocidad, aumenta la distancia de seguridad en torno a un 50% y sé más suave al frenar, al girar la dirección y al acelerar.

3. Si llueve con fuerza.

Reduce tu velocidad, aumenta la distancia de seguridad con el coche que te precede dejando más espacio que el que mantendrías si el asfalto estuviese seco y evita 'pisar' los charcos, sobre todo si circulas a más de 60 km/h: el riesgo de sufrir aquaplaning -fenómeno que se produce cuando hay tanta agua en el asfalto que la rueda no es capaz de evacuarla y 'flota' sobre ella, de manera que pierdes el control sobre la dirección-, incluso con las ruedas en buen estado, es muy elevado. Si te ocurre, sujeta el volante con firmeza en línea recta y levanta el pie del acelerador de forma muy progresiva -nunca frenes- hasta que las ruedas recuperen el agarre.

4. Si hay hielo.

En ocasiones, es difícil de reconocer, ya que se puede confundir con fragmentos de la carretera que están simplemente mojados. Por ello, extrema la precaución en zonas sombrías y, cuando la temperatura sea inferior a +4ºC, evita pasar sobre dichos lugares húmedos -sobre todo en curvas o en las frenadas-. De todas formas, si pisas una placa de hielo, debes actuar así:

1.- Si notas que el coche se te va de delante -es decir, que giras el volante para trazar la curva, pero la dirección no responde y el vehículo tiende a seguir de frente-, no frenes -el coche derrapará sin remedio- y no gires más la dirección -sólo conseguirás agravar la situación-: limítate a levantar el pie del acelerador -no lo hagas de golpe, o el automóvil podría deslizar de atrás- y a esperar a que el vehículo recupere el agarre y empiece a girar.

2.- Si notas que el coche se te va 'de culo' -desliza de atrás- en una curva, no toques el freno -sólo conseguirás que el vehículo se cruce por completo-, no sueltes de golpe el pedal del acelerador y gira el volante en dirección al lado hacia el que está deslizando la trasera del coche. No necesitarás girar más de media vuelta de volante: con eso basta para controlar el derrapaje; si lo giras más, te 'harás con el vehículo' en un primer momento... pero, a continuación, te responderá con un fuerte 'latigazo' que te puede sacar también de la carretera.

5. Sobre nieve.

Para iniciar la marcha sobre nieve, conviene hacerlo en segunda velocidad, pues en primera las ruedas tienden a patinar con más facilidad; ya en movimiento, mantén el motor en torno a las 2.000 rpm en los diésel y 2.500 rpm en los gasolina. Evita las marchas muy largas -tendrás menos control sobre el vehículo en las curvas- y las muy cortas -el exceso de potencia hará patinar demasiado las ruedas-. Por otra parte, extrema la suavidad con la que mueves la dirección, e intenta anticiparte a los giros lo máximo que puedas para hacerlos de la manera más progresiva posible.