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ATENTADO en parís

Lápices bajo el islam radical

El imán de Las Palmas de Gran Canaria, Mohamed Mahmoud Saleh, y el dibujante grancanario Alberto Hernández Rivero, ofrecen su visión sobre la violencia yihadista que atemoriza a Europa

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Azotada por un terror bárbaro, Francia sale hoy a la calle. Las manifestaciones de ayer con las emotivas muestras de condolencia lápiz en mano han dibujado la primera viñeta de la reivindicación pacífica. La muerte de los caricaturistas de la revista satírica parisina acribillados por dos terroristas que invocaron el nombre de Alá ha incrustado la amenaza yihadista al corazón de Europa de forma brutal. El asesinato de la redacción de Charlie Hebdo impacta en los cimientos de la civilización europea, en la libertad de expresión, de información y en los valores fundamentales de la Francia ilustrada que comparten la cultura occidental.

Stéphane Charbonier, Charb, director del Charlie Hebdo, de 47 años; Jean Cabut, Cabu, de 76; Georges Wolinski, de 80; Bernar Verlhac, Tignous; y Philippe Honoré son algunos de los más reconocidos miembros de la redacción del semanario de humor que han caído bajo el fuego de los kalashnikov de los terroristas. Los asesinos ajusticiaban diez años después a los autores de unas caricaturas de Mahoma, que ya les habían obligado a vivir con protección policial. En libertad vigilada.

En asuntos de vida o muerte no hay distancias. Gran Canaria es París. La Torre Eiffel se encuentra entre nosotros y todos somos Charlie Hebdo, como corean miles de personas en las calles de las principales ciudades de francesas.

El dibujante e ilustrador grancanario Alberto Hernández Rivero, colaborador de publicaciones europeas y americanas, conocedor de los trabajos de sus colegas franceses, y el imán de la mezquita de Las Palmas de Gran Canaria, Mohamed Mahmoud Saleh, analizan desde la Isla lo ocurrido en estos cuatro últimos días en Francia, unos acontecimientos que prometen cambiar el rumbo de la Unión Europea.

Fernando Montecruz, colaborador y dibujante de LA PROVINCIA/DLP, expresa con la ilustración que se incluye en la primera página , con el emblema de la Torre Eiffel, la defensa de los principios más fundamentales de la civilización que compartimos: el derecho a la crítica, a la libertad.

Los líderes religiosos de los miles de musulmanes con residencia habitual en la capital grancanaria y en el Archipiélago, integrados desde hace décadas, defienden su pacifismo, "que amamos la vida que hay aquí", en palabras del religioso egipcio que lidera los rezos de los viernes en la mezquita de la capital. "El que tiene ideas radicales no está entre nosotros", defiende el imán Saleh.

Entre los dibujantes están las víctimas. En el colectivo de los asesinados se sigue defendiendo la libertad de prensa para seguir publicando caricaturas. Alberto Hernández explica que no tenía ningún tipo de relación con la revista satírica Charlie Hebdo en París, "pero ahora sí". "Un dibujo nunca debería tener como replica una bala, una bala nunca es una respuesta", agrega ."Ahora estoy con los amigos de mis amigos que sí tienen relación con la revista, y que no están en su mejor momento". En este momento este ilustrador de Las Palmas de Gran Canaria trabaja para la Editorial Boomerang Publishers en Holanda, país que conoce bien la violencia islamista con el asesinato en 2004 del cineasta Theo Van Gogh a manos de un radical holandés de origen marroquí.

Los dibujos de Hernández Rivero, autor revelación en 2012 en la Expocomic de Madrid y zombie hunter de la editorial Dolmen, también aparecen en publicaciones de Alemania, Canadá, Asia y, cómo no, en Francia. "Creo que lo que ha sucedido es una atrocidad, una barbarie que nos obliga a ser más conscientes de los valores que tenemos la obligación de defender", reflexiona desde su estudio de Siete Palmas.

"Entiendo que la libertad en todas sus variables, la igualdad y la fraternidad no pueden ser solo palabras que blandimos enumerando los favores que nos corresponden sino que debemos luchar por la idea de conseguir ser mejores personas para llegar a ser una civilización mejor, más permeable al sufrimiento ajeno".

"Por eso no pienso que sea únicamente un ataque a una revista que se propasó con el Islam y sus adeptos más radicales. Es un ataque global, en pos de una venganza armada desde el fanatismo contra occidente", encadena. "Ese occidente que cada vez es más consciente de su vulnerabilidad y que cuida poco o nada lo que les sucede al resto de los mortales".

"Mañana no va a ser fácil hacer equilibrios subidos a esa escalera imaginaria desde donde se crean las tiras de humor, criticar y darle la vuelta a la noticia para hacerla compresible, va a ser más difícil. Pero es necesario, ¿quién si no nos va a robar una sonrisa tan temprano?"

Con más dificultad de la habitual, Hernández toma los útiles de dibujo para ejercitar la libertad de expresión con firmeza, sin complejos y con energía tras el ataque terrorista a una redacción periodística que él también conoce y ha compartido con sus trabajos profesionales.

No se olvidan los obreros del lápiz de los atentados del El Papus o del secuestro de El Jueves. Pero las comparaciones resultan odiosas, en algunos momentos, y en especial en este que están viviendo los defensores del pensamiento libre. El impacto del terrible atentado se compartió en las redes y en las conversaciones y chat profesionales. Apunta Hernández que desde que trascendió el terrible suceso un escalofrío les enlazó a todos, en especial a sus colegas vinculados a las editoriales francesas Dupuis y Delcourt, muy unidos a los acribillados en la reunión de la redacción del miércoles. Tampoco han faltado referencias y comentarios entre los colegas del lápiz en Canarias con el veterano Griffo, un autor belga de nombre Werner Goelen, asentado en La Palma y de la misma generación que los más veteranos caricaturistas de Charlie Hebdo. El dibujo no es arma peligrosa. Es la intransigencia, a juicio de Alberto Hernández, la intolerancia de los que no aceptan ver a Mahoma en la portada de una revista satírica. "En ningún momento uno llega a imaginarse que esas amenazas se conviertan en realidad". La imaginación de los periodistas del semanario parisino se quedó corta.

"No soy humorista gráfico, es más, siento pavor en esta parcela de la profesión. No utilizo el dibujo y la sátira para ejemplarizar y hacer comprensible algún aspecto de la vida, de lo que nos sucede", se expresa Hernández para definir territorios. "Creo que disentir con lo establecido es un músculo que se menosprecia y que no es precisamente fácil de usar. Y por todo ello, prefiero que los más capacitados se encarguen de hacer reír al gran público desnudando las noticias".

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