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Glaucoma, el ladrón sigiloso de la visión

Casi medio millón de españoles sufren el deterioro del nervio óptico y muchos de ellos están sin diagnosticar

Glaucoma, el ladrón sigiloso de la visión

Es la segunda causa de ceguera, pero puede evolucionar sin dar síntomas. Por eso se le conoce como "el ladrón sigiloso de la visión". Se estima que en España hay casi medio millón de personas con glaucoma, muchas de ellas sin diagnosticar. La oftalmóloga Carmen Junceda Moreno, explica las características de este deterioro del nervio óptico causado por un aumento de la presión ocular.

¿Qué y por qué?

El glaucoma es una enfermedad ocular crónica caracterizada por un daño progresivo del nervio óptico. La causa más importante de ese deterioro es la presión intraocular elevada. Puede haber otras causas, como un flujo de sangre deficiente en el nervio óptico o una predisposición a la lesión de sus células ganglionares mediante un proceso de oxidación acelerada o muerte programada denominado apoptosis. Pero, normalmente, cuando se habla de glaucoma suele entenderse que existe daño del nervio óptico por aumento de presión ocular.

Síntomas

Muchas veces no existen síntomas de enfermedad, por lo que al glaucoma primario de ángulo abierto se le denomina de forma muy gráfica "el ladrón sigiloso de la visión". En estos casos, el daño progresa sin provocar síntomas ni signos aparentes de enfermedad. A medida que avanza el daño del nervio óptico aparecen los llamados "escotomas", o zonas del campo visual con visión reducida o sin visión. El paciente, explica Carmen Junceda, "se dará cuenta de que no está viendo bien cuando se altera la visión central, que es la que se utiliza para la vida cotidiana: para leer o ver la televisión, por ejemplo. En aquellos casos en que se trate de un glaucoma de ángulo cerrado, con una zona de drenaje muy estrecha, puede originarse un episodio de elevación brusca de la presión intraocular, con disminución de la agudeza visual brusca, de franco dolor ocular y un cuadro de náuseas y vómitos".

60 millones de afectados

Se estima que puede haber unos 60 millones de personas afectadas por glaucoma en el mundo. Es la segunda causa de ceguera, sólo superada por la catarata. En España puede afectar al 2 por ciento de la población mayor de 40 años. O sea, en nuestro país podría haber casi medio millón de personas con glaucoma, muchas sin diagnosticar y, por tanto, con una enfermedad seria en evolución. La prevalencia aumenta de manera muy relevante con la edad y se considera que en los próximos 10 años el número de afectados se va incrementar, según algunos expertos, hasta el 30 por ciento.

Mujeres y varones

El glaucoma de ángulo cerrado es más frecuente en mujeres porque su ojo es más pequeño y esto favorece la obstrucción mecánica en las vías de drenaje del humor acuoso, el que llena el polo anterior del ojo. Además, las mujeres tienen también mayor esperanza de vida, por lo que se espera un aumento de la prevalencia en ellas también mayor. Podría resumirse diciendo que ciertos tipos de glaucomas son más frecuentes en mujeres y personas de ojos pequeños, y si se considera la población general lo sería también por razones de supervivencia.

Herencia

Los familiares directos de un paciente con glaucoma de ángulo abierto tienen hasta nueve veces más riesgo de padecerlo que cuando ese antecedente no existe. En algún otro tipo de glaucoma, como los pigmentarios y juveniles, o en algunos malformativos, se encuentran antecedentes hereditarios hasta en la mitad de los casos.

Padecerlo sin saberlo

En países desarrollados, menos del 50 por ciento de las personas afectadas saben que lo padecen y se calcula que esta cifra es mayor en países con menos recursos. Por tanto, es más frecuente en sociedades con menor posibilidad de una atención adecuada.

Elementos de riesgo

La principal medida preventiva es saber que la edad, sobre todo a partir de los 50 años, los antecedentes familiares, lo defectos de refracción moderados -la miopía y la hipermetropía-, la diabetes, la hipertensión arterial, los traumatismo oculares previos, las hipotensiones arteriales marcadas, los factores raciales y el uso prolongado de algunos fármacos, como corticoides, ansiolíticos y antihistamínicos, pueden favorecer el desarrollo de la enfermedad.

¿Cuándo ir al médico?

La clave es que el médico general conozca las condiciones de riesgo y planifique revisiones oftalmológicas regulares. No obstante, el glaucoma no puede diagnosticarse desde el centro de salud, aunque sea fundamental el papel del médico de familia en cuanto al diagnóstico precoz. Si tiene una adecuada formación, debería saber identificar a aquellos pacientes con riesgo de desarrollar glaucoma y tomar la iniciativa para que se le realice una valoración especializada. Como regla general, en caso de existir cualquier riesgo, recomendaría un examen por el especialista cada cinco años antes de los 40; de los 40 a los 54, cada dos años; y a partir de los 55, anual. El entendimiento y la coordinación de médico de cabecera y oftalmólogo en el seguimiento del paciente ya diagnosticado es absolutamente necesario.

Tratamientos

Para tratar el glaucoma, los oftalmólogos sólo pueden actuar sobre la presión intraocular y la protección del nervio óptico. En relación al tratamiento médico mediante la aplicación de colirios, existe un amplio abanico de nuevos principios activos capaces de controlar la tensión, la mayoría con una efectividad superior al 50 por ciento. Estos fármacos son más eficaces que los de hace unos pocos años, más seguros y también permiten una dosificación más cómoda, lo que mejora el cumplimiento de las terapias. El tratamiento quirúrgico, explica Carmen Junceda, se limita a aquéllos con gran velocidad de progresión del daño a pesar del tratamiento médico, o en glaucomas en estadío avanzado. Ambas medidas pueden ser complementarias y ayudan a mejorar los resultados: permiten conservar más visión durante más años.

¿Y el futuro?

En el tratamiento médico, el mayor avance ha consistido en la aparición a finales de los pasados años 90 de los lípidos hipotensores, las denominadas prostaglandinas, en la aparición de combinaciones a dosis fijas de varios principios activos y de colirios sin conservantes, que mejoran la tolerancia y el cumplimiento del tratamiento. La ofalmóloga anticipa que próximamente, aparecerán nuevas combinaciones fijas con eficacia superior a las disponibles hoy, y dispositivos intraoculares que permitirán la liberación continua de los fármacos. A nivel quirúrgico, el mayor progreso, a su juicio, fue la generalización del uso de sustancias denominadas antimetabolitos, que disminuyen el desarrollo de cicatrices tras la cirugía, y la aparición de técnicas no invasivas. En el futuro "asistiremos a un mayor perfeccionamiento en la microcirugía, a la generalización de los estudios genéticos, cada vez más útiles, y sin que transcurra demasiado tiempo a la terapia con células madre", añade Junceda Moreno.

Dudas y cannabis

Las principales tienen que ver con una relación confusa por parte de los pacientes entre la presión arterial y la presión intraocular; un glaucoma se puede producir con tensión arterial normal o alta, pero también es frecuente que se produzca con tensiones arteriales bajas. Además, en la consulta son frecuentes las preguntas sobre los olvidos en la dosificación, especialmente en personas mayores, por lo que debe señalárseles que, en caso de duda, es mejor repetir la administración del colirio a saltarse una o más dosis. También la influencia del estrés, del consumo de café y tabaco, que pueden perjudicar al riego sanguíneo del nervio óptico, empeorando la situación.

Como anécdota, la oftalmóloga Carmen Junceda cuenta que "una de mis últimas pacientes me preguntaba sobre una información que había leído sobre el consumo de cannabis como posible terapia de su glaucoma. Tuve que explicarle que, efectivamente, se había comprobado un efecto pasajero depresor de la tensión ocular, pero que sólo podría ser útil si lo pudiese fumar durante las veinticuatro horas y ya para siempre".

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