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Entrevista.

Antonio Rosas: "Ponernos de pie fue el pistoletazo de salida de la evolución"

"Descendemos de un mono, de un primate, pero no del chimpancé, sino de un antepasado común de chimpancés y humanos. Desde ese antepasado hubo una bifurcación", explica el paleoantropólogo del CSIC

Antonio Rosas ante la estratigrafía de un yacimiento.

Miles de fósiles, enterrados bajo sedimentos de millones de años en Etiopía, Kenia, Tanzania y otros lugares de África y Eurasia, han dado las claves a los científicos para reconstruir la fascinante historia de la humanidad, para recomponer una travesía que empieza hace más de seis millones de años cuando aparece el primer homínido bípedo, punto de partida de la evolución humana.

Antonio Rosas, paleoantropólogo del Museo de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los grandes expertos en neandertales de Europa, se sumerge de lleno con su último libro Los primeros homininos en la reconstrucción de un árbol evolutivo que se inicia con el ancestro de los grupos humanos que hace dos millones de años emprendieron el gran viaje que les llevó desde África a colonizar por todo el planeta.

Rosas, que fue uno de los primeros científicos en atribuir a la especie neandertal los fósiles exhumados en la cueva de El Sidrón y que dirige desde hace más de una década los estudios que han permitido conocer la historia y vicisitudes de ese grupo humano, reúne ahora las muchas pistas que han aportados los hallazgos de las últimas décadas en África para poner en cuestión la idea asentada de una evolución lineal que rechaza en favor de un proceso más complejo en el que no faltan bifurcaciones, ramas y divergencias, en una palabra, el árbol genealógico que debe ser tenido en cuenta para buscar los orígenes biológicos de la humanidad.

¿Venimos del mono?

Por supuesto que descendemos de un mono, pero cuando la mayoría se imagina un mono piensa en el chimpancé. Se comete el error de verlo como un antepasado humano. Descendemos de un mono, de un primate, pero no del chimpancé sino de un antepasado común de chimpancés y humanos. Desde ese antepasado común hubo una bifurcación que da origen a dos ramas, una dará lugar al linaje de los chimpancés y la otra al de los homininos.

¿Los chimpancés son entonces nuestros hermanos evolutivos?

Son una especie hermana porque partimos de unos padres comunes, pero cada uno hemos seguido nuestra propia trayectoria.

¿Y quienes eran los primeros homininos?

Son los antepasados más antiguos de los seres humanos. Aquellos que están más cerca de la separación de los monos más próximos a nosotros, de los chimpancés. Ambas especies descendemos de un antepasado común que vivió en las selvas africanas y cuando se produjo una desviación hacia lo que serían los humanos, los primeros de esa nueva línea son los homininos.

¿Cuándo se produce esa divergencia de linajes que dará lugar a los humanos por un lado y a los chimpancés por el otro?

Según los datos genéticos y paleontológicos, se produjo hace unos seis millones de años. Probablemente, las separaciones de linajes de animales, plantas y otros organismos vivos suele ocurrir porque cambian las condiciones del medio, las condiciones ecológicas, y los grupos que están en un lugar donde las condiciones han cambiado van a experimentar un nuevo proceso evolutivo.

¿Por qué descartan la representación lineal de la evolución humana?

Los científicos sabemos, incluso desde Darwin, que la evolución es un proceso que se representa mejor con un árbol, casi mejor con un arbusto con varias ramas, pero simultáneamente en la visión colectiva se ha grabado esa hilera tan típica del mono a cuatro patas, luego otro un poco más erguido, después otro todavía un poco más, hasta que termina en un ser humano actual, curiosamente masculino y blanco. Es una imagen que se ha incrustado, un icono que ha calado en la sociedad y que representa la evolución humana. Ahora, lo que los científicos decimos, y es lo que trato de argumentar, es que esa imagen es equivocada y que hay que cambiarla por esquemas tipo árbol con sus diferentes ramas. Esa imagen lineal está muy incrustada en la sociedad occidental porque, de hecho, se remonta hasta Aristóteles y fue formulada en la Edad Media. Es la noción de "la cadena de los seres", que ordena a los seres vivos en una secuencia lineal y ascendente.

¿Qué valor tienen los esquemas habituales de la evolución cuándo estamos asistiendo a hallazgos y cambios constantes que introducen nueva información?

Los esquemas cuando están bien fundados, cuando están basados en datos, nos ayudan a comprender. Es verdad que los nuevos descubrimientos, las nuevas interpretaciones nos van haciendo cambiar un poco las posiciones de las ramas, pero lo que está claro es que hoy en día tenemos una idea bastante general y sólida de cómo hemos evolucionado. Lo que van cambiando son pequeños detalles, las ramas pequeñas; los troncos principales están más o menos bien establecidos. Así que aunque se vayan modificando, los esquemas establecidos nos permiten ir comprendiendo. Si no los tuviéramos no sabríamos nada.

¿La especie humana se aleja del simio cuando comienza a caminar erguida?

La clave de la que parte todo está en ponerse de pie (lo que se conoce como bipedismo, que no es otra cosa que caminar sobre dos patas) y poder liberar las manos para hacer otras cosas. Es el pistoletazo de salida de la carrera de la evolución humana. Ese momento crucial para la evolución humana se produce hace 5,5 millones de años en África.

¿Qué otros factores acompañan esa carrera hacia la humanidad?

Probablemente nuestro antepasado común fuera arborícola y cuadrúpedo. Los primeros homínidos también conservarían algo de este comportamiento arbóreo, pero cuando bajaban al suelo empezaban a ser bípedos. Eso produjo la liberación de las manos y hay interpretaciones de que esa liberación de las manos permitió llevar cosas, comida. Entonces el homínido se pudo dar cuenta de que si lleva comida a una hembra se gana su favor y comprende que es más fácil, más productivo, ser amigo de la hembra que pelearse con los otros machos. Al dejar de pelearse con los otros machos, sus caninos, que hasta ese momento eran grandes para intimidar, empiezan a dejar de hacer falta y a disminuir. Empieza ahí un circuito evolutivo: se consolida la evolución bípeda y mucho tiempo después, porque hay que esperar cuatro millones de años, cuando aparece el género homo, empieza a incrementarse el volumen del encéfalo. Durante todos esos primeros cuatro millones de años el cerebro seguía siendo del tamaño del chimpancé o del gorila.

¿Qué impulsa ese despegue?

El consumo de carne va a tener un papel importante. Se empiezan a construir herramientas, hachas de piedra con las que acceder a los cuerpos de los animales. Se puede hacer carnicería porque antes, con las manos, no era posible abrir el cuerpo de un antílope o de un búfalo. Cuando empezamos a tener herramientas extra corporales se tiene acceso a la carne y a la médula de los huesos, entonces cambia la alimentación se hace mucho más rica en proteínas y en grasa y eso permite el desarrollo de un organismo como el cerebro.

¿Necesitaba más energía para desarrollarse?

Efectivamente, necesita una dieta de muy buena calidad. Entonces, solamente cuando se puede tener esa dieta es cuando se permite la explosión evolutiva que es el incremento del cerebro, lo que facilitará a su vez el desarrollo de las funciones cognitivas, del conocimiento.

Evolutivamente, ¿dónde empieza ese desarrollo, con qué especie?

Son diferentes momentos. Tenemos unos primeros homininos como el Homo habilis donde ya aparece un primer salto en el tamaño del cerebro. Después hay otro salto en el Homo heidelbergensis y tras ellos los neandertales, que incrementan su cerebro a su manera, y los Homo sapiens, que lo hacemos a nuestra manera. La naturaleza descubre la posibilidad y tiene las cualidades con esa dieta para que el sistema nervioso se desarrolle. En los diferentes linajes se hacen pruebas de incremento del cerebro y el caso más evidente es la comparación entre neandertales y sapiens, ellos tienen un cerebro muy grande y nosotros también, pero no son iguales. La naturaleza inventa diferentes maneras de tener un cerebro grande a medida que avanza la evolución.

Contra lo dicho hasta ahora, un hallazgo reciente en China sugiere que nuestra especie llegó allí antes que a Europa.

La teoría que conocemos es que Homo sapiens sale de África hace unos 60.000 años, y a partir de ahí se produce una diversificación de las razas humanas por Eurasia. También sabemos que en el próximo Oriente, lo que hoy es Israel, hay yacimientos con restos de Homo sapiens muy primitivos, de unos 100.000 años. Esos Homo sapiens se consideraban parte de una migración fallida que no prosperó. Luego hubo una segunda salida la de hace 60.000 años, que fue la que dio lugar a la diversificación. Con el descubrimiento de los dientes en una cueva china, que ellos atribuyen a Homo sapiens, lo que cabe pensar es que esa primera migración, que aparentemente no fue más allá, haya prosperado por lo menos en una primera ola migratoria.

¿Entonces tenemos un escenario diferente?

Eso es, el escenario de dos olas migratorias salidas de África, una primera de hace 100.000 años que pensábamos que se había quedado en el Próximo Oriente, pero pudo llegar hasta China, y una segunda, la que conocemos bien de hace 60.000 años, la que trajo a la Península algunos miles de años después a nuestra propia especie.

¿La primera entrada fallida tuvo algo que ver con la presencia de los neandertales en Europa?

Cabe la posibilidad de que uno de los factores por los que esos primeros sapiens que llegan hasta China no lo hicieran en Europa hubiera sido la presencia de los neandertales. Es posible que hace 100.000 años no entraran porque Europa estaba ocupada por los neandertales.

¿Qué le sugiere una sentencia reciente de una juez norteamericana que reconoce a los grandes simios como personas no humanas?

Es una tendencia cultural de una sociedad avanzada en el intento de reconocer cualidades humanas y derechos humanos para los grandes simios. Todo esto tiene una doble explicación: la raíz biológica. Todos descendemos de un antepasado reciente y, además, se les reconoce una serie de cualidades intelectuales o cognitivas que les hacen muy parecidos a nosotros, es decir, estamos evolutivamente muy cerca. Todo nuestro ADN es muy similar, idéntico, compartimos el 98 por ciento. Hay una tendencia desde hace unos años a intentar asignarles derechos humanos a los grandes simios y esta tendencia tiene una explicación práctica: si nosotros les damos derechos humanos nuestra capacidad de protegerlos es mucho más grande (contra la caza furtiva, por ejemplo). Es un doble interés, el puramente ético y el ético aplicado, que es la conservación.

De alguna forma se trata de proteger a nuestro hermanos evolutivos.

Esos es. Estamos admitiendo, gracias al reconocimiento de la paleontología y la teoría evolutiva, que estas especies son nuestras hermanas evolutivas. Lo que se pretende es dar cobertura legal a este hecho biológico.

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