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Contrarreloj hacia el paraíso

Pepe Soto, cocinero hasta que un cáncer se cruzó en su vida, se propone ir a América en un barco hecho por su mano

Contrarreloj hacia el paraíso

Quiere llegar a toda costa a las islas de San Blas, "el archipiélago de Las Mulatas", en Panamá. Y atravesar en solitario el Atlántico en un barco que ha hecho él mismo, el 'Castellfollit', un catamarán de casi cuatro toneladas que fabricó él mismo a cachos, mediante armazones de madera que luego ensambló y revistió de capas y capas de fibra de vidrio en el patio de unos amigos, en el pueblo que da nombre al barco. "Hasta 17 capas tiene el casco", asegura este exjefe de cocina en un gran camping de Blanes, en Girona, reconvertido en marino en pos de un sueño, en parada forzosa en el puerto deportivo de Santa Eulària. A sus 61 años, sufre un cáncer de Hodgkin, un tipo de linfoma que se cura en más del 90% de casos, pero no en el suyo. Se le ha reproducido hasta en cuatro ocasiones, pero la última tanda de quimio fue tan dura que no la pudo soportar. A mitad de tratamiento acabó en el hospital y sin posibilidad de recibir el trasplante de médula que le podría haber curado. También lleva un marcapasos, otra secuela de los tratamientos para tratar de librarse del cáncer. Con el tiempo que le queda, prefiere perseguir su sueño y ha renunciado a los paliativos que le permitirían alargar un poco más su vida. Mejor lanzarse a la aventura que lleva imaginando desde que tenía 20 años que peregrinar "de hospital en hospital", se dijo. "¿Qué voy a hacer, quedarme en una cama cruzado de brazos y lamentándome? Pues no". Soto empezó a hacerse el barco tras la tercera recaída. Pero hubo una cuarta y dejó de trabajar para centrarse en su recuperación. Que no llegó. Y superó la desilusión convenciéndose de que había sido "un año perdido" en su meta de acabar el barco. Otro año y medio de trabajo después, a finales de octubre pasado, una grúa sacó el catamarán del patio para llevarlo al mar, a 80 kilómetros. Zarpó de Roses hace algo más de dos semanas. No había probado aún el barco porque el tiempo le apremia. "Mi problema es el tiempo, si no cruzo este año será imposible que vuelva a intentarlo". De hecho, para ir bien, "hace dos meses" que debería estar pertrechándose en Canarias -donde vive su hija con sus dos nietos- para aprovechar los alisios, los vientos que le empujarán a través del Atlántico y que comienzan a soplar a mediados de noviembre.

Aún así, la primera parte de la singladura, hasta L'Estartit, la hizo con un equipo de 'El foraster' a bordo, el programa de TV3 que dio a conocer su historia y a través de una campaña de micromecenazgo recaudó 12.000 euros para terminar el barco. Y eso que solo necesitaba 1.500. Con las prisas por llegar a su cita con los alisios, iba a renunciar a sus planes de visitar Balears, pero a la altura de Badalona se dijo: "¡Qué caray!" y giró timón a Mallorca. Un temporal le hizo refugiarse en Dragonera, luego rompió un cable del mástil y tuvo que seguir a motor hacia Ibiza. "Con tan mala suerte de que reventó a siete millas de Portinatx", el sábado por la noche. Para su suerte, un barco oceanográfico - "que se portó alucinante"-, lo sacó de la encalmada y lo acercó lo que pudo a la costa. Pero no pudo fondear, incluso perdió un ancla, y pidió auxilio a Salvamento Marítimo, que lo remolcó al puerto de Santa Eulària, antes de que llegara el temporal que azotó este fin de semana la isla. Allí espera a que sus amigos, que han movido contactos por la isla, le consigan otro motor. "Lo necesito por narices para fondear, para entrar en cualquier puerto. Sin él es imposible seguir viaje", explica. "Nadie pensaba que esto iba a ser fácil", comenta resignado. Soto quiere repetir el viaje que ya hizo en 2000, aunque entonces cruzó el océano a bordo de un velero italiano de 20 metros que lo recogió después de que su pequeño velero naufragara frente a Marruecos. Fue entonces cuando descubrió el paraíso al que quiere volver ahora. Será su última visita a las islas que para él son el último paraíso virgen, el único territorio en todo el Caribe que, por el celo de los indios Kuna, aún no ha sido mancillado por el turismo masivo. Con el 'Licia' tardaron 21 días en llegar a Martinica. Con el 'Castellfollit' espera lograrlo en un mes. "No me puedo quedar allá porque si me empiezo a encontrar mal no tendría salida: no hay paliativos ni hospitales ni casi nada". Así que su idea es retornar a finales de mayo del año que viene, antes de la temporada de huracanes. Tratará de pasar el máximo de tiempo que le queda en el mar.

Soto explica con frialdad lo que le espera. Como su cáncer es linfático, lo tiene tan metido que aunque hoy está "en stand by" antes o después se "reactivará". Pero será un proceso "relativamente lento", así que calcula que tendrá tiempo sobrado de volver. "Aguantaré hasta el año que viene bien, yo creo", explica sobre la dolencia que le carcome desde hace 30 años.

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