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Memorias del preso 5007, un canario que sobrevivió al holocausto

El palmero Gregorio Nacianceno Mata permaneció cuatro años y cinco meses en Mauthausen, su hermano pequeño murió en ese campo de exterminio

Gregorio Nacianceno Mata junto a su mujer, también palmera, Carmela Ortega, en París.

El canario Gregorio Nacianceno Mata, el prisionero número 5007, logró sobrevivir al campo de exterminio nazi de Mauthausen durante cuatro años y cinco meses. Su hermano Orencio, tres años más joven y más débil apenas soportó cuatro meses. Los nazis le suministraron una inyección de bencina y falleció el 27 de julio de 1941.

Gregorio tardaría muchos años en atreverse a contar lo que sucedió dentro de aquel campo. Casi 26 años después de la liberación de Mauthausen decidió escribir sus memorias. Fue casi la respuesta que podía dar a su familia, sobre todo a su hermano Eutimio, quien siempre quiso saber qué había ocurrido, cómo lo pasó, qué sentía cuando veía a lo lejos como su hermano pequeño Orencio se consumía por instantes.

A Gregorio le costó mucho hablar de lo vivido. Su sobrina María Ángeles Mata recuerda que después de haber muerto Franco regreso varias veces a visitar a sus familiares en La Palma y en Tenerife, "y nunca quiso hablar del campo, decía que no quería más amargura en su vida, tampoco quiso que viviéramos aquellos años con odio. Su objetivo era mirar hacia adelante sin rencor".

Gregorio Nacianceno siempre se mostró como una persona vital, trataba de mostrarse afable, de buen humor. Sólo habló de su hermano Orencio para decir que cuando se veían, que ocurrió en pocas ocasiones, trataban de pasar esos minutos hablando de otras cosas, y María Ángeles recuerda que una vez se quitaron las camisas "y se pudieron a contar los piojos que uno se quitaba al otro, lo decía de una manera que hasta nos hacía reír, supongo que era una forma como otra de olvidar el calvario que estaban pasando".Sin embargo, la realidad de estos dos palmeros, como del resto de canarios que fueron enviados a Mauthausen y a Gusen, el campo anexo a este lugar de exterminio, estaba repleta de hambre, golpes y asesinatos.

El historiador Sergio Millares Cantero en su obra El camino al Infierno. Canarios en el campo de concentración nazi de Mauthausen cuenta que en base a la documentación existente en ese campo se internaron "a 43 canarios. De ellos, 28 fallecieron y solamente sobrevivieron quince. El médico palmero Domingo Henríquez Pérez le contó a otro preso canario, al alcalde de Santa Úrsula, Román García, que: "Aquí no saldrá ninguno con vida, porque las calorías que nos suministran los SS son insuficientes para permanecer más de seis meses con vida".

Aunque todos merecen un lugar en la historia. Hay que destacar el caso de Pedro Noda, un lanzaroteño que falleció en Bretstein y que su familia se enteró por casualidad que había estado en este campo de concentración. En realidad fue su nieto, a través de una noticia en internet, quien descubrió que el nombre de su abuelo estaba en una lápida dedicada a los presos aniquilados por los nazis.

Por eso resulta tan relevante la existencia de las memorias de Gregorio Nacianceno. A través de sus palabras, sencillas, directas, se puede saber la realidad que se vivió en aquel campo de exterminio.

Hay que destacar que fue gracias a la intervención del catedrático Alfredo Mederos, quien logró que el Centro de la Cultura Popular Canaria publicara en el 2006 las Memorias de un superviviente del holocausto nazi: Nacianceno Mata, un canario en Mauthausen.

El manuscrito de Gregorio lo conservaba como oro en paño su hermano en su casa de Venezuela. Una vez que el profesor Mederos se entera de su existencia hace todo lo posible para que los familiares de los Mata lo envíen a Canarias y él se encarga de su publicación.

En la obra de este palmero queda claro lo fácil y paradójico que en ocasiones puede separar la vida de la muerte. Mientras a él lo destinan a la limpieza del barracón 14, lo que le daba derecho a poder aprovechar las sobras de la comida, Orencio comete el error de alegar una lesión en la mano para librarse del duro trabajo. Ingresa en el barracón 19 para los enfermos, lo que equivalía a recibir la mitad de la ración que al resto. Nacianceno trata de ayudarlo, y a través de la alambrada le tira pedazos de papa, otras veces coles, lo que encuentra. Gregorio fue sobre todo muy listo, además también ideó una fórmula que sería fundamental para resistir tanto tiempo en el campo. En Mauthausen también permanecían ingresados delincuentes alemanes que posiblemente habían cometido graves delitos. Gregorio Nacianceno se hizo amigo de uno de ellos, que quería fugarse y marcharse a Sudamérica, a cambio de enseñarle español, el alemán le daba parte de su ración.

En sus memorias también hay un largo espacio en el que cuenta las masacres y asesinatos cometidos en el campo.

En la primavera de 1942 llegaron unos 350 judíos holandeses. Los mandaron a subir las piedras de la cantera, como hicieron los primeros españoles en 1940. En un mes todos los judíos fueron eliminados. Nacianceno veía todo desde el fondo de la cantera. Normalmente se daban nueve viajes de la cantera al campo, pero a los judíos les hicieron dar 15. No les daban de comer y beber. Perdían sus zapatos y sangraban. Al que encontraban con una piedra pequeña en la fila para subir le pegaban patadas y unas tremendas palizas por retrasar el trabajo. Lamentablemente para Nacianceno no pudo ver en vida su obra publicada, ya que falleció en Francia en 2001.

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