Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los secretos confesables de una dama

Los secretos confesables de una dama

Josefina de la Torre se siente privilegiada por todo lo que le tocó vivir, aquellos años de libertad

Vestida de violeta y gris, con peluca, y un ligero maquillaje que le daba ese aire de dama de teatro, elegante y señorial, Josefina de la Torre recibe en su casa de Madrid, en la calle Virgen del Puerto en la orilla del Manzanares a una periodista que quiere saber algo más sobre su vida. Eso ocurría en 1999, a Alicia Mederos le habían pedido que tratara de indagar sobre la figura de Josefina, una autora casi olvidada y que muchos creyeron entonces que ya había fallecido.

El encuentro fue providencial, y pasó lo inevitable: Mederos se dio cuenta que la vida y la obra de esta canaria merecía mucho más que un reportaje amplio en una revista. Las visitas a su casa se hicieron más largas, más habituales, "pasé más de un año visitando y hablando con ella". Josefina de la Torre no sólo sorprende por su aspecto: impecable, por su calidez, sino por ese pozo que mantiene. Alicia Mederos tiene la sensación de que Josefina se reconoce como una artista importante, una creadora que merece tener un lugar en la historia, aunque tampoco se queja, ni se siente ninguneada.

En realidad acepta y se siente privilegiada por todo lo que le tocó vivir, aquellos años de libertad, de transgresión, sus amigos, sus maestros. Por la casa de su hermano Claudio en Madrid pasaron muchos integrantes de la Generación del 27. Como era mayor que ellos y entonces, antes de la Guerra, llegó a tener una posición económica holgada, solía invitarlos a tomar el té en el hotel Palace. Y ella formó parte de estas reuniones, de esas charlas, de los primeros bocetos de un Dalí estrafalario, los cuentos de Lorca, la mirada penetrante de Buñuel con el que Josefina mantuvo una amistad especial. Lo mismo que con Alberti. Su sobrina Elisa de la Nuez guarda gran parte de los diarios de Josefina, una lectura que seguramente desvelará muchos de los secretos confesables de esta gran artista.

Elisa habla de ella con auténtica devoción. Se acuerda de sus visitas a Sevilla, donde reside con sus hijos y nietos, "era una persona adorable, tierna y tan divertida. Tenía la facultad de acomodarse a cualquier tipo de edad, por eso caía tan bien".

Si hay algo que molesta a su sobrina es el escaso reconocimiento que recibió su tía, "cuando regresó Alberti a España lo recibieron como un héroe, y ella que tuvo que quedarse, de ella no se acordaron".

La periodista Alicia Mederos lleva diez años indagando en la vida de Josefina y se ha planteado como gran objetivo escribir la biografía más completa sobre esta representante canaria de la Generación del 27.

En Madrid donde residió y falleció, el Ayuntamiento tiene previsto poner una calle con el nombre de la poeta de Gran Canaria, como integrante del grupo de mujeres que lucharon activamente por la cultura y durante años han sido injustamente olvidadas.

Su última aparición pública fue en mayo de 2001, con motivo de la exposición que sobre su obra se realizó en la Residencia de Estudiantes. Tenía 93 años.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.