La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La maternidad en la mujer aborigen

Criadas para parir

La realidad de la mujer nativa de Canarias, en un momento de la historia en el que impera sobre todo la supervivencia, sigue envuelta en incógnitas que dan un particular enfoque a este Día de la Madre

La vida de los aborígenes en Canarias sigue llena de incógnitas, sobre todo en aspectos relacionados con la mujer y su papel en esta sociedad. Lo mismo ocurre con los niños, se sabe muy poco sobre ellos, apenas detalles que en determinadas circunstancias ofrecen una imagen desgarradora, cruel: en épocas de escasez alimentaria se aplicaba el infanticidio como una norma aceptada por todos para asegurar el futuro de la comunidad, eso ocurría en Gran Canaria y en La Palma, así lo testifican textos históricos y la arqueología. Acercarse a este mundo, a un tiempo en el que la supervivencia era fundamental requiere una alta dosis de templanza y de comprensión. La verdad que muestran los escritos de normandos, religiosos y aventureros que pasaron por Canarias dibujan una sociedad como tantas otras, capaces de matar a bebes, sobre todo a niñas, de la manera más brutal, y seguir con sus vidas.

La conservadora Candelaria Adrián del Museo la Naturaleza y el Hombre de Tenerife reconoce que la mujer nativa siempre fue como un ser invisible, "hay que tener en cuenta que la historia la escribieron los hombres, además unos hombres que ni siquiera convivieron con los aborígenes y al repasar esos textos te das cuenta que se olvidaron de la mitad de la humanidad. Cuando el Museo organizó una exposición sobre la mujer guanche tuvimos muchos problemas para poder ilustrar esta muestra".

A pesar de las dificultades, con el tiempo y la persistencia, arqueólogos y expertos en prehistoria han logrado recabar algunos datos interesantes sobre las mujeres nativas. Sorprende la gran diferencia que existe entre la formas de actuar de una a otra isla. Aunque se ha certificado que los aborígenes canarios tienen un mismo origen bereber, al asentarse en territorios aislados su forma de actuar, sus leyes, sus costumbres variaron de manera considerable.

Recluidas para el engorde

Tanto Javier Velasco de patrimonio del Cabildo de Gran Canaria como Teresa Delgado, conservadora del Museo Canario, insisten en advertir que todo lo que sabe sobre la mujer aborigen tiene dos procedencias, los textos antiguos, escritos por religiosos o aventureros que ofrecían su versión sobre la realidad prehispánica, lo que supone que siempre hay que tener ciertas cautelas a la hora de asumir sus revelaciones. Y además se cuenta como fuente de información con el análisis de los restos arqueológicos que aportan datos más veraces.

Delgado sostiene que en los últimos años tal vez Gran Canaria ha tomado la delantera a la hora de incrementar los estudios en torno al papel de la mujer en la sociedad prehispánica.

Se sabe que las mujeres tenían un papel más secundario, su vida giraba en torno a la comunidad, la casa o la cueva, criar a los hijos, realizar labores artesanales como las vasijas, los cuencos. También se encargaban de hacer prendas, bolsos. De hecho, su alimentación era más pobre que la de los hombres, más rica en proteínas, así lo demuestra los estudios que se han hecho sobre los huesos y los dientes, en la que se comprueba que ellas recibieron una nutrición mucho más deficitaria, basada sobre todo en vegetales. La carne solía ser para ellos.

La mujer dependía directamente del hombre, primero del padre y después de su marido. Y como parte esencial de la comunidad, para mantener a la población, su papel más relevante será el de la reproducción. Así un mes antes de casarse, las encerraban para que engordara. Durante este tiempo variaban su alimentación y también incluían proteínas, sobre todo recibían leche y gofio. Como señala la doctora en Prehistoria, Nona Perera, "realmente las trataban como ganado, listas para parir, por mucho que nos pese, esa era la realidad".

De esta forma se aseguraban que los niños nacerían más sanos. Sin embargo, en este mundo de supervivencia también se producía actos que hoy se ven como monstruosos, pero que hay que observar con los ojos de aquella época. En tiempos de malas cosechas, o de escasez alimentaria estaba permitido proceder a la muerte de bebes, sobre todo se solía practicar mucho más el feminicidio. Era una norma aceptada, y la manera de llevarlo a cabo podía resultar de una violencia extrema. Esta manera de controlar el exceso de nacimientos también hay constancia que se hacía en La Palma.

Tres maridos

Teresa Delgado también apunta que sobre los niños no existen demasiados datos. Para los historiadores resultaba un sector de la población de escaso interés. Por los restos que se han podido encontrar se estima que los bebés en Gran Canaria eran alimentados con leche materna hasta los dos años y medio. Además, dentro de estas sociedades los menores empezaban a ser considerados a partir de los cinco o seis años, una edad en la que ya podían ser más independientes, tenían más opciones de salir adelante y podían contribuir con determinados trabajos a la comunidad. Existen en el Museo Canario piezas de artesanía que podían haber sido hechas por los pequeños.

Los clérigos que acompañan a los conquistadores normandos son quienes escriben las primeras referencias conocidas sobres las mujeres indígenas de Lanzarote. Textualmente anotan que las mujeres son hermosas y honestas, vestidas con grandes pieles que llegan el suelo. La mayor parte de ellas tienen tres maridos y cada 28 días van rotando de esposo. La poliandria favorece una maternidad temprana y reiterada, sin descanso entre los nacimientos.

La doctora en Prehistoria Nona Perera señala que este tipo de relaciones resulta de diversa y compleja explicación al tratarse de una población ya desaparecida, además de que la causa o motivo, así como la modalidad de esta relación múltiple y la extensión de su práctica se sujeta a interpretaciones varias. Para Perera el fundamento de esta práctica puede responder a factores demográficos "al existir más hombres que mujeres o bien a causas económicas por situaciones de pobreza o por lazos de amistad".

El infanticidio femenino podía ser otra causa, pero esta práctica, atestiguado en La Palma y en Gran Canaria ante situaciones de subsistencia y elevado número de población, no se menciona para Lanzarote, pero lo que sí se recoge en Le Canarien es la disminución de los habitantes de la isla sobre todo provocado por los reiterados ataques de las embarcaciones europeas, que se adentran en tierra en busca de esclavos, sobre todo de población femenina. Le Canarien también señala que las mujeres crían muchos hijos y no tienen leche en sus tetas y amamantan a sus niños con la boca, por cuya razón tienen el labio inferior más largo que el de arriba, "que es cosa fea de ver". Para la experta en Historia, "la causa de la despoblación de la isla no es una baja natalidad, sino tal y como recoge el mismo texto normando: solía estar bien poblada, pero los españoles y otros corsarios del mar la han mermado".

En otras culturas cuando el varón es demasiado pobre para adquirir una esposa solo para él, sus hermanos colaboran compartiendo sus derechos maritales hasta que la mujer queda embarazada por primera vez. Sin embargo, la información que se facilita sobre Lanzarote permite establecer que la cantidad de maridos es fija y además rotan en tiempo, coincidiendo con el ciclo menstrual.

Además, Nona Perera apunta que de esta forma también se conseguía que no se supiera quien de los tres maridos era realmente el padre de los hijos. A pesar de los textos antiguos que recogen estas uniones hay que reseñar que se mantienen bastantes incógnitas. Como advierte Perera, todas las mujeres tendrían tres maridos, y que ocurría con los reyes como Zonzamas.

Doscientos años después de concluida la conquista europea de Lanzarote, Fray Abreu Galindo relata que en el mes de noviembre de 1377 como consecuencia de una tormenta en el mar desembarca en Lanzarote Martín Ruiz de Avendaño, capitán natural de Vizcaya, quien es hospedado en casa del rey, donde mantiene relaciones sexuales con Fayna, esposa de Zonzamas, a través de la figura de hospitalidad de lecho o tálamo, norma que también se cita para La Gomera y Gran Canaria. Se trata de la costumbre de que el hombre cede a otro sus derechos maritales. Una norma curiosa para un tiempo que siempre habrá que mirarse con otros ojos.

Compartir el artículo

stats