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EL CANARIO QUE LUCHÓ CONTRA LOS NAZIS

La hija de un valiente de La Nueve

Teresa Campos cuenta con pena como su madre murió sin saber que su esposo Miguel había sido uno de los históricos integrantes del batallón que liberó París del ejército alemán de Adolfo Hitler

Teresa Campos tiene enmarcada en el salón de su casa una fotografía de su padre. Vestido con el uniforme que le cedieron los americanos para que este oficial canario, integrante de La Nueve, pudiera participar con inesperado éxito en la liberación de París. La primera compañía que logró entrar en la ciudad de la luz y llegar con sus tanques hasta el ayuntamiento parisino no hablaba francés, ni siquiera inglés, eran españoles, represaliados del régimen de Franco, dispuestos a luchar contra el nazismo y después, con ayuda de los aliados, confiaban en poder enfrentarse y doblegar al fascismo. La imagen que ocupa un lugar destacado en la casa de Teresa Campos y que ella mira con tanto cariño, casi con devoción, no es una vieja fotografía, de esas que se guardan en los álbumes de la familia. En realidad se trata de un simple recorte de presa, que su hijo rescató hace unos meses de un periódico y en el que se describía las hazañas de un canario que había luchado con gran valentía contra los nazis. En ese primer reportaje sólo se contaba que este oficial, del que habla en sus diarios el capitán francés Raymond Dronne, se había escapado de las islas y que había nacido en Güímar, un pueblo del sur de Tenerife.

La primera vez que Teresa Campos vio una imagen en blanco y negro de su padre o tal vez sintió que aquel hombre, que había salido en un documental en televisión, era su padre fue en el 2012. En realidad fue una prima quien le dijo que en un programa habían hablado de un tal Miguel Campos y al poner una fotografía algo borrosa de este hombre "era idéntico a un sobrino mío, el hijo de mi hermana, que ya falleció el pobre, era igual. Aquel Miguel Campos era mi padre", Teresa lo recuerda y los ojos se le nublan, vuelve a sentir aquel impacto, y sobre todo vuelve a acordarse de su madre, aquella mujer tan luchadora que nunca se olvidó de su marido, aunque sólo hubiera podido convivir con él desde que se casó con 15 años hasta que lo metieron preso en la cárcel de Fyffes apenas cinco años después.

Desde ese día, Teresa Campos no cesó en el empeño de tratar de averiguar más. Tantos años de incertidumbre, de no saber nada de él, y aquella pena de su madre. Y así insistió en rescatar la mínima información en la que se hablara algo sobre La Nueve, esa compañía integrada por españoles que había participado en la liberación de París. Curiosamente, semanas antes de celebrarse en Madrid el reconocimiento a este batallón, con la asistencia de las alcaldesas de París, Anne Hidalgo y de Madrid, Manuela Carmena, el escritor Paco Roca publicaba una novelada gráfica Los surcos del azar, en la que narra la historia del regimiento de republicanos españoles que había logrado entrar los primeros en la capital francesa, un hecho que durante años se silenció por parte de las autoridades del país galo y de la historia sobre la Segunda Guerra Mundial.

En esa novela, Paco Roca se inventa a un personaje al que llama Miguel y además, cuando alude a este oficial aparece la imagen del canario. Ante la posibilidad de que su padre siga vivo, Teresa le pide a su hija que hable con Paco Roca. El escritor valenciano le tiene que explicar a Isana Sánchez Campos que en realidad lo que cuenta en su libro gráfico es inventado. Aunque le haya puesto el nombre de su abuelo a ese personaje, nunca habló con él.

A través de Paco Roca, la nieta de Miguel Campos se pone en contacto con Colette Dronne, hija del capitán Raymond Dronne, y con el historiador francés Robert Coale. Gratamente sorprendidos, con esta gran noticia, llegan a saber que el oficial canario de la Nueve llegó a tener tres cinco hijas, y una de ellas de 80 años, sigue viviendo en Tenerife. El sueño de Teresa Campos es viajar a Francia y hablar personalmente con Colette.

El panadero de Güímar

La historia de Miguel Campos, ese héroe canario de París, estaba repleta de lagunas. Hasta ahora sólo se sabía de su pericia, del enorme valor que siempre demostró en todos los combates que mantuvo contra los nazis. Sus compañeros de batallón, el capitán francés que mandaba su compañía, todos reconocen en él a uno de los líderes del grupo. Si era necesario adentrarse en territorio enemigo y enfrentarse a los militares alemanes, ahí aparecía Miguel Campos. También se ha publicado que se unió a la resistencia francesa en Argelia, y allí se encargó de reclutar a otros compañeros para luchar contra Hitler. La fortaleza y el arrojo de este grupo, la Nueve, fue tan relevante que cuando llegó el momento esperado de entrar en la Francia ocupada, son ellos los que abren el camino al ejército aliado, son los primeros en llegar hasta el Ayuntamiento.

Pero en realidad quién era Miguel Campos, aquel canario valiente y silencioso que desapareció del mapa una vez que se logró llegar hasta el búnker de Adolf Hitler.

Seguramente Teresa Campos se habrá repetido una y otra vez la historia de su padre. El momento feliz en el que conoció a aquella guapa gomera, Isabel Piñero y decidieron casarse en Candelaria, donde vivía la familia materna. Entonces su madre tan sólo tenía 15 años y su padre 19. Él abrió una panadería en la calle Santo Domingo de Güímar. Comienzan a venir las hijas, hasta un total de cinco, aunque al final sólo le quedaron tres con vida.

Y se produce el levantamiento militar del 18 de julio, Teresa apenas tiene un mes, y para su familia comienza el peor de los desastres. Con los ojos húmedos, la hija de Miguel Campos repite la historia que tantas veces oyó contar a su madre y a su tía, "mi padre se había ido a Santa Cruz, y cuando regresó vio que alrededor de su casa estaban los secretas, esos guardias que habían antes. Al parecer, un señor del pueblo lo había denunciado, y venían a buscarlo. Entonces, él que se dio cuenta, se dio la vuelta y regresó a Santa Cruz, a esconderse".

El historiador Aarón León desvela que en Tenerife, en aquellos años, el sector de los panaderos estaba muy ligado a la CNT y hasta el partido comunista, por eso no es descartable que Campos fuera sindicalista o socialista. En aquellos momentos, cualquier circunstancia era utilizada para que se ordenara una detención.

Al no encontrar a Miguel, los agentes se dedicaron a acosar a su mujer. Teresa recuerda que su madre lo pasó fatal, "entraban a cualquier hora a la casa, y rebuscaba en cualquier sitio, hasta en mi canastilla. Buscaban armas, eso dijeron. Como no encontraron nada detienen a mi madre, y a una hermana pequeña de mi madre, a mi tía Carmen, que tenía 15 años, y claro también me llevaron a mí. Mis hermanas estaban con mis abuelos".

Son momentos de desconcierto, de angustia. Teresa Campos sólo puede contar lo que le dijeron su madre y su tía. Cuando su padre se entera de la detención de su familia se entrega. Pero este acto, que dice mucho del amor que siente por su mujer, y sus hijas, no le sirve de nada. Miguel Campos acaba en la prisión de Fyffes, unos viejos almacenes que una compañía inglesa exportadora de frutas cedió para el encierro de los cientos de detenidos por Franco.

Su mujer, su hija de un mes, y su cuñada son enviadas a un centro de detención en el País Vasco, concretamente a San Sebastián. De hecho, allí bautizan a la pequeña Teresa, y en ese lugar frío, inhóspito, en unas condiciones penosas, pasan como pueden tres años.

Miguel Campos es trasladado al llamado batallón de trabajo 180 que mantenían los nacionales en Marruecos. Durante este periodo, Campos logra mantener una fluida correspondencia con su mujer. Teresa desconoce si las cartas las enviaba a casa de su madre o de su suegra y ellas se las hacían llegar de alguna forma a Isabel.

Las cartas que conserva Teresa Campos en su casa son una joya y leerlas supone entender las razones que explican la fortaleza de Miguel. Los padres de Teresa no sólo se querían sino que se mostraron un respeto inmenso. Aquel panadero de Güímar siente que han dañado de una forma tan injusta a su familia que le promete a su mujer, por ellas, y sus hijas, que va a luchar con todas sus fuerzas por tratar de devolver la vida que tenían. Seguramente ahí, en esa rabia, por lo que le habían hecho a él y sobre todo a su compañera, y a sus niñas, aquel panadero se transforma en un militar valiente, capaz de enfrentarse a todos los embates de la guerra con tal de cumplir la promesa dada. Aquella que le escribió a su mujer: "te prometo que voy a luchar por ti".

Miguel Campos logra escapar de aquel campo de trabajo y llega al lado francés. A partir de ahí, su familia le pierde el rastro. No vuelven a tener noticias de él, hasta que en el año 1952, su mujer Isabel Piñero recibe una carta del Gobierno de Francia en la que le conceden una pensión de 50.000 pesetas, como viuda del suboficial Miguel Campos. También le ofrecen pagar los estudios de sus hijas, si quieren trasladarse hasta el país galo. La madre de Teresa Campos pasó gran parte de su vida tratando de averiguar el paradero, las circunstancias que habían llevado a su marido a renunciar a ella y a sus hijas. Y murió sin saber, que su marido fue uno de los héroes olvidados de la Segunda Guerra Mundial.

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