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Ava y el 'señor Braga'

De cómo entre daiquiris la bella actriz desbarata el plan de sus representantes y evita pagar los impuestos que le pedía Fraga en nombre del Gobierno español

Ava y el 'señor Braga'

Robert Graves siempre admiró en su amiga Ava Gardner la capacidad para mantener su criterio y hablar "siempre con su propia voz, incluso a extraños". La bella actriz demostró su atrevimiento cuando, en nombre del Gobierno español, el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, le pasó factura por los impuestos que había eludido durante los años de su residencia en España.

"A Ava le gustaba muchísimo España; siempre estaba diciendo que era su hogar espiritual. Pero después de haber vivido allí unos doce años, el gobierno español de pronto anunció que les debía más o menos un millón de dólares en impuestos", cuenta Stephen Birmingham, amigo suyo y periodista del Cosmopolitan, que la conoció en 1963 durante el rodaje en México de La noche de la iguana.

"Morgan Maree era el agente que llevaba los asuntos de Ava, y él y alguien de su despacho tomó un avión hacia Madrid y le ofreció todo tipo de recibos para ayudarle con la crisis", explica el periodista. "Dijeron que había sido una gran atracción para Madrid y para España, que la publicidad que recibía cuando aparecía en las corridas era buena para el turismo.

Su argumento era que ella había hecho mucho por España, y que en consecuencia España debería tratarla mejor", relata Birmingham en las memorias de la actriz, con prólogo de una hija de Graves y título -lógico- Ava con su propia voz.

Después de disfrutar de las noches madrileñas de Chicote, de los toros con Dominguín y de las noches de alcohol y ruido en su casa, la indómita Ava -que en los últimos años vivía en la calle Doctor Arce, en la colonia de El Viso, y era vecina de Perón, el dictador argentino asilado de Franco y al que le hacía la vida imposible- se daba de bruces con el fisco español y el interlocutor era Fraga.

El periodista y escritor norteamericano situaba la escena: "En España el protocolo exige que cuando tienes una cita con alguien, no te pones a hablar de negocios en seguida. Primero es: '¿Cómo está su hija? ¿Cómo está su sobrina? ¿Se encuentra mejor su tía Luisa?' Hablas de la familia y luego, unos quince minutos más tarde, hablas del asunto que te trae allí". Pero ella pasaba de esos prolegómenos.

"Se organizó una cita importante entre Ava, el representante de Morgan Maree y don Manuel Fraga Iribarne, que era el ministro de Información y Turismo, cosa que siempre me ha parecido una combinación maravillosa", escribe el irónico Birmingham. "Y Ava, que siempre le llamaba señor Braga, se estaba impacientando mucho con todo aquel rollo".

- Ah, señorita Gardner, sí, estamos aquí ahora para hablar sobre su deuda con el gobierno español de diez mil dólares, dijo el ministro.

- ¡Qué carajo! ¡Creí que era un millón!, respondió la bella, altanera y altiva.

-Tiene usted razón, señorita Gardner. Es un millón.

Fraga le había ofrecido una salida y ella había metido la pata. Tuvo que dejar el país e irse a Londres, pues "se hubieran abalanzado sobre ella exigiéndole los impuestos", afirma el cronista norteamericano.

Se acababa así en 1968 el noviazgo de la actriz con España, que había comenzado en 1955, cuando todavía estaba casada con Frank Sinatra y el cantante la visitaba con frecuencia. ¿Por qué había venido? "Nunca me había gustado Hollywood" y "no encajaba" allí, decía. "Y luego estaba España, no sé si era por el clima, la gente o la música, pero me había enamorado del lugar desde el primer momento en que llegué allí, años antes".

España le parecía un país virgen. "¡Y era tan puñeteramente barato que resultaba casi increíble. Todo eso combinado con el hecho de que vivir en el extranjero me eximía de pagar mis impuestos internos hacía que el conjunto atrajese definitivamente el lado frugal de mi carácter". Se compró una casa, La Bruja, en La Moraleja, y ahí empezó el idilio español. "Una de las cosas más irónicas de vivir en España -señalaba la propia Ava- fue que ahora que me había establecido en el país de Luis Miguel [Dominguín, que tomó la alternativa en A Coruña y fue uno de sus amores], mis relaciones con él habían terminado",

Hay otras versiones sobre la relación del ministro y la actriz. Iñaki Lacuesta, autor del documental La noche que no acaba, sostiene que Gardner, que "era una ninfómana terrible", "se acostó varias veces con Manuel Fraga" para librarse de pagar al fisco.

El Partido Popular llegó a hacer un vídeo propagandístico en el que se trata este episodio: Fraga hizo caso omiso a la insinuaciones de la actriz, "muy libre de costumbres" y que, según él, intentó hacerlo uno más de "los muchos de su lista" de seducidos. "Le dije que alguno [de los impuestos] tenía que pagar", explicaba.

Fraga fue más lejos y en una de sus últimas entrevistas dijo que la actriz le tiró los tejos: "Me invitó a tomar unas copas y yo, con gran sorpresa de ella, me excusé porque estaba muy ocupado. A los pocos días me vio llegar a la misma mesa y se fue. No le pareció bien lo que había hecho".

Marcos Ordóñez, en la biografía de Ava Gardner Beberse la vida, hace suya la versión de Birmimingham y añade lo evidente, que la actriz había tomado unos cuantos daiquiris antes de referirse al 'señor Braga' en su propia cara.

Quién sabe si un grafiti de los albores de la Transición -"la democracia de Fraga es como follar con braga"- es deudor de Ava.

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