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Las Islas en la literatura universal

Referencias a Canarias y a su acento las hace García Márquez en sus libros 'Cien Años de Soledad' o 'El amor en los tiempos del cólera'

En Cien Años de Soledad, uno de los personajes de este magnífico libro: Amaranta Úrsula decide retrasar un viaje que tenía previsto para regresar a Macondo hasta que finalmente puede embarcar en uno de aquellos transatlánticos que hacían escala en Canarias: "?La jaula de canarios demostraba que esos propósitos no eran improvisados. Recordando que su madre le había contado en una carta el exterminio de los pájaros, había retrasado el viaje varios meses hasta encontrar un barco que hiciera escala en las Islas Afortunadas, y allí seleccionó las veinticinco parejas de canarios más finos para repoblar el cielo de Macondo?" Y más adelante, una vez que Amaranta llega con esa colección de pájaros sucede, como no, algo mágico: "?los pájaros se remontaban a la primera tentativa y daban una vuelta en el cielo, apenas el tiempo indispensable para encontrar el rumbo de regreso a las Islas Afortunadas."

En la extensa obra del premio Nobel colombiano aparece en varios de sus libros referencias a las islas, pero no sólo a sus nombres, como cuando menciona a Tenerife, en El amor en los tiempos del cólera.

Tal y como recoge el catedrático Antonio Tejera, en el discurso de ingreso en la Academia de la Lengua: "El nombre de nuestra isla aparece en aquella región colombiana asociado a la colonización de la provincia de Santa Marta por el tinerfeño, Pedro de Lugo, hijo de Alonso Fernández de Lugo y de Beatriz de Bobadilla. Por eso no es de extrañar el parecido de los hermosos balcones de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, que se alongan a sus calles, similares a los de algunas de nuestras ciudades. No sé si es por esa razón, o por los emigrantes canarios que junto con otros grupos llegaron a comienzos de siglo a la tierra natal del escritor, como así lo atestigua en Vivir para contarla, por la que el Nobel ha querido hacer un homenaje a este Archipiélago y a sus gentes, teniéndonos presente en algunas de sus novelas".

Teniendo en cuenta los distintos estudios que reconocidos expertos en la obra de García Márquez se han publicado, como las aportaciones de Gregorio Salvador y Daniel Duque, hay que detenerse en la novela Del amor y otros demonios, en uno de sus párrafos, en el que describe las características del padre Tomás de Aquino de Narváez, antiguo fiscal del Santo Oficio en Sevilla, quien para suavizar su fama de hombre duro, lo define diciendo que "era fino de gustos y maneras con la dicción dulce de los canarios". Y en El general en su laberinto, cuando habla de Simón Bolívar, dice que "hablaba con la cadencia y dicción de las islas Canarias, y con las formas cultas del dialecto de Madrid...".

Para Tejera Gaspar, "estos piropos de García Márquez a nuestra peculiar forma de hablar, nos dan ánimos y nos ayudan en nuestra autoestima para seguir defendiendo la peculiar manera que los canarios tenemos de interpretar el español, idioma común a tantos millones de hispanohablantes, que desde esta antesala atlántica del Nuevo Mundo, desempeñó un papel histórico muy destacado en la conformación de las hablas americanas".

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