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Berlín muestra sus cicatrices

Sin contemplaciones, ni medias tintas, la capital de Alemania muestra a todos sus cicatrices. Las heridas que provocó el nazismo, la guerra y después la división, el reparto que hicieron los aliados de aquel viejo Berlín que terminó fragmentado, roto en dos mitades, dos realidades delante y detrás de un gran muro. En esta ciudad cosmopolita, camaleónica y sexi, como la definió hace unos años, el ya saliente alcalde Klaus Wowereit, la memoria no se oculta. En realidad se muestra con una crudeza inesperada. Pasear por Berlín, como hicieron Carla y Raquel durante un largo fin de semana supone tropezar con el rostro de la barbarie. En cualquier esquina, delante de un edificio puede aparecer la cara de una persona, o de un grupo. Un cartel escrito en alemán y en inglés describe una pequeña historia. Cuenta por ejemplo que en ese edificio trabajaron determinados integrantes de la Gestapo, y se pueden leer sus nombres y ver sus caras. También se muestra los rostros aterrados de un grupo de personas que salían detenidas y caminaban con la cabeza gacha o levantaban los brazos, para que los otros, los nazis, en un último instante de cordura tuvieran piedad, pero no. Eso lo cuentan, los escriben en carteles, en el suelo de la acera con letras grandes. Tal vez para que nadie lo olvide, para que nadie tenga la tentación de repetir este genocidio.

Berlín resulta apasionante. Fría, quizás distante. Con gente que no se para mucho, que no sonríe tanto, pero que ha sido capaz de asimilar su pasado y sacarlo. Abrir puertas y ventanas y que el aire refresque su historia.

Tras la derrota del régimen nazi, Berlín fue dividida en cuatro sectores bajo la administración de los cuatro países aliados. En 1948, los tres sectores occidentales que estaban bajo control de Estados Unidos, Francia y Reino Unido se reunificaron en lo que pasó a denominarse República Federal de Alemania (RFA). A este encaje respondió la Unión Soviética con la creación de la República Democrática Alemana (RDA). Y para evitar que la población del lado soviético se marchara como lo estaba haciendo al otro lado, en 1961, la RDA construyó el famoso muro de Berlín para separar las dos partes de la ciudad. Este gigantesco armazón, esta fortaleza rodeó la ciudad a lo largo de 144 km. Fue hasta su destrucción el gran símbolo de la Alemania divida. Muchas personas murieron en el intento de superar la dura vigilancia de los guardias fronterizos de la RDA cuando se dirigían al sector occidental. El número exacto de víctimas está sujeto a disputas y no se conoce con seguridad. Las cifras de las diferentes versiones oscilan entre 86 y 238 muertos.

El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989, al aceptar el gobierno de la RDA la libre circulación de los ciudadanos entre las dos partes de la ciudad. Casi un año después desapareció la República Democrática de Alemania, y en 1990, un país nuevamente unido volvía a tener como capital a un Berlín, que se reinventaba. Sólo hay que darse una vuelta por la capital germana para quedarse enmudecido con lo que han sido capaces de hacer, en estos años.

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