Esta es una historia de mujeres que tejen. Pero no es una historia de víctimas, aunque lo sean, como las mujeres de otras culturas en diferentes ámbitos. Esta es una historia de mujeres de poder, que luchan poniendo en riesgo sus vidas, la de sus familias, la de sus pequeños, que muchas veces cargan en sus movilizaciones. Pelean por sus territorios contra grandes compañías petroleras, madereras, mineras; contra las constructoras de mega proyectos como represas, instalaciones hidroeléctricas, carreteras, gaseoductos, oleoductos e instalaciones que facilitan el despojo y la destrucción el bosque, que es su casa. Pelean contra el Estado y las administraciones que las amparan. Y libran una guerra pero la vida va con ellas.

Según la cosmovisión de los pueblos y nacionalidades que habitan la selva (sacha mama), la tierra (allpa mama) y la Naturaleza son una mujer y comparten con éstas el secreto de la fertilidad, la esencia mismo de la vida. Por eso, también, como la tierra es madre y se le llama en kichwa, similar al kechwa, Pachamama (Madre tierra). Algunos seres protectores de la selva son mujeres también, según la cultura kichwa. Nunkuli es protectora, Cakra mama o Lumu mama son la fuerza y el ser femenino de la tierra, que concede la fertilidad al suelo para tener abundantes frutos.

El grupo, que utiliza para identificarse en internet el hastag #MujeresAmazónicas, defiende cada uno de los seres que habita su selva, "desde los más infinitesimales hasta los más grandes y supremos, incluyendo a los del mundo animal, vegetal, mineral y espiritual", selva con la que los pueblos originarios conforman un único ser y mantienen una vida en equilibrio que quieren conservar. Y también luchan por nosotros, que respiramos el oxígeno que allí se produce y dejamos de respirar las millones de toneladas de carbono que absorbe su jungla cada año, mitigando un calentamiento global que ya afecta a todo el planeta.

Esta es la historia de las Mujeres Amazónicas, un grupo de unas 30 lideresas de las 7 nacionalidades de la Amazonia de Ecuador (Kichwa, Shuar, Achuar, Waorani, Shiwiar, Andoas y Sápara), de diferentes generaciones, mujeres mestizas, descendientes de los primeros colonizadores, y mujeres de la ciudad. Desde sabias ancianas que atesoran y aportan el conocimiento de sus pueblos y son las encargadas de transmitirlo, como Catalina Chumpi, del Pueblo Shuar, siempre presta a cantar una de las canciones sagradas de su pueblo para localizar un peligro, debilitar al enemigo, transmitir energía o cuidar a una compañera agredida; hasta estudiantes; mujeres mestizas, descendientes de los primeros colonizadores, y mujeres de la ciudad. Desde que los movimientos de base indígenas, que habían sido asimilados por las formaciones políticas tradicionales de izquierda hasta los 80 en Latinoamérica, definieron sus propios objetivos y establecieron sus propias organizaciones desde la concepción de la política como respuesta a los problemas y los intereses de los colectivos, nacionalidades y pueblos indígenas, las mujeres siempre ocuparon un papel secundario en los órganos de poder y decisión colectivos, asambleas o directivas. Sin embargo, era a las mujeres y sus niños a quienes las políticas públicas más duramente castigaba en materias como territorio, minería y actividades extractivas, educación o salud, y prácticamente siempre dichas políticas eran acordadas por los hombres.

El espíritu de las 'avispas'

Eso, unido a que muchos dirigentes llegaron a acuerdos, a título personal y sin contar con la asamblea de cada comunidad, para la implantación de políticas del Estado o la entrada de petroleras en los territorios, la formación por el Gobierno de organizaciones paralelas de muchas de las nacionalidades o la división de las existentes, especialmente en la 2ª legislatura del correato -presidencia de Rafael Correa (2007-2017)-, creó el caldo de cultivo en el que creció el espíritu de las Mujeres Amazónicas.

"Claro que algunos han hecho negocio", reconoce otra de las mujeres, Juanita Washikiat, de la nacionalidad Shuar, que sale a las reuniones desde su comunidad en el cantón Taisha, "pero los shuar no lo aceptamos y menos aún ahorita que las Mujeres Amazónicas estamos organizadas". "Tenemos que defender nuestro territorio", advierte tajante. Y aclara: "Los shuar no estamos divididos. Algunos líderes que han salido de las comunidades han firmado y hecho negocio pero no nosotros, las bases. Ellos ya están excluidos de la comunidad". Otra de las políticas con las que su Gobierno "castigó" a las nacionalidades originarias fue la educativa. Arrebató a las organizaciones la gestión del Sistema de Educación Bilingüe, obtenido en 1986 después de muchos años de lucha y muchas vidas, y lo vació de centros y de alumnos y alumnas. Cerró las escuelas de las comunidades e instaló las que llamó Escuelas del Milenio, para unificar y uniformar a la infancia indígena, sin reconocimiento de las diferentes culturas amazónicas, sin identidad. Además, consiguió que muchas mujeres y sus niños tuvieran que abandonar sus comunidades en la selva e instalarse en Puyo, la ciudad, para que pudieran estudiar, dejando el territorio vacío, indefenso. ¿A quién iban a perjudicar entonces las petroleras o mineras?

Desde su constitución, por iniciativa y con el apoyo fundamental de la histórica activista de los Derechos de la Naturaleza y las Nacionalidades Amazónicas, Margoth Escobar, cuya casa en la ciudad de Puyo es sede oficiosa del grupo y lugar de reunión y refugio, han tejido una red de personas, enseñanzas, experiencias y saberes para convertirse en defensoras de los Derechos Humanos de Naturaleza y de los Pueblos Indígenas que habitan desde hace miles de años los bosques húmedos del departamento de Pastaza, su territorio ancestral, uno de los ecosistemas más ricos del mundo.

Defensa de la Pachamama

Algunas son reconocidas defensoras de la naturaleza a nivel internacional, como Patricia Gualinga, del Pueblo Kichwa de Sarayaku, considerada una de las 10 mujeres más influyentes en la defensa del medioambiente en el mundo, o su sobrina Nina, Premio Juvenil de Conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza en mayo. Otras, como Rosa Chuji, preside 5 comunidades de los Shiwiar. Gloria Ushigua, de la nación Sápara, posee una dilatada trayectoria como activista internacional, y ha intervenido en foros como la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos o ante la ONU, frente a cuya sede también se manifestó. Hace unos meses, quemaron la casa contigua a la suya. Alicia Kawiya (Weya), lideresa del Pueblo Woaorani, fue vicepresidenta de la Federación Nacional Waorani (NAWE). En 2005, ella y otras mujeres fundaron la Asociación de Mujeres Waorani del Ecuador. En septiembre de 2013, el Gobierno ecuatoriano anunció la explotación del área de Yasuní y el bloque 43, conocido como ITT (Ishpingo, Tiputini y Tambococha), parque nacional protegido, posiblemente el lugar de mayor biodiversidad del mundo y hogar de comunidades en aislamiento voluntario -Taromenane y Tagaere-, alegando los grandes beneficios económicos para el país.

Su presidente, el jefe Moi Enomenga, y el asambleísta responsable de temas indígenas del Gobierno de Correa, el kichwa Carlos Viteri, le habían entregado un texto que leer en el que aceptaba la explotación petrolera de Yasuní. Alicia se levantó, se enfrentó a la Asamblea y su presidente, y, primero en lengua waorani y luego en español, defendió su territorio frente a la explotación petrolera "tal y como le habían enseñado los ancianos". Nadie lo sabe pero ya está integrada en el grupo Mujeres Amazónicas. A resultas, sufrió amenazas de muerte, seguimientos y vigilancia. "Nosotras y nuestros niños tenemos ya problemas de salud por la contaminación del agua. Se les cae la piel, se pelan.. No podemos ni tomar agua", explica hoy, años después.

Un mes después, en octubre, las avispas, como les gusta autodenominarse a las Mujeres Amazónicas, alzan el vuelo y hacen su aparición en la escena pública. Logran convocar a entre 100 y 200 mujeres de las distintas nacionalidades a una marcha caminando desde sus comunidades, en el interior de la jungla, hasta Quito. Las mujeres partieron el 12 de octubre porque, para las nacionalidades y sus comunidades, se celebra el día de la resistencia indígena. Durante cuatro jornadas, algunas dando a sus bebés el pecho y acompañadas por algunos hombres que garantizaban algo de seguridad, caminaron 225 kilómetros con un objetivo: "asegurar la continuidad de la vida de los pueblos originarios amazónicos, preservando y conservando la riqueza de nuestros territorios, de acuerdo al Sumak Kawsay (Buen Vivir)", régimen de vida en equilibrio con el resto de los seres de la naturaleza, "y al Kawsak Sacha (Selva Viviente)", que considera al bosque y todos sus seres una misma entidad, sujeto de derechos y objeto de protección.

El 'wawa'

Una de las participantes, Silvia Guatatuca, que iba acompañada de su hijo de un año y ocho meses, el menor de los 7 que tenía, declaraba entonces a los medios: "Es la primera vez que salgo con el wawa (bebé). Está con algo de tos pero tiene que aprender desde niño que debe cuidar nuestro territorio".

Margoth fue acusada de terrorismo y puesta en búsqueda y captura cuando se manifestaba contra licitaciones de bloques petroleros, la XI Ronda Petrolera, a la que acudieron representantes de compañías transnacionales, consulares y embajadores, y los anuncios de nuevas licitaciones en la Amazonía centro y sur. Cargaba un cartel de protesta y gritaba a los representantes empresariales y consulares "les están engañando", ya que la Constitución ecuatoriana de 2008 exige la consulta previa, libre e informada a los pueblos indígenas antes de cualquier propuesta extractiva en su territorio y ésta no se había realizado. Fue acusada de agresión y tuvo que refugiarse en la jungla, donde tuvo que permanecer huida un mes.

El lunes, de nuevo 12 de octubre, pero de este año una nueva marcha convocada por las Mujeres Amazónicas llegaba a Quito. Después de cuatro días manifestándose frente al Palacio de Carondelet, sede del Gobierno y residencia del Presidente de la República, esta vez, Lenin Moreno, para entregarle un documento, seguían esperando.El Mandato de las Mujeres Amazónicas Defensoras de la Selva de las Bases frente al Extractivismo incluye 22 puntos y busca básicamente exigirle al Gobierno que ponga fin a todas las actividades petroleras y mineras en la Amazonía ecuatoriana.

"Exigimos la anulación de los contratos y/o convenios y concesiones otorgadas por el Gobierno ecuatoriano a las empresas petroleras y mineras en el centro sur de la Amazonía, y exigimos que los territorios y pueblos indígenas sean declarados libres de actividades extractivas como petróleo, minería, hidroeléctricas y maderero", señala su punto 2. Alegando la ausencia del presidente, se les ofrece una reunión con el viceministro de la Secretaría Nacional de Gestión de la Política, Eduardo Paredes, que tras el encuentro, declara a los medios que "hay varios puntos dentro del mandato de las mujeres que el presidente probablemente no acepte, en particular los relacionados con el cese de las actividades petroleras".

Las mujeres también rechazan "la nueva licitación de los 16 bloques petroleros de la ronda sur oriente en los territorios indígenas de los pueblos Andoas, Achuar, Shuar, Kichwa, Shiwiar, Waorani y Sápara" y exigen la "nulidad" de los contratos ya firmados por "los bloques 79, 83, 74, 75 y 28" o "en el Yasuní", porque "hemos determinado que no se acepta ni aceptará ningún proyecto extractivista en nuestros territorios", en base "a nuestro derecho a la autodeterminación". Finalmente, exigen "una investigación profunda e histórica sobre la violencia sexual y de género asociada a las actividades mineras, petroleras y la militarización del territorio para que se apliquen las sanciones necesarias y se brinden garantías para la no repetición en territorios indígenas amazónicos, norte, centro y sur".

Fruto de su lucha, al menos 6 de estas mujeres han sufrido amenazas de muerte o atentados contra su seguridad, prisión, maltratos o palizas. Las últimas, Patricia Gualinga, cuya ventana fue apedreada mientras sufría amenazas de muerte, el 5 de enero de este mismo año 2018, en su casa familiar en Puyo, y Margoth Escobar, que vio incendiada parte de su vivienda por desconocidos el sábado 29 de septiembre, mientras se elaboraba este reportaje, y "utilizando líquido infamable", según el informe elaborado por el Cuerpo de Bomberos de la ciudad.

Todo ocurría además mientras el grupo de defensoras de la selva se encontraba en Quito cumpliendo una intensiva agenda de la mano de la Fundación TIAM que incluía acudir a la Asamblea Nacional para exigir respuestas al Gobierno sobre el Mandato de las Mujeres "por una vida sin violencia extractiva en los territorios de las nacionalidades amazónicas", entregado en marzo en al Palacio de Carondelet.

Víctimas de la violencia

También estaba prevista la participación de las Mujeres Amazónicas en el Simposio Internacional de los Derechos de la Naturaleza, en la Universidad Andina Simón Bolívar, o reuniones en instituciones como la Defensoría del Pueblo o el Consejo de Participación Ciudadana) y la representación de Naciones Unidas en el país. Y con ellas íbamos cuando un vídeo de las llamas recibido por móvil despertaba al grupo al día siguiente, domingo.

"Pese a la violencia, estas mujeres, en su mayoría madres y otras ahora abuelas, continúan tejiendo apretados lazos y afectos, creciendo juntas en la lucha y fortaleciéndose para construir colectividad, romper el racismo y el machismo que vulnera a los pueblos y los divide", aseguraba el Colectivo de Antropólogas del Ecuador en un pronunciamiento público en octubre a raíz de los hechos. La representante de la Oficina Regional para las Américas de Amnistía Internacional, María José Veramendi, visitó Ecuador del 15 al 17 de octubre. Declaró que "se está presentando una situación grave y delicada para las mujeres defensoras de los Derechos Humanos y de la Naturaleza" y que "existe la necesidad de que la Fiscalía avance en las investigaciones". Recomendó "que desarrolle un protocolo de investigación de crímenes contra personas defensoras".