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La espuma de las horas

¡Viajeros victorianos, al tren!

Bradshaw's, la mítica guía de los ferrocarriles que dejó de publicarse por culpa de los horarios de los aviones

¡Viajeros victorianos, al tren!

Phileas Fogg despide a sus amigos del Club Reform. Jean Passepartout se sorprende al ver a su amo aparecer a una hora imprevista; porque, según los planes, no debía llegar a Savile Row hasta la medianoche. Passerpartout está aún más sorprendido cuando le dice que partirán para Dover y Calais en diez minutos. La sorpresa se vuelve desconcierto al enterarse de que darán la vuelta al mundo. Esperaba una vida más tranquila. El sirviente es informado de que viajarán ligeros con muy poco equipaje. Passepartout trata de responder pero no encuentra las palabras. Sube a su habitación y mecánicamente se dispone a hacer los preparativos para la partida. Resignado, piensa que no llegarán más lejos que a París, y que no le vendrá mal ver la Ciudad Luz una vez más.

A las ocho en punto, Passepartout ya había empacado cerrado cuidadosamente la puerta de su habitación y bajado para encontrarse con Fogg. Fogg ya está listo. Maneja un ejemplar encuadernado en rojo de los ferrocarriles continentales, de Bradshaw, con los horarios que muestra, además, la llegada y salida de los barcos de vapor. Desliza dentro de la bolsa un fajo enrollado de billetes del Banco de Inglaterra para ir haciendo frente a los gastos. Le pide a Passepartout que no le quite ojo a la bolsa con las veinte mil libras. Cierran la puerta de la calle y toman un taxi hasta Charing Cross. Cuando llegan a la estación, se encuentran con una mendiga que les pide limosna. Fogg le da veinte guineas, el sensible Passepartout se conmueve con el gesto.

Los novelistas de principios del siglo XIX y comienzos del XX hacen frecuentes referencias a personajes que manejan guías Bradshaw. Es el caso de Verne en La vuelta al mundo en 80 días. Dickens se refiere a ellas en The Portrait-Painter's Story (1861). Bram Stoker presenta al conde Drácula en posesión de una guía Bradshaw de la ciudad de Londres que emplea para planificar su estancia en el Reino Unido. Existe una serie documental de televisión presentada por Michael Portillo, antiguo ministro de defensa británico, que sigue los itinerarios de la Guía Bradshaw Continental de 1913, de la que se ha publicado una maravillosa edición facsímil que tengo ahora mismo en mis manos, repleta de horarios de trenes, información interesante de los lugares y de los hoteles. Sobre la base de este libro, Fogg pudo calcular su viaje adicional, predecir la conexión con el siguiente desde el medio de transporte utilizado, teniendo en cuenta todas las demoras o interrupciones.

George Bradshaw (1801-1853), un cuáquero de Pendleton, Lancashire, aprendió por primera vez el oficio de la imprenta en Manchester, donde en 1830 gracias a él vio la luz un mapa de canales. Ya en 1839, el año de su matrimonio y poco después de la introducción del ferrocarril, publicó un mapa y el horario de los trenes británicos que, en la década de 1940, se convertiría en la Bradshaw's Railway Companion, que disponía de actualizaciones mensuales. Años después se publicaba la edición de Bradshaw para Europa continental, la versión de 1871 que a su vez sirvió como plantilla para Verne.

Bradshaw, como buen victoriano, también persiguió proyectos filantrópicos, murió de cólera en Oslo en 1853, donde visitó a su amigo Bennet, el fundador de la primera agencia de viajes, Bennet's Travel. Su legado, la famosa guía, se publicó hasta 1961, antes de que dejara de aparecer debido a la mala gestión y las condiciones cambiantes del tráfico (especialmente al avión). Todo un sarcasmo.

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