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Adios al 'inventor' del Sur

Un hombre apasionado y visionario que amaba Gran Canaria

Con su muerte, el municipio de San Bartolomé de Tirajana pierde a un Hijo Adoptivo y Gran Canaria a un Hijo Predilecto

Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna fue ante todo un hombre visionario y apasionado que amaba Gran Canaria y la pensaba a lo grande. Sin su gran pasión por la familia, por la creatividad y la proyección empresarial, por el amor a las artes y las ciencias, por su constante dedicación a la creatividad personal y social, y también a la defensa del terruño, el IX Conde de la Vega Grande y de Guadalupe no hubiese sido el hombre culto y humanista que fue, ni tampoco Maspalomas y la isla de Gran Canaria lo que actualmente son. Con su muerte, el municipio de San Bartolomé de Tirajana pierde a un Hijo Adoptivo y Gran Canaria a un Hijo Predilecto.

San Bartolomé de Tirajana lo nombró merecidamente Hijo Adoptivo del municipio en septiembre de 2012, coincidiendo con los actos de celebración del cincuentenario del inicio de Maspalomas Costa Canaria, precisamente por ser su principal impulsor a comienzos de los años 60, cuando ya era un activo empresario agrícola cultivador y exportador de tomates. En su iniciativa turística hay hitos que no deben olvidarse, como la construcción de la Fábrica de Cementos Especiales de El Pajar y la fábrica de Bloques de Maspalomas, para dar soporte a los hoteles y apartamentos, la construcción del primer parque temático, el Cañón del Águila; la primera empresa de suministro de electricidad del sur (Eléctrica Maspalomas - Elmasa), para luego dar agua corriente para el abasto público y el tratamiento de las aguas de depuración; el Aeródromo de El Berriel y el Club de Yates de Pasito Blanco entre otros.

El 15 octubre 2012, en el acto más simbólico del cincuentenario de Maspalomas, donde se inauguró la estatua de la Cuña de Madera de Pepe Dámaso, en la rotonda principal de San Agustín, para recordar que allí había empezado todo, Alejandro del Castillo recordó cómo decidió el nombre de la urbanización turística con el arquitecto Manuel de la Peña en un hotel de Madrid. Dijo que aquel aniversario de Maspalomas debía servir de reflexión, porque había sido un proyecto de emprendedores conseguido gracias al esfuerzo de muchas personas, y que como tal debía marcar la pauta para los 50 años siguientes.

A pesar de ser un soñador, un idealista aventajado, Alejandro del Castillo era un hombre muy prudente. Aquel mismo día, en el mismo acto, nos ofreció a todos su experimentada visión sobre el futuro turístico. Para mantener Maspalomas como destino competitivo y sostenible, nos dijo, "es necesaria una buena planificación de crecimiento moderado y de calidad; llevar a cabo una rehabilitación y transformación de infraestructuras y complejos obsoletos por otros adaptados a las nuevas corrientes turísticas de eficiencia energética y nuevas tecnologías, y garantizar un mantenimiento eficaz de nuestro paisaje y mejora medioambiental", afirmó. Y añadió que debíamos aunar todo el esfuerzo público y privado posible para atender estas necesidades, destinando los recursos públicos a mantener y mejorar lo público, pero también poniendo a favor de la inversión y emprendedores "un entorno ágil y jurídicamente seguro para que puedan llevar a cabo sus iniciativas", insistió.

Su contribución al histórico desarrollo turístico de Gran Canaria le hizo merecedor también de la Medalla al Mérito Turístico en noviembre de 2012, distinción que le otorgó el Consejo de Ministros de España por sus "extraordinarios servicios". En una declaración institucional apoyada por todos los grupos del Senado se recuerda que el 15 de octubre de 1962, cuando el arquitecto Manuel de la Peña acompañó al Conde Alejandro del Castillo en el acto protocolario de clavar la primera estaca de madera en la que se ataron las cuerdas para marcar los viales y parcelas de los primeros terrenos que se urbanizaron "no había en el lugar ni carretas, ni alojamientos, ni restaurantes, ni servicios sanitarios ni educativos, ni electricidad, ni agua de abasto, ni saneamiento ni telecomunicaciones". Maspalomas, el Sur de Gran Canaria, el turismo comenzó con él.

Tuve el gran honor y placer de conocer a D. Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna. Admiré siempre en él su enorme y profunda educación, su gran afabilidad, la calidez de su sencillez y entrañable cariño de su trato personal. Desde aquí quiero mostrarle mi más sincero respeto a su memoria, y acompañar en este tránsito a sus hijos Alejandro, Iván, Fernando, María del Carmen y Patricia.

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