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Efeméride

Efeméride 250 aniversario del descubrimiento de Australia

El británico James Cook, jefe de la expedición marítima, había acumulado experiencia como reputado astrónomo práctico y como cartógrafo - El descubridor había recibido instrucciones de modo secreto para eludir posibles interferencias de Francia o España en el objetivo del viaje

(L)

Hace exactamente 250 años, en septiembre de 1770, el teniente James Cook (1728-1779), patroneaba un buque de 368 toneladas, 32 metros de eslora y nueve de manga que llevaba por nombre Endeavour (La Esforzada), y desde el que identificaba por primera vez la costa este de Australia como el continente buscado en el hemisferio Sur. Quedará para muchos años después descubrir otro continente austral, la Antártida y completar el mapa del mundo, en ese momento lleno de lagunas en el interior de África ya que no se conocía ni las fuentes del río Nilo o en la cuenca de los océanos, pero eso son otra historia.

Cook era un buen comandante, con experiencia en viajes de descubrimiento, reputado como astrónomo práctico y como cartógrafo. En esta ocasión, en su primer viaje como responsable de una expedición, había partido de Inglaterra en 1768 para llegar a Tahití a tiempo de seguir el tránsito de Venus por delante del Sol que ocurriría el 3 de junio de 1769. Era una misión científica pública encargada por la Royal Navy y la Royal Society y debía servir para realizar unas buenas mediciones que permitieran mejorar el cálculo de la distancia de Venus al Sol y de Venus a la Tierra con las que recalcular el tamaño del Sistema Solar, que entonces era considerado el centro del Universo. Cumplida esa parte del viaje, la Endeavour debía continuar rumbo: "Debe dirigirse hacia el Sur para descubrir el continente antes mencionado hasta que llegue a la latitud de 40º?", eran las instrucciones dadas por el Almirantazgo de forma secreta. No había que levantar "la liebre", ya que Francia y, en alguna medida, España, que había considerado esos mares casi como otro Mare Nostrum, también estaban interesadas en encontrar, y tomar posesión, del desconocido pero sospechado continente que debía "compensar" las enormes masas de tierra que ocupaban la parte boreal de la Tierra. Era la llamada Terra Australis incognita que formaba parte de las suposiciones de los geógrafos desde hacía siglos.

La confidencialidad debería continuar tras el viaje: "Y a su llegada a Inglaterra se presentará inmediatamente a esta Oficina para entregarnos una relación completa de las actas del viaje (?), ordenando a toda la tripulación no divulgar dónde han estado mientras no reciban la pertinente autorización?". Naturalmente el secreto no se pudo mantener ya que uno de los oficiales vendió, para su publicación, su diario y a los dos meses del regreso todo el mundo estaba enterado de los hallazgos de la expedición. Los diarios del capitán Cook publicados posteriormente, y con todos los permisos en regla, fueron en su época un bestseller y se continúan vendiendo porque tienen un grato sabor de aventuras mezclado con geografía, antropología y navegación.

Para seguir con nuestra historia debemos desviarnos un poco del rumbo del Endeavour y dedicar nuestra atención a Alexander Dalryple, un espía inglés que formaba parte de las tropas de ocupación que habían entrado en Manila en 1762, con motivo de la guerra con Francia y España, la Guerra de los Siete Años. Aprovechando esa coyuntura los ingleses tuvieron acceso a los archivos, vedados hasta entonces para ellos, que en la capital filipina custodiaban los documentos, planos, diarios de navegación y demás sobre las expediciones hispano-portuguesas que a comienzos del siglo XVI, comandadas por Álvaro de Mendaña, Quirós y Torres habían recorrido esas aguas descubriendo decenas de islas y archipiélagos pero sin llegar a identificas el continente sospechado por los geógrafos europeos. No se sabe cómo obtuvo el espía inglés la información, si la robó, si la expolió o si la compró, que traidores los hay en todos sitios, pero siempre quedó la duda sobre la obtención ilegítima de los documentos. Pues bien, Dalryple quería haber conducido la expedición de descubrimiento pero le fue encomendada a Cook seguramente para que nadie creyera que el hallazgo, si se producía, tenía un origen dudoso. A pesar de esta precaución la duda ha persistido.

En todo caso, el Endeavour surcaba ya las aguas del estrecho de Torres camino de Batavia (hoy Yakarta) a donde llegó el 11 de octubre de 1770. Volverá Cook desde allí a Inglaterra completando una vuelta al mundo, donde será recibido con honores y recompensado con ascensos y premios por haber añadido aún más tierras al ya extensísimo Imperio Británico. De nuevo capitaneará dos nuevas expediciones por las islas de Oceanía. En ambas irá al mando, ya como capitán de Navío, del buque Resolution solo un poco mayor que el anterior, realizando en la primera nuevos descubrimientos en latitudes muy bajas del hemisferio Sur, estando a punto de descubrir la Antártida. En este viaje (1772-1775), utilizará por primera vez el cronómetro para calcular la latitud del lugar en vez de recurrir a los engorrosos métodos astronómicos por medio de los satélites de Júpiter o las fases de la Luna a que estaba obligado antes de ese invento. En el tercero (1776-1779) buscará en los océanos Atlántico y Pacífico el llamado "paso del noroeste", descubrirá, o al menos cartografiará correctamente las islas Hawai, que él bautizó como Islas Sandwich en honor del conde de Sandwich, ministro de Marina y creador de los famosos emparedados ingleses, y morirá a manos de los indígenas de una de estas islas como, de forma paralela y casi idéntica, lo hiciera en otra isla del mismo océano doscientos cincuenta años antes otro gran navegante, Magallanes.

En vida, James Cook fue un hombre muy popular y considerado por sus superiores. Supo rodearse de magníficos colaboradores científicos y médicos (sus expediciones fueron las primeras que usaron con un gran éxito los limones y otros cítricos para combatir el escorbuto) y fue tratado como un héroe en su patria. Un destino envidiable, pero sufrió la pérdida en vida de sus seis hijos en distintos golpes de mala fortuna. Una suerte dispar marcada, como siempre, por el capricho de los dioses.

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